Siendo Él mismo la fuente de todas las bendiciones, las distribuiría éstas con abundancia dondequiera que se hubiera colocado la imagen de su Corazón

Padre Mateo Crawley SS.CC

(1875-1960)

“Definámosla brevemente: “El reconocimiento oficial y social de la Realeza amorosa del Corazón de Jesús en una familia cristiana”.

Dicho reconocimiento reviste una forma sensible, a saber: se instala definitiva y solemnemente una imagen del Corazón de Jesús en lugar de honor de la casa, ofrendándole ésta sin reservas por un acto de consagración.

Habló el Dios de infinita misericordia y dijo en Paray-le-Monial: “Que siendo Él mismo la fuente de todas las bendiciones, las distribuiría éstas con abundancia dondequiera que se hubiera colocado la imagen de su Corazón, proponiéndose el fin de amarlo y honrarlo” (Vida y obtas de Santa Margarita María, por Mgr. Gautey, M. 296) Y más todavía: “Reinaré a pesar de mis enemigos y de todos cuantos pretendan oponérseme”.

La Entronización es, pues, sencillamente la realización, no de esta o aquella de las peticiones hechas por el Salvador a Santa Margarita María, sino la realización completa, integral de todas ellas, provocando así el cumplimiento de las promesas espléndidas con que las enriqueció el Rey de Amor. Notad que decimos “realización integral” del conjunto de peticiones formuladas en Paray, pues el fin supremo, trascendental, no es, no debe ser el fomentar una de tantas devocioncillas, sino santificar profundamente el hogar, y santificando éste en el espíritu del Sagrado Corazón, convertirlo en el primer trono, trono vivo y social del Rey divino.

En efecto, para transformar y salvar al mundo es de toda necesidad que Navidad, más que una mera fiesta, sea una realidad palpitante y permanente, esto es, que Jesús, el Dios Emanuel,  sea de verás “un Dios con nosotros”, que habite real y efectivamente entre nosotros, sus hermanos los desterrados, mucho más débiles que malos…

No nos engañemos: para llegar un día más o menos próximo al “REINADO SOCIAL DE JESUCRISTO” , reconocido y acatado como Rey que impere con derecho soberano en plena sociedad, nos será preciso rehacer la sociedad actual desde sus cimientos, esto es, reedificarla sobre la base de Nazaret, de la familia profundamente cristiana.

Todo pueblo se revela y aquilata según el valor moral de la familia, pues un pueblo fue siempre, en santidad o en corrupción, lo que el hogar. Esta regla no ha sufrido excepción alguna jamás. Recuerdo, al efecto, lo que un gran convertido me decía: “Padre, no podrá usted nunca exagerar la trascendencia de la cruzada que predica… ya se lo he dicho: los hermanos de la logia masónica a la que pertenecí tantos años… no persiguen sino una cosa, y es descristianizar la familia, conseguido en parte o del todo este objetivo, ya se podría dejar en posesión de los católicos catedrales iglesias y capillas. Qué importan estos monumentos de piedra cuando, para pervertir la sociedad, se han adueñado del santuario del hogar… en la medida en que esta estrategia sectaria tenga éxito, la victoria del infierno será segura. Así he razonado y obrado yo mismo, padre, cuando estaba afiliado a las huestes de la masoneria.” ¡Oh!, será siempre tristemente verdadero aquello del Evangelio: los hijos de este siglo son más sagaces que los hijos de la luz” (Lc. 16, 8).

El gran mal, el mal de males de nuestra sociedad actual, es el haber perdido el sentido de lo sobrenatural, de lo divino…; pero ese mal tiene ciertamente un remedio… ¿Cuál? VOLVER POR EL CAMINO DEL EVANGELIO, VOLVER A NAZARET.

El Señor, sapientísimo, quiso fundar la redención del mundo sobre la piedra angular de la Santa Familia; en ella el Verbo, Jesús, nuestro Hermano, comenzó su obra redentora… No de otra suerte debemos salvar el mundo moderno; vaciémoslo en el molde, tan sencillo como sublime, de Nazaret.

