(VIS).-En la audiencia general de hoy, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa habló sobre la primera parte del salmo 134, «Alabad al Señor que obra maravillas». Benedicto XVI dijo ante 30.000 personas, que este salmo es «un himno de índole litúrgica, entretejido de alusiones y evocaciones a otros textos bíblicos». Comienza con «una amplia y apasionada invitación a alabar al Señor» en su templo, «el lugar privilegiado y comunitario de la oración. Allí se experimenta de modo eficaz la presencia de «nuestro Dios», un Dios «bueno» y «amable», el Dios de la elección y de la alianza». Tras esta invitación, continuó el Santo Padre, se proclama «la profesión de fe», que es «la sustancia de todo el himno, que se revela una proclamación de la grandeza del Señor, manifestada en sus obras maravillosas». El Papa afirmó que «la omnipotencia divina se manifiesta continuamente en el mundo entero», pero, dijo, «en esta profesión de fe se celebra sobre todo otro aspecto de la actividad divina. Se trata de la intervención admirable en la historia, donde el Creador muestra el rostro de redentor de su pueblo y de soberano del mundo. Pasan ante los ojos de Israel recogido en oración los grandes eventos del Exodo».

«El amor divino se convierte en algo concreto y que se puede experimentar en la historia con todas sus vicisitudes duras y gloriosas. La liturgia tiene el deber de hacer siempre presentes y eficaces los dones divinos, sobre todo en la gran celebración pascual, que es la raíz de toda solemnidad y constituye el emblema supremo de la libertad y de la salvación». Benedicto XVI concluyó pidiendo «hacer nuestra» la oración del papa san Clemente Romano (siglo I) recogida en su carta a los Corintios: «¡Oh Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, por el bien de la paz. (…) Dona concordia y paz a nosotros y a todos los habitantes de la tierra».

En sus saludos al final de la audiencia, Benedicto XVI se dirigió a los participantes en el Congreso Internacional dedicado a «Los signos del Espíritu en el siglo XX. Un repaso de la historia: el relato de los testigos», que se celebra en Lucca (Italia). «El siglo pasado, marcado por tristes páginas de historia -dijo-, está también lleno de testimonios maravillosos de «despertar» espiritual y carismático en todos los ámbitos de la vida y de la acción humanas». Tras felicitar al coordinador nacional de Renovación en el Espíritu, que ha promovido este congreso, en colaboración con la superiora general de las Oblatas del Espíritu Santo, el fundador de la Comunidad de San Egidio y la fundadora del Movimiento de los Focolares, el Papa pidió que el Espíritu Santo «encuentre una acogida cada vez más fecunda en el corazón de los creyentes, y se difunda la «cultura de Pentecostés» tan necesaria en nuestro tiempo».

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