Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.

Evangelio Diario y Meditación

+Santo Evangelio:

Evangelio según San Juan 14,1-6. 

Jesús dijo a sus discípulos: 

«No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. 

En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. 

Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. 

Ya conocen el camino del lugar adonde voy». 

Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?». 

Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.» 

+Meditación:

San Agustín ut supra

    Pero, ¿cómo va a prepararles lugar, si ya hay muchas mansiones? Pero aún no están en la forma en que deben prepararse, porque tiene que preparar en las obras las mansiones mismas que ya había preparado por medio de la predestinación. Ya lo están en cuanto a la predestinación, porque de otra manera hubiera dicho: Iré y prepararé (esto es, predestinaré). Pero como no lo están por las obras, añade: «Y cuando hubiere ido y preparado a vosotros el lugar». Prepara ahora mansiones preparando moradores para ellas. En efecto, cuando dice: «En la casa de mi Padre hay muchas mansiones», ¿qué otra cosa creemos que es la casa de Dios sino el templo de Dios? Del cual dijo el Apóstol: «Se ha hecho el templo de Dios, que sois vosotros» ( 1Cor 3,17). Esta casa de Dios se edifica y se prepara aún. Pero, ¿cómo es que se va a prepararlas, cuando a nosotros es a quienes tiene que preparar y no puede hacerlo dejándonos? Mas esto significa, que para que aquellas habitaciones se preparen es necesario que el justo viva de la fe; porque si ves, ya no hay fe. Se va, pues, para no ser visto; se oculta para que se crea. Entonces se prepara el lugar si se vive de la fe. Que se desee en la fe, para poseerlo en el deseo. Y si lo entiendes bien, no se aparta ni de donde viene ni del lugar a donde va. Va ocultándose y viene poniéndose de manifiesto. Pero si no permanece reinando en nosotros para que vivamos perfeccionándonos, no se nos preparará lugar donde podamos vivir gozando.

              

                 

                                                                                                   

+Comunión Espiritual: 

  Dices: «Venid a mí todos los que tenéis trabajos y estáis cargados, que yo os recrearé» (Mt 11,28). ¡Oh dulce y amable palabra en los oídos del pecador! ¡Que tú, Señor Dios mío, convidas al pobre y al mendigo a la comunión de tu santísimo cuerpo!  Mas, ¿quién soy yo, Señor, para que presuma llegar a ti? Veo que no cabes en los cielos de los cielos, y tú dices: «¡Venid a mí todos!”.  ¿Qué quiere decir esta tan piadosísima dignación y este tan amistoso convite? ¿Cómo osaré llegarme yo que no reconozco en mí cosa buena en que pueda confiar? ¿Cómo te hospedaré en mi casa yo, que tantas veces ofendí tu benignísima presencia? Los ángeles y arcángeles tiemblan; los santos y justos temen, y tú dices: «!Venid a mí todos!”. Si tú, Señor, no dijeses esto, ¿quién lo creería?  Y si tú no lo mandases, ¿quién osaría llegarse a ti?” (Imitación de Cristo, IV)