Cuánto se ha hablado, con elocuencia de discursos y de fotografías, de las devastaciones horrendas de iglesias y templos en lo que fue el inmenso campo de batalla de la Gran Guerra… catedrales, monasterios, capillas derruidas por la metralla en el vaivén inevitable de los ejércitos que entrechocaban … ¡Cuánto más espantosa es la ruina moral de la familia cristiana! Porque el templo por excelencia, y el Sagrario, tres veces santo, es el hogar. Las basílicas y catedrales, por artísticas y venerandas que sean, no salvarán al mundo, y sí lo redimirán las familias santas, Nazaret divino.

Ello es lógico; la familia es el manantial de la vida y la primera escuela del niño. De ahí que si se envenena la fuente, perecerá la nación. Lo que pretendemos, pues, en nuestra campaña, es inocular de tal modo profundamente a Jesucristo y la savia de su Amor divino en el hogar, en las raíces mismas de la educación familiar, que el árbol sea, por ende, Jesucristo mismo en flores y frutos.

Ahora bien, la Entronización, bien comprendida, no es en resumen sino Jesús, el Rey de Nazaret, que llega al umbral de las casas en demanda de su puesto: el que de derecho divino le corresponde, el mismo que se le brindaba, en tiempo antiguo, en la villa de Betania… Puesto de honor el suyo, porque es Rey (Jo 18, 37) que en día no lejano, mediante la conquista amorosa de la familia, llegará a reinar sobre el conjunto de ellas – la sociedad; puesto de intimidad en el seno del hogar, porque quiere ser de veras el Amigo (Cant 5, 16), ya que su dulce soberanía la quiere ejercitar sobre todo por su corazón y mediante el cetro blando que fue siempre el del amor…” (…)


Estando el mes de junio tradicionalmente dedicado a honrar en particular al Corazón de Jesús, trascribimos un precioso capítulo del libro “El Estandarte de la Victoria – La devoción al Sagrado Corazón de Jesús y las necesidades de nuestra época”, cuya atenta lectura ciertamente será de gran provecho en la hora presente.

Antes que la presente crisis religiosa afectara los ambientes católicos, una práctica de piedad muy difundida entre los fieles era el apostolado de la Entronización de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares. Ella hace parte de un conjunto de iniciativas que nacieron alrededor de la devoción al Sagrado Corazón, animadas por un espíritu común y destinadas a atender necesidades diversas del apostolado. Esta práctica piadosa es tan importante que, si es emprendida con seriedad, puede regenerar al mundo.

La razón de ello es sencilla. La familia es la primera de las sociedades naturales y, desde varios puntos de vista, es también la más importante. De su desarrollo nacen —por agrupación, división o extensión— las demás sociedades en los más variados ámbitos, hasta llegar a la sociedad suprema, el Estado. Si la familia es moralmente sana, será capaz de trasmitir su salud a las otras instituciones. Si estuviera contaminada por cualquier vicio, contaminará a todas las otras sociedades que nacen de ella. La Entronización del Sagrado Corazón en los hogares tiene como objetivo, pues, regenerar, preservar y perfeccionar la célula básica de la sociedad, que es la familia.

La Entronización es una consagración de la familia al Sagrado Corazón y manifiesta el propósito de reconocerlo como Rey de aquella sociedad, colocándolo simbólicamente en un trono. Su fin próximo es lograr que en la familia reine un espíritu efectivamente cristiano. Su fin remoto es el de preparar las condiciones para el Reinado de Jesucristo en la sociedad.

Nuestro Señor hizo dos promesas a santa Margarita María, que se relacionan directamente con la familia y la Obra de la Entronización.

“1. Daré paz a sus familias.

“2. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y honrada”.

La historia de la Obra de la Entronización

Al visitar Paray-le-Monial en 1907, el padre Mateo idealizó allí, en la atmósfera de gracias del Sagrado Corazón, un movimiento de regeneración de las familias y de la sociedad.

