(VIS).-En la audiencia general de este miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa habló sobre la segunda parte del Salmo 131, «Elección de David y de Sión». El Santo Padre dijo ante 26.000 personas, que el de hoy es «un canto que evoca un evento fundamental en la historia de Israel: el traslado del arca del Señor a la ciudad de Jerusalén». «El rey había jurado que no se establecería en el palacio real antes de haber encontrado una morada para el arca de Dios, signo de la presencia del Señor junto a su pueblo. A aquel juramento del soberano responde ahora el juramento del mismo Dios: «El Señor juró a David una promesa firme de la que no se retractará». Benedicto XVI subrayó que «a la promesa y al don de Dios, debe responder la adhesión fiel y activa del ser humano en un diálogo que une la libertad divina y la libertad humana». El salmo se transforma posteriormente «en un canto que exalta los efectos estupendos del don del Señor y de la fidelidad de Israel. Se experimentará entonces la presencia de Dios en medio del pueblo: será como un habitante entre los habitantes de Jerusalén, como un ciudadano que vive con los demás ciudadanos las vicisitudes de la historia, ofreciendo la potencia de su bendición». El Papa recordó que al igual que en la primer parte del salmo, aparece «la figura del «Consagrado», en hebreo «Mesías», uniendo la descendencia de David al Mesías, que en el cristianismo halla su plena realización en la figura de Cristo». «El Salmo 131 se convierte pues en una celebración del Dios-Emmanuel, que está junto con sus criaturas, vive junto a ellas y las bendice siempre que estén unidas a él en la verdad y en la justicia. El centro espiritual de este himno -concluyó- es el preludio de la proclamación del Evangelista San Juan: «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros».

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