Obispos católicos de México pidieron hoy al Gobierno frenar una campaña de violencia atribuida a presuntos narcotraficantes, que en los últimos tres meses ha dejado más de 250 muertos, incluidos dos periodistas. Alertaron que el crimen organizado puede estar desbordando a las autoridades en diversas regiones del país. «El Gobierno y los otros poderes públicos deben frenar este desfile de crímenes y evitar el riesgo de una descomposición social a manos de los delincuentes», dijo el obispo de la norteña ciudad de Saltillo (capital del estado de Coahuila), monseñor Raúl Vera. Asimismo, el Estado «debe evitar la impunidad en torno a las ejecuciones atribuidas al crimen organizado y castigar las violaciones a los derechos humanos», señaló monseñor Vera, también activista humanitario y defensor de los inmigrantes. Por su parte, el obispo de la ciudad de Culiacán (oeste), monseñor Benjamín Jiménez, dijo a la prensa que «es necesario ponerle un alto a esta violencia que nos preocupa a todos». En Culiacán y otras localidades de estado de Sinaloa se registra una ola de asesinatos selectivos que las autoridades atribuyen a los traficantes de cocaína y otros criminales organizados. Al menos 190 personas han muerto en la región en los últimos dos meses, en coincidencia con la intensificación de la guerra entre bandas mafiosas rivales, de acuerdo con las autoridades. Otros obispos del norte de México también llamaron hoy a terminar con la violencia, después de que falleciera el sábado en la ciudad de Nuevo Laredo, fronteriza con EEUU, la periodista Guadalupe García Escamilla, baleada por desconocidos el pasado día 5. Casos como ese «ofenden gravemente a Dios y a la sociedad mexicana, por lo que deben terminar para volver al camino de la reconciliación entre los hermanos», señaló a emisoras de radio un portavoz del obispado de Nuevo Laredo.

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