¿Cuál es la historia de la obra de la Entronización?

Antes de la constitución formal de la Obra de la Entronización, numerosas familias se sintieron llamadas a atender los pedidos de consagración contenidos en las revelaciones a santa Margarita María. Hubo entonces varias iniciativas en ese sentido, con fórmulas que variaban y con propósitos muy semejantes.

Pero quien propiamente fundó la Obra de la Entronización fue el sacerdote peruano Mateo Crawley-Boevey (1875-1961), de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Vivió parte de su juventud en Valparaíso, Chile, y estableció muchos lazos con ese país. Al visitar Paray-le-Monial en 1907, el padre Mateo idealizó allí, en la atmósfera de gracias del Sagrado Corazón, un movimiento de regeneración de las familias y de la sociedad. Quiso dar estabilidad a muchos buenos deseos y, sustentado en ellos, fundar una especie de cruzada moral. Pretendía convertir a Nuestro Señor un auténtico Rey de las familias, para así hacer viable su Realeza Social.

La Capilla de las Apariciones, en Paray-le-Monial, Francia

El padre Mateo Crawley-Boevey deseaba que “la devoción integral de Paray constituyese el alma del hogar… La idea principal, el alma divina de la obra, es la revelación de Paray, realizada práctica y socialmente, revelación que ilumina, con toda su luz y misericordia, al hogar, célula social”.1

El padre Mateo sometió su plan al cardenal Vives y Tutó —también gran propagador de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y fiel colaborador del Papa san Pío X— que lo estimuló, diciendo: “Esta es una obra magnífica; a ella debéis consagrar vuestra vida”.

Igualmente lo sometió al Pontífice reinante, san Pío X, el cual lo aprobó con las siguientes palabras: “No solamente os lo permito, sino que os ordeno dedicar vuestra vida a esta obra de salvación social”.2

Al recibir el mismo estímulo de su Superior General, el padre Mateo comenzó su obra en Valparaíso, Chile. De allí, se extendió al mundo entero.

De la Obra de la Entronización nació la Adoración Nocturna en el Hogar, lanzada también por el padre Mateo, en 1927. La Adoración Nocturna en el Hogar es esencialmente reparadora. Hecha ante la imagen del Sagrado Corazón, tiene como fin reparar a Nuestro Señor a la hora en que el pecado se practica más impunemente y desagraviarlo de la ola de orgullo y sensualidad que invade las familias católicas en nuestra época. Constaría de al menos una hora mensual de oraciones por cada familia. Ella se inspira en la Hora Santa que santa Margarita María hacía ante el Santísimo Sacramento, los jueves, desde las once de la noche hasta la medianoche.

El espíritu de la Obra de la Entronización

¿Cuál es el auténtico espíritu de la Obra de la Entronización? —Él nos es dado por la enseñanza que nos viene de la Santa Sede.

El sacerdote peruano Mateo Crawley-Boevey Murga, incansable apóstol del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares

El Papa Benedicto XV (1914-1922), en carta del 27 de abril de 1915 dirigida al padre Mateo afirma que nada en nuestra época es más oportuno que esa consagración de las familias. Ella va contra un plan de pervertir el interior de los hogares, llevado adelante por un enemigo. Ese enemigo tiene en vista sobre todo la sociedad doméstica, afirma el Papa, pues ella es el germen de la sociedad. Si consiguieren corromperla, corromperán la sociedad entera. Advierte aún el Pontífice:

“Los golpes del enemigo tienen principalmente en vista la sociedad doméstica. Al contener ésta, como en germen, los principios de la sociedad civil, ellos saben muy bien que la transformación, o mejor dicho, la corrupción que esperan de la sociedad común, es consecuencia necesaria de la de la familia, una vez que hayan viciado los fundamentos de esta última”.

