El papa Benedicto XVI, que hoy recibió en audiencia a una delegación de la Alianza Mundial de las Iglesias Reformadas con su presidente, reverendo Cliff Kirpatrick, dijo que «oraba para que este encuentro lleve en sí mismo frutos de un renovado compromiso de trabajo para la unidad de todos los cristianos». Agradeció también la presencia de representantes de la Alianza tanto en las exequias de Juan Pablo II como para la inauguración de su pontificado. «En estas manifestaciones de recíproco respeto y amistad me gusta ver un fruto providencial del fraterno diálogo y cooperación emprendidos en los últimos 40 años, y una señal de segura esperanza para el futuro», subrayó Joseph Ratzinger. Recordando luego el reciente 40º aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II, durante el cual se promulgó el decreto sobre el ecumenismo Unitatis Redintegratio, el Papa afirmó cómo «el diálogo entre católicos y miembros de las Iglesias reformadas, que inició poco después, haya dado una importante contribución a la necesaria obra de reflexión teológica e investigación histórica, indispensable para superar las trágicas divisiones que nacieron entre los cristianos en el siglo XVI». Benedicto XVI se detuvo luego en las palabras de la Unitatis Redintegratio («no puede existir ecumenismo digno de este nombre sin conversión interior»), y en la figura de Karol Wojtyla, que en tema de diálogo ecuménica «con frecuencia habló de la necesidad de una purificación de la memoria, en el sentido de abrir nuestros corazones a recibir la plena verdad de Cristo». «El precedente Papa, especialmente en ocasión del Jubileo del 2000, dio un potente impulso a este esfuerzo en la Iglesia Católica y me da gusto saber que varias de las Iglesias reformadas pertenecientes a la Alianza Mundial tomaron iniciativas análogas», sostuvo el Pontífice. «Gestos como estos son las bases para la construcción de una relación más profunda que debe ser consolidada con verdad y amor», concluyó Ratzinger.