En su ministerio sacerdotal destacaba por su sencillez y disponibilidad hacia los demás, siendo una imagen viva del Maestro, “manso y humilde de corazón”. Al final de sus días, entre los fuertes dolores de la enfermedad, aún tenía fuerzas para repetir: “Contento, Señor, contento”, expresando así la alegría con la que siempre vivió.

 

Radio Vaticana.- San Alberto Hurtado es uno de los primeros santos canonizados por Benedicto XVI – el Domingo 23 de octubre de 2005 – que coincidía con la 78 Jornada Mundial de la Misiones y con la solemne clausura del Sínodo de los Obispos y del Año de la Eucaristía, que había sido inaugurado por su amado predecesor Juan Pablo II, en octubre de 2004.

 

«Hoy tengo la alegría de presidir, por vez primera, el rito de canonización y de proclamar cinco nuevos Santos: José Bilczewski, Cayetano Catanoso, Segismundo Gorazdowski, Albero Hurtado Cruchaga y Félix de Nicosia», dijo el Papa ese día, en la Plaza de San Pedro, ante más de cien mil fieles – entre ellos más de 10 mil chilenos – destacando que los nuevos santos «con el testimonio de su vida, gastada por Cristo y por los hermanos, nos llaman en esta Jornada Mundial de las Misiones, al mandato del Señor Jesús a ser testigos del Evangelio hasta los confines de la tierra». Escuchemos las palabras de Benedicto XVI en su homilía, destacando el carisma de San Alberto: <aMP3

 

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,37.39). Éste sería el programa de vida de San Alberto Hurtado, que quiso identificarse con el Señor y amar con su mismo amor a los pobres. La formación recibida en la Compañía de Jesús, consolidada por la oración y la adoración de la Eucaristía, le llevó a dejarse conquistar por Cristo, siendo un verdadero contemplativo en la acción. En el amor y entrega total a la voluntad de Dios encontraba la fuerza para el apostolado. Fundó El Hogar de Cristo para los más necesitados y los sin techo, ofreciéndoles un ambiente familiar lleno de calor humano. En su ministerio sacerdotal destacaba por su sencillez y disponibilidad hacia los demás, siendo una imagen viva del Maestro, “manso y humilde de corazón”. Al final de sus días, entre los fuertes dolores de la enfermedad, aún tenía fuerzas para repetir: “Contento, Señor, contento”, expresando así la alegría con la que siempre vivió.

 

Luego, en el rezo dominical a la Madre de Dios, tras encomendar a «María santísima, Mujer eucarística, los frutos espirituales del Sínodo y del Año de la Eucaristía, rogando que ella vele por el camino de la Iglesia y nos enseñe a crecer en la comunión con el Señor Jesús, para ser testigos de su amor, en el que reside el secreto de la alegría», Benedicto XVI subrayó el ejemplo de san Alberto Hurtado como impulso para llevar la luz de Cristo en la sociedad actual, sin frontera alguna:

 

«Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en el rezo del Ángelus, en particular a mis Hermanos Obispos de Chile, al Señor Presidente de la República y altas Autoridades, así como a los numerosos chilenos que han venido para la canonización del Padre Alberto Hurtado. Que el ejemplo del nuevo Santo sea un estímulo para los católicos chilenos y también para los otros Países de América Latina a ser portadores de la luz de Cristo en la sociedad actual.

 

 

 

La pala se hunde en la tierra dura, para el cimiento de un hogar. Las manos firmes son guiadas por una inteligencia brillante, solidamente formada, unida a un corazón inmenso que es el motor de todo. A su alrededor crece el júbilo, la alegría sencilla, la exclamación admirativa y feliz, porque los niños de la calle tendrán “El Hogar de Cristo”. Mientras el jesuita con una sonrisa de oreja a oreja expresa para sí y su Señor: “Contento, Señor contento”. Es criticado y calumniado. Las dificultades son incontables y enormes, pero el amor imbatible es el del mismo Jesús.

 

Alberto Hurtado Cruchaga, santo, vivió y trabajo en Chile la primera mitad del siglo XX, y dio el puntapié inicial a la obra que hoy cobija a 27 mil personas y a la investigación y reflexión intelectual sobre la cuestión social. “El pobre es Cristo”. Su memoria es el 18 de agosto.

 

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