Benedicto XV no quería una consagración superficial; la deseaba seria, creadora de buenos hábitos y destructora de los vicios:

“Importa sobremanera conocer a Cristo; conocer su doctrina, la vida, la pasión, la gloria; seguirlo no es dejarse guiar por un sentimiento superficial de religiosidad, que conmueve fácilmente los corazones tiernos y delicados y arranca lágrimas fáciles, pero deja los vicios intactos”.3

“No solamente os lo permito, sino que os ordeno dedicar vuestra vida a esta obra de salvación social”, le dijo san Pío X al padre Mateo, aprobando así su iniciativa.

Lo mismo señalaba el cardenal Van Rossum, en carta del 16 de enero de 1919, enviada en nombre de Benedicto XV al padre Joaquín Kapteinm SSCC, director de la Obra de la Entronización en Holanda:

“Lo que realmente queremos es que no se haga una consagración pasajera de la familia al Sagrado Corazón, una pequeña fiesta familiar que mañana tal vez sea olvidada; sino que, en realidad, Jesús sea colocado en un trono en la familia”.4

También es fundamental lo que afirmaba la revista Acta Pontificia del 25 de mayo de 1915. La reparación que la Obra de la Entronización quiere hacer no es tan solo individual sino que tiene un componente social:

“Este apostolado se aplica de hecho a reparar dos pecados característicos de nuestra época: la laicización y la disolución de la familia, como también el atentado social contra la majestad divina de Jesucristo sobre la sociedad humana”.5

Esta orientación se refleja con fidelidad en la publicación oficial de la Entronización. El Folleto Oficial de la Obra de la Entronización la compara a una cruzada de reconquista y restauración, cuyo objetivo es el reinado del Corazón de Jesús:

“Una obra que, por su organización y su proyección social, constituyera una verdadera cruzada, cuyo fin sería centralizar y acentuar el movimiento mundial para el reinado del Sagrado Corazón de Jesús”.6

“Debemos mantener, por medio de actos piadosos internos y externos, siempre viva la llama de la consagración y el espíritu reparador propio de la devoción al Sagrado Corazón.

El mismo espíritu marca el Diploma oficial de la Entronización, el llamado Documento Familiar, firmado por el sacerdote, los padres y los hijos:

“Por este acto, expresión solemne de sincero amor y reparación, nosotros, los abajo firmantes, queremos afirmar el reconocimiento oficial de la REALEZA de Jesucristo, nuestro Señor y nuestro Maestro; prometer la observancia incondicional de los Mandamientos de Dios y de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana; defender los Derechos Absolutos de Dios contra las violaciones sacrílegas practicadas por los individuos, por las familias, por las naciones; someternos completamente a la autoridad infalible del Sumo Pontífice”.7

Para mantener encendida la llama de los buenos propósitos que acompañan a la consagración, la Publicación aconseja algunas prácticas:

1. La oración en común ante la imagen del Sagrado Corazón, al menos a la noche, y la renovación de la consagración con la fórmula abreviada.8

2. Bendición a los niños a la noche por parte de los padres, como jefes del hogar, ante la imagen del Sagrado Corazón y en nombre del Sagrado Corazón.

3. Comunión frecuente con intención reparadora.

4. La Hora Santa los días viernes o por lo menos en la víspera de los primeros viernes de mes.

Aparición del Corazón de Jesús a santa Margarita María Alacoque

Tales prácticas, como puede observarse, son muy aconsejables. Sin embargo, según las circunstancias concretas, cada familia puede elegir otras. El objetivo es el de mantener, por medio de actos piadosos internos y externos, siempre viva la llama de la consagración y el espíritu reparador propio de la devoción al Sagrado Corazón. Uno de los actos más meritorios es el rezo del rosario en familia.

También es necesario añadir que la Obra de la Entronización no se limita a las familias. Desea llegar a otras sociedades, como la escuela, la fábrica, el hospital y la oficina.

La ceremonia de la Entronización es muy sencilla. En un día determinado, delante de los miembros de la familia reunidos, el párroco u otro sacerdote bendice la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y la coloca normalmente en la sala más digna de la casa. Después de dirigir a los presentes unas palabras que recuerden el espíritu y los deberes de esta práctica de piedad, el sacerdote recita con toda la familia una fórmula de reparación y consagración. Si el sacerdote no pudiera comparecer, la imagen, previamente bendecida, podrá ser colocada y la fórmula recitada por un laico, de preferencia el jefe de familia, el patrón o el director de la organización.


