El Episcopado argentino emitió un documento en el que alertó al gobierno sobre «un crecimiento escandaloso de la desigualdad en la distribución de los ingresos». Los obispos preocupados por la situación, consideraron que «no serían de extrañar manifestaciones violentas por parte de sectores excluidos, que podrían degenerar en peligrosos enfrentamientos sociales». La afirmación recibió la inminente respuesta agresiva de Kirchner, que luego de su malestar por las declaraciones del obispo castrense, monseñor Antonio Baseotto, nuevamente dió un espectáculo, refiriéndose al Episcopado con groseros términos como: «…que se miren para adentro…».La Iglesia consideró que «a veintidós años de la restauración de la democracia conviene que los mayores nos preguntemos si trasmitimos a los jóvenes toda la verdad sobre lo acaecido o si estamos ofreciéndole una visión sesgada de los hechos, que podría fomentar nuevos enconos entre los argentinos».

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