Habla un cura que se enfrenta «cara a cara» contra el demonio


El coronavirus lo dejó al borde de la muerte pero

pudo volver a ponerse en pie…


“Por supuesto que existe el demonio, yo me he enfrentado con él cara a cara. Pero, jamás tuve miedo”, contó el padre Ramón Carrizo, el único sacerdote referente para hacer exorcismos en la Arquidiócesis de Rosario, y quien desde hace seis meses está internado a causa del Covid.

“Cada vez que hablo de este tema me llama mucha gente porque existe una enorme necesidad de liberaciones y sanaciones”, confesó desde el lugar donde se está reponiendo. Es que el coronavirus lo dejó al borde de la muerte y recién esta semana pudo volver a ponerse en pie.

Sereno, habló con La Capital y rememoró sus 37 años de experiencia carismática en Villa Constitución. Allí conoció y se involucró plenamente en la Renovación Carismática, donde descubrió de un modo asombroso “el poder de Dios que obra verdaderos prodigios: sanaciones y liberaciones. Las liberaciones, aclara, equivalen a exorcismos simples, por los efectos que producen y se distinguen del exorcismo litúrgico”. Al respecto, afirmó: “He visto escenas terribles. No es exagerado lo que muestran las películas. Por más que muchos quieran negarlo o ignorarlo, el demonio existe. Lo dice la Palabra de Dios y yo les aseguro que sí, y que está empeñado en hacernos mucho mal, en cambio Dios nos quiere felices”.

El sacerdote, de 73 años explicó que el demonio actúa de diferentes maneras. La menor cantidad de veces toma posesión de la persona y es allí donde interviene el sacerdote con “toda la artillería”: crucifijo, Rosario,agua bendita, el ritual, que contiene la Palabra de Dios y las oraciones específicas. Pero, la mayor parte de los casos es la de quienes necesitan una liberación por la oración, no por un exorcismo solemne, es decir que reclaman liberarse de daños, influencias maléficas y otros males, como el peso del resentimiento o del odio.

“Muchas curaciones psicológicas, emocionales y hasta físicas se dan después de que la persona se libera espiritualmente de los rencores o de heridas del pasado. En esos casos hago una liberación a través de la oración, pero solo “funciona” si la persona está predispuesta a cambiar, y si quiere recibir a Dios. Recién entonces se produce la liberación o la transformación, y la gente recupera la paz. En más de un caso he visto cómo se sana, incluso físicamente”, contó el cura que es testigo de curaciones de cánceres, y de quienes volvieron a caminar al recibir una oración de liberación.

Carrizo explicó que no todo sacerdote es exorcista, aunque “todos tienen el poder de brindar toda la ayuda de la Iglesia para sanar a las almas y ofrecerles medios para verse libres de influencias diabólicas. El ejercicio de este ministerio supone una serie de condiciones y una de ellas es que “para el exorcismo solemne se requiere la autorización del obispo”, destacó.

Los poseídos

Carrizo nació en Goya, pero ejerció su ministerio en la Arquidiócesis de Rosario, hasta hace poco era el párroco de la iglesia Nuestra Señora de Fátima, de Villa Constitución. Allí llegaban personas con todo tipo de malestares donde la acción del demonio era manifiesta.

“En un exorcismo te encontrás, a veces, no siempre, con personas totalmente enajenadas. Ante la presencia de lo sagrado, el demonio se pone furioso y, en general, la persona poseída empieza a gritar, con una voz que no es propia, chilla, se estremece y hasta larga espuma por la boca. Muchas veces intenta golpearme, pero nunca lo consiguió. Lo que sí me pasa casi siempre es que me insulta muchísimo, me desprecia, pero no tengo miedo”, relató Carrizo, quien suele ir acompañado por otras personas de la Iglesia para apoyar con la oración y de cualquier otra manera esa obra de misericordia.

Sin embargo, no puede ir cualquiera a acompañar al sacerdote porque “no todos soportan esas situaciones, son muy feas y la gente se impresiona, se estremece cuando ve la escena”. Pero, Carrizo no pierde la calma. Armado con su estola, el crucifijo, el agua bendita y el ritual, comienza a recitar las oraciones litúrgicas en nombre de la Iglesia, “no en nombre propio”, aclaró, y así el demonio deja en paz a la persona poseída.

“Podría contar muchos testimonios. Recuerdo el caso de una chica de 16 años, que gruñía con una voz tan gruesa que no podía ser humana, gritaba como un chancho. Estaba en el suelo de espalda y se movía, se desplazaba como una víbora, estaba inconsciente. Al hacerle una oración de liberación, el Señor obró y quedó totalmente bien. Fue una transformación total”, rememoró el sacerdote.

Los casos de posesión son los menos frecuentes. Lo que abundan son ataduras o ataques. “Hay gente con afecciones interiores, psicológicas o físicas cuya causa se debe a intervenciones del demonio. He presenciado cómo enfermos de cáncer o con parálisis graves recuperan la salud después de una oración de liberación. Es porque estaban atados a algo maligno”, explicó el sacerdote quien aclaró: “Esto no significa que no hay que ir al médico o al psicólogo. El tema es cuando hay quienes deambulan por diversos profesionales, durante muchos años, y no consiguen curarse de ninguna manera. Esos son los casos en los que tal vez se necesita una sanación interior o una liberación”.

