El Papa Benedicto XVI inició ayer sus audiencias privadas con jefes de Estado o de Gobierno con un encuentro en su biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano con el Presidente de la República italiana, Carlo Azeglio Ciampi. Este gesto de cortesía refrenda las peculiares relaciones entre Italia y la Santa Sede, reguladas por los llamados Pactos Lateranenses, que dieron vida hace 76 años al nacimiento del Estado de la Ciudad del Vaticano. La visita de Ciampi fue eminentemente protocolaria y se limitó a un breve coloquio privado con el Papa Ratzinger y una posterior recepción a su comitiva, sin que hubiera, como en otras ocasiones, intercambio de discursos. El jefe del Estado italiano, acompañado del ministro de Asuntos Exteriores, Gianfranco Fini, llegó poco antes de las 11.00 hora local (09.00 GMT) al Vaticano y allí fue recibido por un pelotón de honor de la Guardia Suiza y el prefecto de la Casa Pontificia, monseñor James Harvey. En solemne desfile, la comitiva se dirigió al Palacio Apostólico, donde salió a su encuentro Benedicto XVI en la llamada sala del Tronetto, que precede a la biblioteca, retomando una tradición de Juan Pablo II antes de que sus enfermedades le impidieran caminar. Tras intercambiar un afectuoso saludo, el Papa se refirió a la estrecha relación que Carlo Azeglio Ciampi mantuvo con su coetáneo Juan Pablo II y dijo que la amistad entre ambos era “un signo para el mundo”. El presidente italiano recordó que había entrado por vez primera en esas dependencias papales en 1993, cuando era primer ministro, antes de que los fotógrafos y cámaras salieran de la habitación para permitirles mantener un coloquio en privado. En el tradicional intercambio de regalos, Ciampi entregó a Benedicto XVI un cáliz de plata y cobre, con ribetes dorados y esmaltes policromados, que perteneció a Pío IX, y recibió de manos del Papa una escultura en madera de la Virgen y rosarios para sus acompañantes. Como es habitual, el jefe del Estado italiano se entrevistó después con el secretario de Estado del Vaticano, Angelo Sodano, nombrado el pasado fin de semana decano del Colegio Cardenalicio, en sustitución de Ratzinger.

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