Al final de la audiencia general, celebrada esta mañana en la Plaza de San Pedro, Benedicto XVI saludó a una delegación de Spoleto-Norcia (Italia), encabezada por su arzobispo, monseñor Riccardo Fontana, que traía la Antorcha Benedictina de la Paz, «una significativa manifestación que ha llegado -recordó- a su trigésima edición». El Papa dijo que este año la antorcha había partido de Moscú, «después de haber sido acogida por una representación del patriarca Alexio II y de hacer etapa en Alemania, en el Monasterio de Ottobeuren y en Marktl am Inn», lugar de nacimiento del Santo Padre. «Como simbólico signo de paz, hoy se encuentra junto a las tumbas de los Apóstoles, y después proseguirá hasta Norcia. Que esta sugestiva iniciativa -dijo- suscite un compromiso cada vez más generoso en el testimonio de los valores cristianos en Europa».

Dirigiéndose a un grupo de peregrinos de Polonia, el Santo Padre compartió su alegría con ellos «por la apertura -la semana pasada- del proceso de beatificación del siervo de Dios, el querido Papa Juan Pablo II. Confío a vuestras oraciones el desarrollo de esta causa».

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