Cuando Carrizo habla de “liberación” se refiere a una intervención de Dios que cambia la situación de la persona y llega a transformarle la vida. “Es como si se derribara un muro e irrumpe de pronto toda la vida y la luz de Dios. Se descubre un camino de felicidad sobrenatural en medio de las situaciones difíciles de la vida”, explicó.

El infierno existe

“Claro que el infierno existe, es un lugar donde no está Dios. Aquí quiero aclarar que cada uno elige si quiere o no estar con Dios. Los que no lo desean van al infierno porque así lo han decidido. Dios no es un vengador, él nos da a elegir y cada uno hace su opción. Hay mucha confusión e ideas erradas de Dios, pero eso también es fruto de la ignorancia del plano de la fe y de la acción del demonio”.

“Involucrarse en prácticas esotéricas, consultar a brujos o videntes no es gratis, contamina a las personas porque esas cosas son “puertas” por las que entra la influencia del demonio. También hay quienes hacen pactos con el diablo para conseguir algo y luego empiezan a sufrir dolencias físicas o psíquicas sin causa aparente”, explicó Carrizo.

“El demonio trabaja con el engaño y el miedo. Hay quienes tienen pánico de cortar con aquello que los tiene atrapados, y por eso hay gente que no puede vivir sin un amuleto o una superstición, amistades tóxicas o ambientes que dañan; hay que cortar del todo para conseguir liberarse”.

Pero, para eso, la persona debe estar dispuesta a hacerlo: “Se deben dar algunas condiciones, como el rechazo a lo que se está haciendo mal y el deseo de recibir la ayuda de Dios. Esa es la forma de recuperar la paz. Si una persona no está dispuesta a hacer este cambio, ningún exorcismo tendrá efecto”, afirmó.

“Es necesario elegir el camino de los 10 mandamientos, eliminar el pecado, el rencor, cortar con lo negativo y disponerse hacia lo positivo; buscar la fortaleza de Dios que está en la gracia, que llega a través de los sacramentos, por eso la confesión es algo realmente liberador y sanador, y por supuesto la Eucaristía tiene un valor que no llegamos a darnos cuenta, no alcanzamos valorar su infinito potencial”, detalló.

El perdón, la sanación y la alegría.

“Me suelo encontrar con gente que sufre algún mal, que no detecta la causa de su dolencia, o que no tiene paz y, cuando se va al fondo de la cuestión, la causa es que no ha podido perdonar y hay mucho rencor. Esas personas se liberan cuando logran perdonar desde Cristo con su mismo amor. Es un camino a veces largo, que se hace con acompañamiento y oración, y soy testigo de curaciones físicas que se dieron cuando las personas perdonaron. Lo que sucede es que si alguien se abre con fe al poder y al amor de Dios, él le regala una fuerza y una alegría que va más allá de todo. Me acuerdo del caso de un hombre que padecía de una úlcera sangrante, de muchos años, crónica, y por más tratamientos que hacía no se curaba. Al hacerle oración imponiendo las manos como nos enseñó Jesús, salió que guardaba un terrible odio a una persona que lo había hecho despedir del trabajo. l lo reconoció con humildad, se arrepintió y perdonó de corazón. A partir de allí ocurrió la sanación, se cerró la úlcera. Aquí se conjugan por un lado el poder de Dios que obra maravillas sanando, restaurando, y la disposición del enfermo”, sumó el sacerdote.

“Es admirable ver cómo cambia la gente, y cuando alguien se dispone a recibir la gracia de Dios ésta llega en abundancia. Se dan muchas bendiciones en esas vidas, pero es clave estar receptivos y querer aprender a caminar de nuevo y empezar una nueva vida”.

El Aborto

“Quiero decir que el aborto es algo demoníaco, al igual que todo lo relacionado con la cultura de la muerte, es lo que logra el diablo. En cambio nuestro Dios es un Dios de vida, de luz, de paz, de felicidad. Y es muy duro ver tantas mujeres que sufren mucho después de un aborto. A ellas también las tiene que atender el sacerdote y ayudarlas a sanar las secuelas que deja el aborto, de las que no se quiere hablar porque ahora se promociona el aborto. En estos casos también es fundamental que puedan perdonarse, y perdonar a quienes las indujeron a llegar a esa instancia.

María

“El rol de la Virgen María es importantísimo en la lucha contra Satanás. Ella es quien, trayendo a Jesucristo, nuestro divino Salvador, le aplastó la cabeza, y lo sigue haciendo; por eso la detesta y todo lo que tenga que ver con ella, como por ejemplo el Santo Rosario. Siempre en conveniente llevar estampas de la Virgen porque contra la Virgen María el demonio no puede hacer nada”, concluyó el sacerdote, quien, por cuestiones de salud, no podrá atender pastoralmente hasta que logre recuperarse.


FUENTE: La Capital (Argentina)