Notas.-    1. Gérald De Becker SSCC, Léxico de la Teología del Sagrado Corazón, International Institute of the Heart of Jesus, Editorial Andes, Milwaukee-Bogotá, 1975. v. Entronización, p.136; v. Mateo Crawley-Boevey, p. 233. 2. Congregação dos Sagrados Corações (Picpus), A Entronização do Sagrado Coração de Jesus nos Lares pela Consagração Solene das Famílias a este Divino Coração, Rio de Janeiro, 1941, p. 66. 3. Ibídem, p. 17-18. 4. Ibídem, p. 33-34. 5. Ibídem, p. 30. 6. Ibídem, p. 55. 7. Ibídem, p. 112.


FUENTE:

Mateo Crawley, SS.CC. : “Jesús, Rey de Amor”. Editorial Iction. Buenos Aires. 1990. Págs: 33-36

Ver más: Sobre la Entronización, Consagración y preparación.


Cuanto más importante y mejor sea la preparación de la ceremonia de la entronización, más abundantes también serán las gracias y las bendiciones derramadas sobre las familias

Si la casa o el departamento no está todavía bendecido, el sacerdote procede primero a su bendición.

V. Nuestro auxilio está en el nombre del Señor.

R. Que hizo el cielo y la tierra.

V. El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

Oremos: Bendecid Señor, Dios Todopoderoso, esta casa: para que resida en ella la salud, la castidad, la prosperidad, la virtud, la humildad y la mansedumbre, la plenitud de la ley y de la acción de gracias a Dios Padre y el Hijo y el Espíritu Santo; y que esta bendición permanezca en esta casa y sobre los que la habitan, ahora y por todos los siglos.

R: Amén.

Bendición de la imagen del Corazón de Jesús

Cuando el sacerdote no puede asistir a la ceremonia, se hace bendecir antes la imagen.

A la hora fijada para la ceremonia, todos, padres, hijos y también invitados se reúnen en la sala principal.

El lugar reservado para la imagen del Sagrado Corazón se prepara, en forma de un pequeño altar familiar. La imagen del Sagrado Corazón se arma sobre una mesa cubierta con un mantel y adornada con velas y flores. Se prepara un recipiente con agua bendita. La familia se arrodilla ante la imagen. El sacerdote, revestido de sobrepelliz y de estola, comienza por bendecir la imagen.

V. Nuestro auxilio está en el nombre del Señor.

R. Que hizo el cielo y la tierra.

V. El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

Oremos: Dios Omnipotente y Eterno, que no desapruebas ver que esculpamos o pintemos imágenes de tus santos, porque cada vez que las vemos con los ojos del cuerpo, meditamos sobre su santidad y sus actos con los ojos de la memoria; dígnate bendecir y santificar, te lo pedimos, esta imagen (o escultura) preparada en honor y memoria del Santísimo Corazón de tu Hijo Unigénito, Nuestro Señor Jesucristo; y concede a quienes se esfuercen en honrar y adorar suplicantes este Santísimo Corazón de tu Hijo Unigénito, por su intercesión y sus méritos obtengan la gracia en la vida presente y la gloria eterna en el futuro. Por Cristo Nuestro Señor.

R. Amén.

Inmediatamente, el sacerdote rocía con agua bendita la imagen.

Recitación del Credo y homilía del sacerdote

Luego de la bendición, para rendir un testimonio explícito de la fe de la familia, todos recitan de pie, en alta voz, el Símbolo de los Apóstoles.

Creo en Dios Padre Todopoderoso…

El sacerdote entonces recuerda:

— la profunda significación de la entronización.

— la vida cristiana de sumisión, de confianza y de amor que el Sagrado Corazón espera de las familias que le rinden este homenaje;

— las bendiciones especiales y sobrenaturales de que son objeto si ellas son fieles a sus compromisos;

— el gran deber de la familia de renovar frecuentemente la consagración como oración familiar, con preferencia durante la oración de la noche en común.

