El Cardenal Clemens August von Galen, llamado el León de Munster, un opositor al nazismo y crítico de la eliminación de enfermos y minusválidos durante el régimen de Adolf Hitler, fue beatificado en el Vaticano. La ceremonia fue presidida por el cardenal portugués José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. El milagro necesario para la beatificación concierne a un joven indio, Henrikus Nahak, quien inexplicablemente se curó en 1995 tras haber invocado al “siervo de Dios” Von Galen. El papa Benedicto XVI, que resolvió delegar las misas de beatificación y reservarse sólo para las de canonización, participó del rito en un indicio de la importancia que tiene el León de Munster para la Iglesia. El cardenal, nacido en 1878 en el seno de una familia aristocrática, condenó la “nefasta doctrina totalitaria que pone la raza por encima de la moralidad” y, una vez terminada la guerra, defendió al pueblo alemán de la acusación de ser culpable de los crímenes nazis. Conocido por la opinión pública mundial del período bélico como el León de Munster, por su carácter fuerte y su inmediata oposición al régimen de Hitler, el nuevo beato fustigó la persecución de los judíos, la expulsión de los religiosos y el cierre de los conventos. También se pronunció con elocuencia contra la eliminación selectiva de personas enfermas o minusválidas, a tal punto que después de una homilía de agosto de 1941 el propio Hitler decidió bloquear dichas ejecuciones.

Terminado el conflicto bélico, el arzobispo de Munster (ciudad de Westfalia) se opuso a la campaña de quienes presentaban al pueblo alemán como cómplice del nazismo. En una carta enviada al Papa Pío XIII el 20 de agosto de 1945, Von Galen denunció a los que querían “imputar a todo el pueblo alemán, incluso a los que nunca rindieron homenaje a las erróneas doctrinas del nacionalsocialismo y que, es más, opusieron resistencia según sus posibilidades, una culpa colectiva y la responsabilidad de todos los crímenes cometidos por los que estaban en el poder”. Fue nombrado cardenal por Pío XII en el consistorio del 18 de febrero de 1946 junto con otros dos prelados alemanes que se habían opuesto al régimen hitleriano: Konrad von Preysing, obispo de Berlín, y Joseph Frings, obispo de Colonia. Pero falleció apenas un mes después de haber vestido la púrpura cardenalicia, considerada por él como un reconocimiento al pueblo alemán y sus sufrimientos bajo el nazismo.

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