Con el apoyo del Pontificio Consejo de la Cultura, la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla fue sede del XII Encuentro Internacional de Centros de Cultura “Género y Feminismo en Perspectiva”, en el que académicos católicos propusieron la reciprocidad entre mujeres y varones. 

El encuentro se inauguró con un mensaje del cardenal Gianfranco Ravasi, presidente de dicho Consejo Pontificio, y fue clausurado por la doctora Rocío Figueroa, quien por más de diez años estuvo a cargo de la sección Mujer en el Pontificio Consejo para los Laicos. 

Académicos de seis países participaron entre los días 8 y 10 de noviembre en la ciudad de Puebla, del XII Encuentro Internacional de Centros de Cultura “Género y Feminismo en Perspectiva”, convocado por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), con el apoyo del Pontificio Consejo de la Cultura. Luego de tres días de reflexión y diálogo sobre el tema, los universitarios emitieron un documento conclusivo en el que se comprometen a “asumir el modelo de reciprocidad en la igualdad y en la diferencia”.

Dice el documento: “Como nos exhortó el cardenal Gianfranco Ravasi en el mensaje de apertura del Encuentro, al comprometerse con este modelo “se supera así la relación de subordinación y de complementariedad, y la de una abstracta y absoluta igualdad, y se llega al reconocimiento de una reciprocidad indispensable causada por la ‘diferencia’ aceptada, sobre el fundamento de una ‘equivalencia’ radical. Este nuevo modelo es llamado también trasformativo, en cuanto comporta una tarea de superación y transformación tanto de la relación tradicional de inferioridad/complementariedad, como de la relación feminista radical de la paridad/identidad abstracta, en una relación de relacionalidad/reciprocidad sobre la base de la equivalencia”. 

Inauguró el Encuentro el presbítero Miguel Ángel Reyes, quien leyó un mensaje del cardenal Ravassi. Participaron además: Diana Ibarra, Milagros Cueto, Claudia Ramón, Ángeles Corte, Susana Ochoa, Patricia Montelongo y Lilia Vélez, de México; Natalia López Moratalla y María Elósegui, de España; Dina Nerozzi, Giulia di Nicola y Attilio Danese, de Italia; Esteban Píttaro, Aníbal Fornari y Verónica Toller, de la Argentina; María Graciela Crespo, del Ecuador; y la doctora Rocío Figueroa, del Perú, por más de diez años responsable de la sección Mujer del Pontificio Consejo para los Laicos, quien clausuró el Congreso. 

Los temas abordados durante las jornadas fueron: “Cerebro femenino, cerebro masculino”, “El género, ¿una construcción histórico social?”, “ONU y género”, “Identidad y perspectiva de género”, “Derechos reproductivos, trabajo y familia”, “Medios de comunicación e identidad de género”, “Los feminismos” y “Complementariedad del ser humano. Mujer y hombre”. 

Carta de Puebla  
Luego de tres días de reflexión y diálogo sobre el tema, desde una antropología humanista que pone en el centro del debate a la persona, los académicos emitieron un documento final en el que se comprometen a “asumir el modelo de reciprocidad en la igualdad y en la diferencia”, a seguir “profundizando en la relación hombre-mujer, fundamento de la familia, desde su naturaleza sexuada manifestada en la cultura” y a “trabajar en el discernimiento entre perspectiva e ideología de género”. 

También se comprometieron a “promover la realización de foros, cursos e iniciativas que aborden problemáticas concretas, desde la reciprocidad y la corresponsabilidad. Entre ellas, una legislación laboral que beneficie a la mujer y al hombre, la participación política de ambos, el fortalecimiento de la familia, el equilibrio entre el mundo del trabajo y el hogar, la corresponsabilidad del padre y la madre, la colaboración de los medios de comunicación en el tema y la educación de los niños y los jóvenes desde esta reciprocidad”. 

El compromiso comprende también “asumir el modelo de reciprocidad en la igualdad y en la diferencia, superando así la relación de subordinación y de complementariedad, y la de una abstracta y absoluta igualdad”, para llegar al “reconocimiento de una reciprocidad indispensable causada por la ‘diferencia’ aceptada, sobre el fundamento de una ‘equivalencia’ radical. Este nuevo modelo es llamado también trasformativo, en cuanto comporta una tarea de superación y transformación tanto de la relación tradicional de inferioridad/complementariedad, como de la relación feminista radical de la paridad/identidad abstracta, en una relación de relacionalidad/reciprocidad sobre la base de la equivalencia”. 

Los académicos se comprometieron, asimismo, a “hacer oír nuestra voz en los distintos areópagos culturales y del ámbito público, según el campo de acción propio de cada uno, a generar una sinergia que redunde en comunión de esfuerzos y trabajo en red, y a aportar una presencia abierta al diálogo en las redes sociales, con espíritu y actitud de servicio a las mujeres y hombres de nuestro tiempo”.

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