El diálogo ecuménico entre confesiones cristianas sólo es posible «si las partes mantienen su identidad» y consiguen «escucharse, cambiar la forma de pensar y los corazones», proceso que «no tiene nada que ver con el sincretismo religioso».

Así lo afirmó el pasado martes el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, durante una reunión con los miembros de la Conferencia de Obispos Católicos de Bielorrusia.

 

Según explicó, el ecumenismo «no nació ayer, sino durante la Última Cena, cuando Jesús proclamó: Ut unum sint – Que sean uno. Cristo fundó la Iglesia única. Las divisiones dentro de ella son las consecuencias del pecado».

 

«La aspiración a la unidad de los cristianos es ante todo una realidad espiritual, y de ahí que su corazón sea el ecumenismo espiritual», explicó el cardenal. El camino a la comunión, por tanto, pasa por la oración y la perseverancia. «La perseverancia debe ser, con todo, por las dos partes», advirtió.

 

«Necesitamos escuchar a otras personas, cambiar nuestra manera de pensar y nuestros corazones. Solo entonces estaremos en el verdadero ecumenismo».

 

Este proceso, advirtió, «no tiene nada que ver con el sincretismo, ya que el diálogo es posible mientras ambas partes mantengan su identidad».

 

«Nuestros enemigos hoy no son las demás confesiones, sino el secularismo y la falta de Dios. Por eso necesitamos responder juntos a los desafíos del presente», subrayó el cardenal Kasper.

 

El presidente del Consejo Pontificio afirmó que existen tres columnas de diálogo entre cristianos: el diálogo con la Iglesia ortodoxa, el diálogo con las comunidades protestantes y el diálogo con los nuevos movimientos religiosos.

 

Respecto al diálogo con los ortodoxos, el purpurado explicó que éste «está ya en su segunda fase, la del diálogo teológico. Después de una pausa que duró un par de años, el diálogo se retomó en 2005».

 

«En los últimos años se celebraron tres reuniones, en este contexto – en Belgrado, Rávena y Chipre. El último de ellos se dedicó a la cuestión de la primacía del Obispo de Roma en el primer milenio. Se han dado pequeños pasos, pero queda mucho por delante. Uno de los aspectos positivos es que ambas partes están dispuestas a continuar el diálogo iniciado».

En cuanto al diálogo con los protestantes, explicó, «se ha hecho mucho», pero «han aparecido muchos problemas ocasionados por el liberalismo en la esfera de la moralidad de las Iglesias protestantes».

 

En este sentido, afirmó que el diálogo con los anglicanos «es de especial importancia», y que la constitución apostólica «Anglicanorum Coetibus«, «es una respuesta a la petición de los anglicanos, cuya comunidad hoy perdura gran división».

Zenit.org

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