Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona!


Evangelio Diario y Meditación

+Santo Evangelio

Evangelio según San Lucas 17,1-6. 

Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! 

Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. 

Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. 

Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, perdónalo». 

Los Apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». 

El respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, ella les obedecería.» 

+Meditación:

San Ambrosio

De modo que no debe ser difícil el perdón ni completa la indulgencia, ni la corrección ha de ser tan rígida que desanime, ni ha de haber connivencia que invite a pecar. Por esto dice también en otro lugar (Mt 18,15): «Corrígele estando a solas tú y él», porque aprovecha más la corrección amiga que la acusación violenta. Aquélla inspira la vergüenza, ésta excita la indignación. Considere más bien lo que tema perder el que es amonestado, porque es bueno efectivamente, que el que es corregido te crea más bien amigo que enemigo; ya que así se atiende a los consejos más fácilmente que se sucumbe a la injuria. El temor es mal custodio de la perseverancia y el pudor, por el contrario, enseña a tenerla, porque el que teme se reprime, pero no se enmienda. Muy oportunamente dijo: «Si pecare contra ti», porque hay gran diferencia entre pecar contra Dios y pecar contra el hombre.

+Comunión Espiritual

De Santa Margarita María Alacoque

  “Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.