En presencia de 15 mil fieles, el Papa Benedicto XVI realizó hoy, en la audiencia general, su catequesis sobre el Salmo 136, denominado también de «Grande Hallel», por el hecho de ser, según el Pontífice, un gran himno de alabanza que celebra el Señor en las múltiples manifestaciones de su bondad a lo largo de la historia de los hombres. Fue «probablemente recitado también por Jesús en la última Pascua celebrada con los discípulos», explicó el Papa.
Benedicto XVI dijo en audiencia general que la motivacion de la alabanza es el amor eterno de Dios El Salmo 136 representa, según el Pontífice, los muchos prodigios de Dios; sus continuas intervenciones a favor de su pueblo, que se demuestra en la «acción salvífica del Señor». En él, explica Benedicto XVI, el pueblo de Israel expresa la alabanza por el «amor eterno de Dios, un amor que, según el término hebraico utilizado, implica fidelidad, misericordia, bondad, gracia, ternura en relación a su pueblo y a toda criatura». En suma, es una alabanza que «resume toda la historia de la salvación de la creación, por la liberación del éxodo, y el don de la tierra; y continúa hasta nuestros días».
En este sentido, el Pontífice planteó una pregunta: «¿Cómo podemos hacer de este salmo una oración de nuestra vida?». Su respuesta vino en forma de una reflexión improvisada. Según el Papa, la historia de Israel está lejos de nosotros, con todo, quien reseña este salmo debe atenerse a su estructura fundamental que recuerda la bondad del Señor. Aunque «haya tantos valles oscuros, tantos pasajes de dificultad y muerte, Israel recuerda que Dios era bueno y puede sobrevivir a los valles oscuros porque se acuerda, tiene memoria de la bondad de Dios y de su potencia, sabe que su misericordia vale en eterno», explicó.

Y, conforme el Santo Padre, esta memoria de la bondad de Dios es importante para todo nosotros también porque la historia de Israel es historia también para nosotros. «Dios vivió, murió y resucitó por nosotros, permanece con nosotros. Esta bondad de Dios siempre acompañó a los fieles, también estos dos mil años de cristianismo, incluso en los tiempos oscuros del nazismo y el comunismo, Dios nos mostró que es bueno, que su misericordia vale para siempre», observó el Papa.
«De hecho», continuó el Papa en el resumen en portugués, «la motivación fundamental de la alabanza es el amor eterno de Dios: un amor manifestado ya desde el inicio de la creación y que se va reafirmando en los prodigios del Éxodo, en la larga travesía del desierto, en la conquista de la tierra prometida, en los momentos de humillación y desgracia». Por último, dijo el Pontífice, «el Salmo alaba la bondad de Dios, que a todo ser viviente alimenta. Así, sintetiza el amor paternal de Dios por nosotros y nos abre a la promesa de la Eucaristía, el alimento que acompaña nuestra caminata de fe».

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