(Agencia Fides) – «La Jornada Mundial de la Juventud es una inyección de valores espirituales que podría ayudar a romper el círculo vicioso del alcoholismo y suicidio entre los jóvenes australianos»: ha dicho el Card. Edward Clancy, Arzobispo emérito de Sydney, comentando con entusiasmo la decisión de la Santa Sede de celebrar en Sydney la Jornada Mundial de la Juventud en el 2008. Según el Cardenal, el acontecimiento podrá dar nueva savia a la comunidad católica australiana, pero también constituirá un acontecimiento excepcional para todos los jóvenes australianos, que serán interpelados a la reflexión sobre los valores espirituales, y a un cambio de vida. “Existe un laicismo difuso – ha dicho el Cardenal en una intervención publicada en el sitio australiano Online Catholics – que consiste en dar énfasis a los bienes materiales, al placer, al dinero y las cosas que el dinero puede comprar. Pero, a pesar de los tiempos difíciles para el Cristianismo, la JMJ del 2008 animará a todos los australianos a reexaminar las grandes cuestiones existenciales y el mensaje de Jesucristo. Los jóvenes son vulnerables. La JMJ les dará la oportunidad de pararse y reflexionar sobre las cuestiones de la vida y la muerte, sobre el Evangelio y sobre la llamada de Jesucristo hacia cada hombre». Entre los temas propuestos para la JMJ de Sydiney estça «Tomas tu cruz y sígueme».

Entre los Obispos australianos también ha intervenido Mons. Pat Power, Obispo de Paramatta: según el Prelado la JMJ servirá para proponer de nuevo en Australia una verificación sobre la realización de los desafíos lanzados por el Concilio Vaticano II, sobre todo respecto a la necesidad de implicar principalmente a los laicos en la pastoral y en la evangelización: “la llamada universal a la santidad, que nos entregó el Concilio, anima a cada fiel a ser parte activa de la vida de la Iglesia.» La JMJ, ha dicho el Obispo, será también un momento par verificar y pedir en Australia pasos hacia el ecumenismo y el diálogo interreligioso: «Construir puentes es seguramente hoy una de las tareas del católico”. Además será también un estímulo para hacer a la sociedad australiana más abierta a la integración de elementos externos como son los inmigrantes y los que piden asilo, y más atenta a las franjas sociales más desfavorecidas y marginadas como son los grupos aborígenes.

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