No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas.
+Santo Evangelio:
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 43-49
En aquel tiempo decía Jesús a sus discípulos: No hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca. ¿Por qué me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que digo? Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa.
+Meditación:
Meditación del Papa Francisco
No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’, entrarán en el Reino de los Cielo, estos hablan, hacen, pero les falta otra actitud, que es precisamente la base, que es precisamente el fundamento del hablar, del actuar: les falta escuchar. Por eso Jesús continúa: ‘Quien escucha mis palabras y las pone en práctica”. El binomio hablar-actuar no es suficiente… nos engaña, tantas veces nos engaña.
Y Jesús cambia y dice: “el binomio es el otro, escuchar y actuar, poner en práctica: ‘quien escucha mis palabras y las pone en práctica será como el hombre sabio que construye su casa sobre la roca. Quien escucha las palabras pero no las hace suyas, las deja pasar, no escucha seriamente y no las pone en práctica, será como el que edifica su casa sobre arena. Cuando Jesús advierte a la gente sobre los ‘pseudoprofetas’ dice: ‘por sus frutos les conoceréis’. Y de aquí, su actitud: muchas palabras, hablan, hacen prodigios, hacen cosas grandes pero no tienen el corazón abierto para escuchar la Palabra de Dios, tienen miedo de la Palabra de Dios y estos son ‘pseudocristianos’. Es verdad, hacen cosas buenas, es verdad, pero les falta la roca. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 25 de junio de 201, en Santa Marta).
Meditación San Ambrosio
Entre los espinos de este mundo no puede encontrarse aquella higuera que, por lo mismo que es mejor en sus segundos frutos, es una imagen de la resurrección; o porque, como se lee: «Las higueras dieron sus primeros frutos» ( Cant 2,13), su fruto no era ni maduro, ni sano, ni útil en la Sinagoga; o porque nuestra vida no madura en el cuerpo, sino en la resurrección; y que así debemos alejar de nosotros las solicitudes terrenas, que desgarran el alma y consumen el espíritu, a fin de obtener frutos maduros con nuestros cuidados diligentes. Esto se refiere al mundo y a la resurrección. Al alma y al cuerpo se refiere lo otro, cuando añade: «Ni vendimian uvas de las zarzas». O porque ninguno puede adquirir con pecado el fruto de su alma, la cual se corrompe próxima a la tierra, como la uva, y madura en las alturas; o porque ninguno puede evitar la condenación de la carne, sino únicamente aquel a quien Jesucristo ha redimido, quien, como uva, pendió del madero de la cruz.
+Comunión Espiritual:
De santa Margarita Mª Alacoque
“Dios mío, te adoro oculto en esta sagrada Hostia. ¿Es posible que te hayas reducido a tan humilde morada, para venir a mí y permanecer corporalmente conmigo?
Los cielos son indignos para alojarte!, y ¿te contentas, para estar conmigo siempre, con estas pobres especies? ¡Bondad inconcebible!
¿Podría yo creer esta maravilla si Tú mismo no me la asegurases?
¡Oh Dios de la majestad, pero también Dios del amor!v¡Que no sea yo todo entendimiento para conocer esta misericordia, todo corazón para agradecerla, toda lengua para publicarla!
Tú, oh Dios de mi corazón, me has creado para ser objeto de tu amor infinito
¿cómo puedo no desear poseerte? Te abro mi corazón, te ofrezco mi pecho, mi boca y mi lengua para que vengas a mí.
Ven, ven, divino Sol mío. Ven, Médico caritativo de mi alma. Ven, Jesús, el más fiel, el más tierno, el más dulce y más amable de todos los amigos, Ven a mi corazón.”