Santa Sede, Roma (FD).-El documento de Doctrina Social de la Iglesia no podía ser más claro y consecuente con la verdad y el auténtico bien. En el documento publicado ayer se condena el terrorismo, la guerra preventiva y el aborto, y en el que se afirma que es una blasfemia proclamarse terrorista en nombre de Dios y se reitera el no a la pena de muerte y a los matrimonios homosexuales. El sintético compendio sobre temas sociales, fue presentado por el cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz. El texto destaca que la violencia jamás constituye una respuesta justa, en alusión a la política de guerra preventiva ideada por Estados Unidos. Una acción bélica «lanzada sin pruebas evidentes sólo puede suscitar graves interrogantes bajo el aspecto moral y jurídico», recoge el compendio. «Por ello -añade-, sólo una decisión de los organismos competentes basada en rigu-rosas comprobaciones y fun-dadas motivaciones puede dar legitimación internacional al uso de la fuerza armada». Sobre la legítima defensa afirma categóricamente que «una guerra de agresión es intrínsecamente inmoral». «En el trágico caso en el que se desencadene, los responsables de un estado agredido tienen el derecho y el deber de organizar la defensa echando mano a la fuerza de las armas», resalta el texto, que precisa, no obstante, que el uso de la fuerza para ser lícito debe responder a «riguro-sas condiciones» y en todo caso como último extremo. El Vaticano condena sin paliativos el terrorismo, al que considera una de las formas más brutales de violencia. La Santa Sede subraya que la colaboración internacional contra esta lacra no puede ceñirse a operaciones represivas o punitivas, sino que es necesario analizar los motivos que subyacen en los ataques terroristas. «Es una profanación y una blasfemia proclamarse terrorista en nombre de Dios», reza el documento, que agrega que ninguna religión puede tolerar el terrorismo «y todavía menos predicarlo» Sobre el aborto insiste en que es un «abominable delito» y anima a los políticos católicos a no favorecer con su voto leyes que vayan contra el derecho a la vida. Un llamamiento semejante hace para el caso de los matrimonios entre homosexuales. «Es un deber moral para los parlamentarios católicos oponerse de forma clara e incisiva a toda ley que intente introducir la legislación de las uniones entre homosexuales», señala. Sobre estos aspectos, el Vaticano también se dirige a la sociedad en general, a la que anima a «no permanecer indiferente ante las tendencias disgregadoras de la familia». Según la Santa Sede, las uniones homosexuales «no pueden garantizar, de manera adecuada, la procreación y la supervivencia». «La autoridad debe estar guiada por la ley moral. Toda su dignidad deriva por ser ejercitada dentro del orden moral, que tiene a Dios como fuente primera y último fin»

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