Yo he venido a traer fuego sobre la tierra
Evangelio Diario y Meditación
+Santo Evangelio
Evangelio según San Lucas 12, 49-53.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.
De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres:
el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».
+Meditación:
San Ambrosio
A los administradores -esto es, a los sacerdotes- es a quienes parece referirse lo que precede, para que sepan que habrán de padecer terriblemente en la otra vida, si cuidándose sólo de las diversiones mundanas, se olvidan de gobernar bien la grey del Señor que les ha sido encomendada. Pero como el separarse del error por miedo al castigo es poco adelanto, así es mayor la prerrogativa de la caridad y del amor. Por esto el Señor los excita a desear poseer a Dios, diciendo: «Fuego vine a poner a la tierra». No aquél que consume los bienes, sino el que produce la buena voluntad que mejora los vasos de oro de la casa del Señor y reduce a cenizas el heno y la paja.
+Comunión Espiritual:
De Santa Margarita María Alacoque
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.