Cada vez que nos comportamos así, «hacemos la misma cosa que hizo Judas»


«Los chismes pueden matar, porque matan la fama de las personas»


¿Que haces con las confidencias, los testimonios o los comentarios que te hacen?

El Santo Padre aseguró que las «habladurías matan», en uno de los pasajes de su reflexión durante el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro.

El Papa explicó que «cuando decimos que una persona tiene la lengua de serpiente, queremos decir que sus palabras matan».

«Jesús nos recuerda que también las palabras pueden matar. Por lo tanto, no sólo no se debe atentar contra la vida de los demás, sino tampoco derramar sobre él el veneno de la ira y golpearlo con la calumnia», agregó.

«Los chismes pueden matar, porque matan la fama de las personas», agregó ante los miles de fieles que acudieron a la plaza de San Pedro.

El modo de proponer y relacionar el tema de la murmuración con la figura de Judas, el apóstol traidor, resulta completamente original. Y esto es lo que hizo el Papa Francisco en una homilía del miércoles santo. La homilía no ha sido transcrita tampoco en el idioma original en que la pronunció (el iitaliano) pero, afortunadamente, L´Osservatore Romano logró hacerse con los pasajes más valiosos de las palabras del Vicario de Cristo. El texto es éste:

Nunca hablar mal de los demás

Hablar mal de alguien equivale a venderlo. Como hizo Judas, que vendió a Jesús por treinta denarios. Y precisamente partiendo del pasaje del Evangelio de Mateo que anuncia la traición de Judas Iscariote, en la breve homilía de la misa celebrada el miércoles 27 de marzo en la capilla de la «Domus Sanctae Marthae», el Papa  puso en guardia ante el chisme. Con una invitación explícita: «Nunca hablar mal de otras personas».

El Papa quiso hacer una reflexión sobre el gesto realizado por Judas, uno de los amigos de Jesús, que no duda en venderlo a los jefes de los sacerdotes. «Jesús es como una mercancía: es vendido. Es vendido en aquel momento -subrayó- y muchas veces también en el mercado de la historia, en el mercado de la vida, en el mercado de nuestra vida. Cuando nosotros optamos por los treinta denarios, dejamos a Jesús de lado».

Cuando hablar se convierte en habladuría, murmuración, -según el Papa- «esto es una venta» y la persona que está en el centro de nuestra murmuración «se convierte en una mercancía. No sé por qué -dijo el Pontífice- pero existe una alegría oscura en el chisme». Se comienza con palabras buenas, «pero luego viene la murmuración. Y se empieza a despellejar al otro».

Deberíamos pensar que cada vez que nos comportamos así, «hacemos la misma cosa que hizo Judas», que cuando fue a los jefes de los sacerdotes para vender a Jesús, tenía el corazón cerrado, no tenía comprensión, no tenía amor, no tenía amistad.

Así, el Papa Francisco volvió a uno de los temas que él más quiere, el del perdón: «Pensemos y pidamos perdón», porque aquello que hacemos al otro, al amigo, «lo hacemos a Jesús.

Porque Jesús está en ese amigo». Y si nos damos cuenta de que nuestro hablar puede hacer mal a alguien, «recemos al Señor, hablemos con el Señor de esto, por el bien del otro: Señor, ayúdale». No debo ser yo -concluyó- quien «haga justicia con mi lengua. Pidamos esta gracia al Señor».


Intrigante: Conspirador, maniobrero, trapisondista, insidioso, urdidor, misterioso, enigmático, curioso…


Quien intenta llegar a sus metas, asegurar su estatus, rango o evitar las dificultades con intrigas, murmuraciones y desacreditando ya abandonó la posibilidad y capacidad conducción y auténtico logro para su vida o para los demás. Inunda sus posibilidades reales de la polilla de la mentira y la malicia. Corrompe lo que podría haberse alcanzado noble y honestamente. Las envidias, celos y ambiciones son los ´dolos que siempre gobernaran su corazón y sus obras.

Hay una forma  lamentable de comportamiento que generalmente manifiesta el bajo nivel de vida cristiana, espiritual y humana. Esto se debe  no solo a que la vida interior se reduce a súplicas y necesidades que se buscan alcanzar desde el altísimo, sino más bien por que la perspectiva de vida que se tiene no es conforme a la Bienaventuranzas que Cristo nos predica en el Evangelio.

Quien tiene una mirada superficial y terrenal de la vida, de la sociedad o de la Iglesia, se limita a una serie de parámetros y prácticas exteriores que bien desarrolladas y realizadas, se transforman en causa de gloria personal y no en la búsqueda de gloria de Dios y el auténtico bien de la humanidad. Así se termina perdiendo de vista el misterio de la Fe, la búsqueda de la trascendencia y la propia vocación.

Por eso se termina en una actitud de indisponer a unos con otros, criticar y cuestionar las decisiones y acciones de unos, con los que también criticará y cuestionará lo mismo con y sobre los otros. Es ponerse en los dos frentes para cuestionar en ambos al contrario para no perder la confianza de ninguno. Es buscar quitar credibilidad a quienes cuyas palabras y obras nos cuestionan y examinan. Es pretender conservar los lugares, estatus, privilegios y posición que al parecer se ven vulnerados y en peligro, por que las prioridades son distintas a las que se han ambicionado. Verá en la autoridad un enemigo ante el que hay que aparentar y a su prójimo un adversario para utilizar o aplastar.

Lo dramático del caso es que quienes actúan así, gozan de aparentes aprecios, pero que, solo son accidentales y convenientes. Mientras se pueda sostener en virtud de algún legítimo beneficio o para evitar algún daño trivial por que se estará reduciendo el marco a la misma soledad y a la absoluta pérdida de la Fe.

Por lo tanto, después de haberos despojado de toda maldad y de toda falsedad, de las hipocresías y envidias, y de toda clase de murmuración, apeteced, como niños recién nacidos, la leche pura espiritual.


De la primera carta del apóstol san Pedro 1,22–2, 10


Hermanos: Por la obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor fraternal no fingido; amaos, pues, con intensidad y muy cordialmente unos a otros, como quienes han sido engendrados no de semilla corruptible, sino incorruptible, por la palabra viva y permanente de Dios. Porque: «Todo hombre es como hierba, toda su gloria es como flor de heno: se seca el heno y cae la flor, mas la palabra del Señor permanece eternamente.» y esta es la palabra: la Buena Noticia anunciada a vosotros.

Por lo tanto, después de haberos despojado de toda maldad y de toda falsedad, de las hipocresías y envidias, y de toda clase de murmuración, apeteced, como niños recién nacidos, la leche pura espiritual. Con ella podréis crecer hasta alcanzar la salvación, si es que realmente habéis saboreado lo bueno que es el Señor.

Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Por eso se lee en la Escritura: «Ved que pongo en Sión una piedra angular escogida y preciosa. Y quien tenga fe en ella no será defraudado.» Por consiguiente, a vosotros, que tenéis fe, os corresponde el honor; mas, para los que no tienen fe, «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular, y ha venido a ser piedra de tropiezo y roca de escándalo». Y tropiezan en ella porque no tienen fe en la palabra de Cristo, para la cual estaban destinados.

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