«La homosexualidad es un problema que concierne propiamente a la preocupación pastoral de la Iglesia», afirmó obispo de San Bernardo en Chile.

GP.- El miércoles 2, el Obispo de San Bernardo, monseñor Juan Ignacio González, escribió en la página editorial del diario nacional El Mercurio un texto titulado «Iglesia y homosexualidad», a propósito del fuerte debate que se ha suscitado por la inclusión de parejas homosexuales en las franjas televisivas de los candidatos presidenciales.

En su mensaje el pastor expuso la enseñanza de la Iglesia sobre este delicado tema «para que así los que declaran su adhesión a ella sean fieles y los que no lo hacen la conozcan». Apoyándose en la Sagrada Escritura y en la Tradición indicó que «‘los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados’ (CDF, decl. «Persona humana» 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una complementariedad afectiva y sexual verdadera. No pueden recibir aprobación en ningún caso'».

 

El obispo reconoce que es un hecho de que un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales, pero que esta inclinación «desordenada» no debe ser motivo de discriminación, ya que ellos al igual que toda persona, están llamadas a realizar la voluntad de Dios en sus vidas y de acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.

 

Citando el documento eclesial de 1986 titulado «La atención pastoral a las personas homosexuales», monseñor González señaló que la posición de la moral católica está fundada sobre la razón humana iluminada por la fe y guiada conscientemente por el intento de hacer la voluntad de Dios y que sólo desde este marco «se puede comprender con claridad en qué sentido el fenómeno de la homosexualidad, con sus múltiples dimensiones y con sus efectos sobre la sociedad y sobre la vida eclesial, es un problema que concierne propiamente a la preocupación pastoral de la Iglesia».

 

Debido a lo anterior, el prelado afirmó que el tema de la homosexualidad requiere de los ministros de la Iglesia un estudio atento, un compromiso concreto y una reflexión honesta y teológicamente equilibrada. Además llamó a los fieles a acoger con respeto, compasión y delicadeza a las personas que se encuentran en esta condición.

 

«Acusar a la Iglesia de condenar a quienes llevan la cruz de una tendencia que ellos mismos no han buscado es no conocer que ella es ‘experta en humanidad’ y que dedicamos mucho tiempo a estos hermanos y hermanas nuestros (…) Distinto es el intento de querer cambiar la naturaleza de las cosas y diverso el fundar ese intento en tergiversaciones estadísticas, médicas o biológicas o en campañas publicitarias. Ahí la Iglesia no entra», puntualizó.

 

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