Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación

Evangelio Diario y Meditación

+Santo Evangelio

Evangelio según San Lucas 17,20-25. 

Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: «El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’. Porque el Reino de Dios está entre ustedes». 

Jesús dijo después a sus discípulos: «Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. 

Les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’, pero no corran a buscarlo. 

Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. 

Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación.» 

+Meditación:

San Eusebio

Si cuando venga el Anticristo, llega a ser tan grande su fama como si fuere Jesucristo quien hubiere aparecido, no salgáis ni le sigáis, porque es imposible que aquél que fue visto en la tierra una vez, vuelva a verse en la estrechez de ella. Por tanto, éste será aquél de quien se dice: no es el verdadero Cristo. La señal manifiesta de la segunda venida de nuestro Salvador lo es que el brillo que acompañará a su venida, llenará de repente el mundo entero. Por esto sigue: «Porque como el relámpago, que relumbrando en la región inferior del cielo resplandece por todas partes, así también será el Hijo del hombre», etc. Por tanto, no aparecerá andando sobre la tierra como un hombre común (o vulgar), sino que brillará sobre todos nosotros por todas partes, manifestando a todos la grandeza de su divinidad.            

+Comunión Espiritual:

De Santa Margarita María Alacoque

  “Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.