«Por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón  y del Corazón Inmaculado de María os pedimos por la conversión de los pobres pecadores».

 

Hay quienes consideran a San Juan el Evangelista el iniciador de esta devoción cuando al reclinar su cabeza sobre el pecho de Nuestro Señor, en la Ultima Cena, escuchó los latidos de su corazón.

El paso de los siglos ha dejado en evidencia como el mal ha crecido y se ha difundido de manera alarmante. Sin embargo, en forma paralela, el culto al Sagrado Corazón se difundió como ningún otro, recibiendo el mayor estimulo del Magisterio de la Iglesia. Es importante San Juan Eudes (1601-1680), fundador de la Congregación de Jesús y María, por considerar como una sola la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María(1).

Con las apariciones de Nuestro Señor en Paray-le-Monial, Francia, el 27 de diciembre de 1673, la devoción cobró una fuerza extraordinaria. «No tengas ningún recelo; Yo reinaréa pesar de mis enemigos y de todos aquellos que quieran oponerse a ello»(2).

Contra la «descristianización»

¿Qué mal es comparable al paganismo del mundo antiguo? se pregunta en su libro El Sagrado Corazón de Jesús Péricles Capanema Ferreira e Melo. La respuesta acude inmediata: sin ninguna duda, la «descristianización» de la sociedad con la consecuente degradación de las costumbres, la desintegración de la familia, la convulsión del orden social, el olvido de Dios y el renacimiento de los cultos falsos. El escritor Dr. Plinio Correa de Oliveira denominaba específica, lisa y llanamente: «Revolución», al conjunto de fuerzas y movimientos que trabajan coordinadas para destruir todas las formas de bien existentes en el alma y en las instituciones, tanto en la vida pública como la privada. ¿Y hasta donde es capaz de llegar esa Revolución? Pues a las peores herejí­as y los actos más bajos como el aborto, la unión de personas del mismo sexo, el relajamiento moral y la degradación humana, solo por mencionar algunas de sus facetas.

De ahí­ la advertencia de Nuestro Señor Jesucristo, es decir, de Dios hecho Hombre, a Santa Margarita Marí­a de Alacoque en 1673: «Yo Reinaré a Pesar de Mis Enemigos…». Dos siglos y medio después su Santa Madre reiteraría en Fátima: «Por fin mi Inmaculado Corazón Triunfará». Son palabras de aliento y esperanza que nos hablan de la gran victoria final.

En tres puntos coinciden especialmente Paray-le-Monial y Fátima: la consagración, la reparación y la certeza de la victoria.

Pese a todas las ofensas contra Aquél que murió por nosotros, su inagotable misericordia nunca nos abandona ni nos abandonará. Jamás dejará de conceder las gracias para que nos arrepintamos de nuestros pecados. Pero es necesario reparar esos pecados observando los Mandamientos y llevando una vida virtuosa si lo que se desea es alcanzar la eterna salvación.

La más sólida de las devociones

Es digno de meditar que mientras San Alfonso María de Ligorio, con el incuestionable peso de su condición de Doctor de la Iglesia, ha calificado a la piedad del Sagrado Corazón de Jesús como la más bella y sólida de las devociones, calificación que con autoridad han sustentado grandes pontí­fices de la Iglesia Católica como el Beato Pío IX, León XIII, Pí­o XI y Pí­o XII, la imagen del Sagrado Corazón haya sido fusilada por milicianos comunistas durante la Guerra Civil Española (1936) y por guerrilleros triunfantes de la Cuba castro-guevarista (1959).

Los devotos del Sagrado Corazón de Jesús lo son también del Inmaculado Corazón de Marí­a ya que se trata de devociones indisociables, aseveración que nos trae a la mente las palabras de San Luis Marí­a Grignon de Montfort: «La Virgen María es el camino más perfecto, corto y seguro para llegar a la unión con Jesucristo…».

Del corazón del Redentor brotó sangre y agua al ser herido por la lanza de San Longinos Referencias al Sagrado Corazón en Fátima

En Fátima, Nuestra Señora hizo claras alusiones al Sagrado Corazón. Un año antes de su aparición, el Angel de Portugal manifestó a Lucí­a, Francisco y Jacinta: «Los Corazones de Jesús y María están atentos a vosotros y vuestras súplicas» y en su segunda aparición agregó: «Los Corazones Santísimos de Jesús y Marí­a tienen sobre vosotros designios de misericordia». Y en la tercera visión: «Por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón [de Jesús] y del Corazón Inmaculado de María os pedimos por la conversión de los pobres pecadores».

El 13 de junio de 1917 Nuestra Señora en persona anunció a los pastorcitos: «Jesús quiere servirse de ti [por Lucí­a] para hacer que me conozcan y me amen. El quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón» y exactamente un mes después agregó: «Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón»3. Es decir, tanto en Fátima, Portugal, como en Paray-le-Monial, Francia, el Creador manifestó su deseo de atraer, acoger y perdonar a los pecadores, lanzando al mismo tiempo una severa advertencia en caso de que las almas continuasen sordas a sus pedidos.

Mensaje de esperanza y paz

A través de cuatro revelaciones: la de la intensidad del empeño divino en salvar a los hombres por la adoración del Sagrado Corazón; la preparación de Santa Margarita Marí­a de Alacoque como heraldo de su mensaje y el pedido del culto reparador, la comunión frecuente y la Hora Santa, el Redentor en persona anunció que concederá a quienes comulguen los nueve primeros viernes de cada mes, la gracia de la perseverancia final.

Notas

– Cruzada, Buenos Aires, Año II, Nº 9 – Junio 2004,»El Sagrado Corazón de Jesús y de Marí­a», p. 4 2- Sainte Marguerite Marie, Sa vie écrite par elle méme,, Ed. Saint Paul, 1947, p. 192 3- Péricles Capanema Ferreira e Melo, «Fátima e Pray-le-Monial: uma viso de conjunto», «Catolicismo», Año XLVI, Nº 522, Junio de 1994, p.7 4- Péricles Capanema Ferreira e Melo, El Sagrado Corazón de Jesús, Asociación Civil Fátima: «la Gran Esperanza», Buenos Aires, 2003, pp. 37- 47 ‘,18),(125,2,’Adviento: sentido segÚn Benedicto XVI’,’

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *