El que los escucha a ustedes, me escucha a mí
Evangelio Diario y Meditación
+Santo Evangelio
Evangelio según Lucas 10,13-16.
¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza.
Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.
El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió».
+Meditación:
Crisóstomo
Deplora el Señor estas ciudades para nuestro ejemplo, porque la efusión de lágrimas y los gemidos tristes sobre los que padecen insensibilidad de dolor, no es pequeño antídoto para la corrección de los pacientes y para el consuelo de los que lloran sobre ellos. No sólo los invita a obrar bien por medio del llanto, sino también por el terror. Por lo que sigue: «Por eso para Tiro y Sidón habrá menos rigor», etc. También nosotros debemos oír esto, porque el juicio más riguroso no será sólo para aquellas ciudades, sino también para nosotros, si no recibimos a los huéspedes que vienen a nosotros, a quienes manda también que sacudan el polvo en este caso. Además, como el Señor había hecho muchos milagros en Cafarnaúm y lo habían tenido como habitante, parecía elevada sobre las demás ciudades; pero por su incredulidad cayó en las ruinas. Por esto sigue: «Y tú, Cafarnaúm, ensalzada hasta el cielo, hasta el infierno serás sumergida». Esto es, para que tu castigo sea proporcionado a tu elevación.
+Comunión Espiritual:
De Santa Margarita María Alacoque
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.