El que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado

 

+Santo Evangelio

Evangelio según San Mateo 23,1-12. 

Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:

«Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; 

ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. 

Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. 

Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; 

les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, 

ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente. 

En cuanto a ustedes, no se hagan llamar ‘maestro’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. 

A nadie en el mundo llamen ‘padre’, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. 

No se dejen llamar tampoco ‘doctores’, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. 

Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, 

porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado». 

+Meditación

(Iluminando el sentido de las Escrituras con los Santos, los Padres de la Iglesia  y el Magisterio)

Orígenes 

 Homilia 24 in Matthaeum

Y si alguno predica la palabra divina, sabiendo que Jesucristo es quien la hace fructificar, que no quiera llamarse maestro, sino ministro. Por esto sigue: «El que es mayor entre vosotros, será vuestro siervo». El mismo Jesucristo, siendo verdaderamente maestro, se presentó como ministro, cuando decía: «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» ( Lc 22). Después de todo añadió para aquellos a quienes prohibió el deseo de la vanagloria: «Porque el que se ensalzare será humillado, y el que se humillare, será ensalzado».                                                                                                                                

+Comunión Espiritual

  Dices: «Venid a mí todos los que tenéis trabajos y estáis cargados, que yo os recrearé» (Mt 11,28). ¡Oh dulce y amable palabra en los oídos del pecador! ¡Que tú, Señor Dios mío, convidas al pobre y al mendigo a la comunión de tu santísimo cuerpo!  Mas, ¿quién soy yo, Señor, para que presuma llegar a ti? Veo que no cabes en los cielos de los cielos, y tú dices: «¡Venid a mí todos!”.  ¿Qué quiere decir esta tan piadosísima dignación y este tan amistoso convite? ¿Cómo osaré llegarme yo que no reconozco en mí cosa buena en que pueda confiar? ¿Cómo te hospedaré en mi casa yo, que tantas veces ofendí tu benignísima presencia? Los ángeles y arcángeles tiemblan; los santos y justos temen, y tú dices: «!Venid a mí todos!”. Si tú, Señor, no dijeses esto, ¿quién lo creería?  Y si tú no lo mandases, ¿quién osaría llegarse a ti?” (Imitación de Cristo, IV)  

 

 

 

REFLEXIÓN MATINAL:   Todos deben humillarse

 

 

 

Ejercicio Espiritual R. P. Marcos Pizzariello:  Los Pastores