Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente
Evangelio Diario y Meditación
+Santo Evangelio
Evangelio según San Juan 6,51-58.
Jesús dijo a los judíos:
«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo».
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?».
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente».
+Meditación:
San Francisco de Sales
Introducción a la vida devota, III, 8
El santo e ilustre patriarca José, cuando mandó a sus hermanos que regresaran a Egipto, a la casa de su padre, sólo les hizo esta advertencia: “No os encolericéis por nada durante el camino” (Gn 45,24). Yo os digo lo mismo: esta miserable vida no es otra cosa que un camino hacia la vida bienaventurada; en este camino no os encolericéis pues, por nada, los unos con los otros, caminemos con el grupo de nuestros hermanos y compañeros suave y pacíficamente. Mas, os digo claramente y sin excepción, no os encolericéis en absoluto, por nada, si es posible, y bajo ningún pretexto no queráis abrir la puerta de vuestro corazón a los iracundos. Porque san Jaime dice clara y llanamente que “la ira del hombre no produce la justicia que Dios quiere” (1,20).
Hay que resistir fuertemente al mal y reprimir los vicios, de manera constante y valiente, pero dulce y pacíficamente, de aquellos a quienes tenemos a nuestro cuidado … No produce tanto efecto la corrección que sale de la pasión, aunque sea con razón que la que no tiene otro origen que la sola razón. Si la cólera llega hasta la noche i “el sol se pone conservando nuestro resentimiento” (Ef 4,26), llegando a convertirse casi en odio, ya es difícil encontrar un medio para deshacerla. Porque se nutre de mil falsas persuasiones, puesto que jamás un hombre encolerizado piensa que su cólera es injusta.
Porque es mejor intentar vivir sin ira que querer usar de ella con moderación y sabiamente, y cuando por imperfección o debilidad nos vemos sorprendidos por ella, es mejor rechazarla rápidamente que querer entablar diálogo con ella.
+Comunión Espiritual:
De Santa Margarita María Alacoque: “Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.
+Mes del Sagrado Corazón
Oración Inicial
Rendido a tus pies, ¡Oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña, de continuo, tu adorable Corazón, te pido humildemente, la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo. Para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen ama y sirven. Mira que soy muy pobre dulcísimo Jesús y necesito de vos como el mendigo de a limosna que el rico le ha de dar, mira que soy muy rudo oh! Soberano maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas para luz y guía de mi ignorancia. Mira que soy muy débil, oh! Poderoso amparo de los débiles y necesito apoyarme en vos para no desfallecer. Sé todo para mí, Sagrado corazón: Socorro de mis miserias, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. Tú me alentaste y convidaste cuando con tan tiernos acentos dijiste, repetidas veces en tu Evangelio: “Venid a Mí, aprended de Mí, pedid, llamad…” a las puertas de tu corazón vengo hoy, y llamo, pido y espero. Del mío te hago formal y decidida entrega: tómalo vos, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer digno en le tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Oración Final:
¡Oh Jesús! Yo consagro mi corazón , colocadle en el Vuestro, pues sólo en Él quiero vivir y sólo a Él quiero amar; en vuestro Corazón quiero vivir desconocido del mundo y conocido de Vos solo, en este Corazón beberé los ardores del amor que consumirán el mío; en Él encontraré la fuerza., la luz, el calor y el verdadero consuelo. Cuando el mío esté desfallecido, Él me reanimará, cuando inquieto y turbado, Él me tranquilizará.
¡Oh Corazón de Jesús!, haced que mi corazón sea el altar de vuestro amor; que mi lengua publique vuestra bondad, que mis ojos estén siempre clavados en vuestra llaga; que mi espíritu medite vuestras adorables perfecciones; que mi memoria conserve siempre el precioso recuerdo de vuestras misericordias; que todo en mí exprese mi amor a vuestro Corazón ¡oh Jesús!, y que mí corazón esté siempre pronto a sacrificarlo todo por Vos.
¡Oh Corazón de María!, el más amable después del de Jesús, el más compasivo, el más misericordioso de todos los corazones, presentad a vuestro Hijo nuestra consagración, nuestro amor, nuestras resoluciones. Él se enternecerá a la vista de tantas miserias y nos librará de ellas; y después de haber sido nuestro refugio y nuestra protectora sobre la tierra, ¡oh Madre de Jesús! seréis nuestra Reina en el cielo. Amén.
V: ¡Sagrado Corazón de Jesús!
R: ¡En Vos confío!
V: ¡Oh dulce Corazón de María!
R: ¡Sed la salvación mía!
V: ¡Glorioso Patriarca San José!
R: ¡Rogad por nosotros!