Si en la Navidad, lo que se celebra es el Nacimiento del Niño Dios,  es decir Dios hecho hombre, para salvar a la humanidad: ¿es lógico que se pretenda celebrar lejos de Jesús, de su Sagrado Sacrificio en la Eucaristía, lejos de su Presencia Real en el Sagrario, lejos de su pesebre en su casa de Oración?


Dice el San Juan Pablo II:

*En este tiempo de inmediata preparación a las fiestas navideñas, la liturgia nos propone con frecuencia la invocación: «Ven Señor Jesús». Es como un estribillo que surge del corazón de los creyentes desde todos los rincones de la tierra y resuena incesantemente en la oración de la Iglesia.
Hemos invocado la venida de Cristo también hace unos momentos con el cano de la Antífona de hoy. Se dirige al Mesías con títulos particularmente bellos y significativos, tomados de la tradición bíblica: «Rey de los pueblos»,
«Esperado por todas las naciones», «Piedra angular que une a los pueblos».
*En Navidad contemplaremos el gran misterio de Dios, que se hace hombre en el seno de la Virgen María. ¡Nace en Belén para compartir nuestra frágil condición humana! Viene entre nosotros y trae la salvación para todo el mundo. Su misión será reunir a todos los seres humanos y a los pueblos en la única familia de los hijos de Dios.
Podemos decir que en el misterio de la Navidad contemplamos un «salto de calidad» en la historia de la salvación. Al ser humano, que con el pecado se había alejado del Creador, se le ofrece en Cristo el don de una nueva y más plena comunión con Él. Se enciende de nuevo en su corazón la esperanza, a la vez que se abren otra vez las puertas del paraíso.
* ¡Queridos hermanos y hermanas! Que la celebración de la inminente Navidad sea una ocasión propicia para vivir en profundidad el valor y el significado del gran acontecimiento del nacimiento de Jesús.
Al hombre, que con el pecado se había alejado del Creador, se le ofrece en Cristo el don de una nueva y más plena comunión con Él. Se enciende de nuevo en su corazón la esperanza, a la vez que se abren otra vez las puertas del paraíso a la humanidad.
(Juan Pablo II: La Navidad, un «salto de calidad» en la historia de la salvación. 22-12-2004)
Si en la Navidad, lo que se celebra es el Nacimiento del Niño Dios,  es decir Dios hecho hombre, para salvar a la humanidad: ¿es lógico que se pretenda celebrar lejos de Jesús, de su Sagrado Sacrificio en la Eucaristía, lejos de su Presencia Real en el Sagrario, lejos de su pesebre en su casa de Oración?

Si la Navidad es el don de Dios que nos regala al Mesías Prometido, que es Cristo Nuestro Redentor: ¿se puede comprender que de lo que más se hable es de los regalos, el árbol navideño, las luces o fuegos pirotécnicos, el traje o el menú de la cena, etc., y lo menos mencionado sea el nombre del Niño Dios?

Si la Navidad es el momento sublime que divide la historia en «antes de Cristo» y «después de Cristo»,  ya que  el Creador y autor del tiempo, siendo el eterno, entra en la vida de los hombres, para que los hombres, que viven en el tiempo, puedan ser conducidos a la eternidad: ¿cómo entender que muchos prefieran ocupar el tiempo de Navidad en celebraciones paganas, eventos sociales, actividades mundanas y no se den, aunque sean esas horas de Noche Buena y Navidad, en examinar  como están ocupando el tiempo que Dios les dió y cómo están procurando alcanzar la eternidad celestial?
Si en la Navidad, lo único que hace resplandecer la oscuridad del pesebre es la luz del Niño Dios, que se refleja en  los sagrados rostros de Santa María y San José, manifestándose el poder infinito de la gracia del Divino Redentor, que viene redimir a la familia humana, para que en todas nuestras  familias, por los dones recibidos en los sacramentos, abunde la Fe, la Esperanza y la caridad, inúndando nuestros hogares de amor y paz: ¿Cómo se puede pensar en buscar divertirse, en la noche de Navidad, en bailes, fiestas y tomateras, en vez de permanecer con sus familias, aunque sea compartiéndo una tasa de te, manifestándose con toda piedad, el aprecio, la comprensión y la gratitud; sabiendo que no se sabe si estarán todos en las próximas navidades? Por lo menos, si se piensa en hacer algo más provechoso en la madrugada, fuera del propio hogar, debería ser el visitar, auxiliar y socorrer a los que sufren en la noche de navidad, por su pobreza, enfermedad y soledad… ¿Cuantas veces es nuestra propia familia la que padece esas aflicciones?

Por eso te queremos invitar a reflexionar y decidir adecuadamente ¿Cómo celebras la Navidad?

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