WASHINGTON (FD).-El cardenal y ex arzobispo de Washington James A. Hickeya, que ejerció su misión Episcopal durante dos décadas, murió el domingo a los 84 años. El Cardenal se volvió una figura crucial al manejar con el gobierno estadounidense asuntos que afectaron a la Iglesia Católica en Centroamérica. Monseñor Hickey fue conocido por su cercanía a los inmigrantes en la zona de Saginaw, Michigan, dijo el secretario de Hickey, monseñor Kevin T. Hart. «El será recordado por su trabajo con los pobres», dijo Hart, padre en la iglesia de Santa Ana, en Washington. Dos de cuatro monjas asesinadas en El Salvador en 1980, el año en que Hickey fue traído a Washington, estuvieron bajo su jurisdicción cuando era obispo de Cleveland. Hickey había viajado alguna vez en la camioneta en que las monjas fueron asesinadas. También en 1980, Hickey asistió al entierro tumultuoso de su amigo asesinado, el arzobispo salvadoreño Oscar Romero, cuya muerte precipitó la guerra civil de 12 años que acabó en 1992. En su diócesis, estableció un centro para la importante población hispana de la zona y amplió fuertemente los servicios sociales católicos, como escuelas católicas, redes para atención médica y ayuda legal para los pobres. Esos servicios atendieron no sólo a los pobres de Washington, sino también a las personas de las áreas rurales del sur de Maryland, dijo el obispo William Lori, de Bridgeport, Conecticut. Como uno de los 13 jerarcas religiosos estadounidenses que integran el colegio cardenalicio, Hickey encabezó la diócesis de Washington de 1980 al 2000. Murió en una residencia para ancianos de Washington después de que «su salud se deterioró lentamente durante el último año», dijo Susan Gibbs, la portavoz de la diócesis. Nacido el 11 de octubre de 1920 en Midland, Michigan, Hickey se ordenó sacerdote hace 58 años y fue elevado al rango de cardenal en 1988, ocho años después de que fue nombrado arzobispo de Washington. En el proceso de selección como cardenal, Hickey expresó humildad y apreciación por el Papa. «En los años que quedan, me esforzaré por ser un pastor afectuoso, un maestro fiel, un padre y hermano amoroso y un verdadero servidor de las personas de dios en el Distrito de Columbia y los cinco condados de Maryland», dijo Hickey luego de ser nombrado cardenal. «Yo estoy honrado de verdad y profundamente agradecido de que nuestro Santo Padre, el Papa Juan Pablo II, me haya escogido para servir como cardenal de la Iglesia».

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