Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo
Evangelio Diario y Meditación
+Santo Evangelio:
Evangelio según San Marcos 9,41-50.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.
Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.
Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Porque cada uno será salado por el fuego.
La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros».
+Meditación:
San Agustín, de civitate Dei, 21, 9
Los que quieren referir estos dos dolores, el fuego y el gusano, al espíritu y no al cuerpo, dicen que quema este dolor al espíritu separado del reino de Dios, como arrepentido tarde e infructuosamente, y que puede referirse al fuego, según estas palabras del Apóstol: «¿Quién sufre escándalo sin que yo me abrase?» ( 2Cor 11,29). Juzgan igualmente que por el gusano se ha de entender el mismo dolor, conforme a lo que se lee en los Proverbios donde dice: «Como la polilla al vestido, y el insecto al madero, así la melancolía daña al corazón del hombre» ( Prov 25,20 Vulg.). Los que no dudan que haya penas para el espíritu y el cuerpo en aquel suplicio, afirman que la del cuerpo es el fuego y el del espíritu la melancolía que a manera de gusano lo roe, por decirlo así. Lo cual es más de creer, porque parece absurdo que no haya allí dolor para el cuerpo o para el espíritu. Aunque yo juzgo más probable que se refieran ambos dolores al cuerpo más bien a que ninguno de los dos, puesto que las Sagradas Escrituras nada dicen del dolor del espíritu, siendo natural que de rechazo, o por repercusión, atormente al espíritu el dolor del cuerpo. El lector puede pensar sobre esto lo que más le plazca, dando al cuerpo la pena del fuego y la del gusano al espíritu, en sentido propio la primera y en figura la última, o refiriendo ambas al cuerpo en sentido propio. Porque los animales pueden vivir también en el fuego, abrasándose sin consumirse, sufriendo sin morir, por un milagro del Creador Omnipotente.
«Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtale», etc.
+Comunión Espiritual:
Dices: «Venid a mí todos los que tenéis trabajos y estáis cargados, que yo os recrearé» (Mt 11,28). ¡Oh dulce y amable palabra en los oídos del pecador! ¡Que tú, Señor Dios mío, convidas al pobre y al mendigo a la comunión de tu santísimo cuerpo! Mas, ¿quién soy yo, Señor, para que presuma llegar a ti? Veo que no cabes en los cielos de los cielos, y tú dices: «¡Venid a mí todos!”. ¿Qué quiere decir esta tan piadosísima dignación y este tan amistoso convite? ¿Cómo osaré llegarme yo que no reconozco en mí cosa buena en que pueda confiar? ¿Cómo te hospedaré en mi casa yo, que tantas veces ofendí tu benignísima presencia? Los ángeles y arcángeles tiemblan; los santos y justos temen, y tú dices: «!Venid a mí todos!”. Si tú, Señor, no dijeses esto, ¿quién lo creería? Y si tú no lo mandases, ¿quién osaría llegarse a ti?” (Imitación de Cristo, IV)