Acto de Consagración de las familias al Sagrado Corazón de Jesús

Esta fórmula, aprobada por san Pío X el 19 de mayo de 1908, es la requerida para ganar las indulgencias, y no puede ser modificada. La reza de rodillas el sacerdote y la familia. Cuando el sacerdote no está presente, será dirigida por el jefe de familia.

Sagrado Corazón de Jesús, que manifestasteis a santa Margarita María el deseo de reinar sobre las familias cristianas, nosotros venimos a proclamar vuestra realeza absoluta sobre nuestra familia. Queremos, de ahora en adelante, vivir vuestra vida, queremos que florezcan en nuestro medio las virtudes a las cuales prometisteis, ya en este mundo, la paz.

Queremos desterrar para lejos de nosotros el espíritu mundano que maldijisteis.

Vos reinaréis en nuestras inteligencias por la simplicidad de nuestra fe; en nuestros corazones por el amor sin reservas de que estamos abrasados para con Vos, y cuya llama mantendremos por la recepción frecuente de vuestra divina Eucaristía.

Dignaos, Corazón divino, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, apartar de nosotros las aflicciones, santificar nuestras alegrías, aliviar nuestras penas.

Si, alguna vez, alguno de nosotros tuviere la infelicidad de ofenderos, recordaos, oh Corazón de Jesús, que sois bueno y misericordioso para con el pecador arrepentido.

Y cuando sonare la hora de la separación, todos nosotros, los que parten y los que quedan, seremos sumisos a vuestros eternos designios. Nos consolaremos con el pensamiento de que ha de venir un día en que toda la familia, reunida en el Cielo, podrá cantar vuestra gloria y vuestros beneficios.

Dígnese el Corazón Inmaculado de María, dígnese el glorioso Patriarca San José presentaros esta consagración y recordárnosla todos los días de nuestra vida. Viva el Corazón de Jesús, nuestro Rey y Padre.

Oración por los difuntos y los ausentes de la familia

Nadie debe faltar al hogar en este día tan solemne, en esta hora bendita; evoquemos el recuerdo y la presencia de los queridos difuntos de la familia, y recemos por ellos, y por los ausentes:

Padre nuestro que estás en el cielo…

Dios te salve, María…

V. Que las almas de nuestros queridos difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.

R. Amén.

V. Santifica, Señor, a los que se entregan a tu servicio.

R. Y a todos los que en Ti esperan.

Entronización del cuadro o sagrada imagen del Corazón de Jesús

Luego el jefe de familia, o su representante, coloca la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en el lugar de honra a fin de rendir homenaje a la soberanía de amor de Jesucristo en todas partes despreciada.

Oración de Acción de Gracias

Toda la familia recita la oración siguiente:

Gloria al Sagrado Corazón de Jesús por la misericordia infinita que Él ha dispensado a sus dichosos servidores, los miembros de este hogar, que Él ha elegido entre miles, como herencia de amor y santuario de reparación, donde se lo compensará por la ingratitud de los hombres.

Con qué piadosa emoción, Jesús, este pequeño rebaño fiel acepta el insigne honor de verte presidir nuestra familia. ¡Cómo te adora en silencio, y se alegra de verte compartir bajo el mismo techo las fatigas, las inquietudes y las alegrías inocentes de tus hijos! No somos dignos, es verdad, de que Tú entres en este humilde techo; pero Tú ya has pronunciado la palabra que nos fortalece, y dado que nos revelaste la belleza de tu Santísimo Corazón, nuestras almas que tienen sed de Ti, han encontrado en la herida de tu costado, buen Jesús, las aguas vivas que brotan hasta la vida eterna.

Así pues, arrepentidos y confiados, venimos a entregarnos a Ti, que eres el camino seguro. Permanece entre nosotros, Corazón tres veces santo, pues sentimos la irresistible necesidad de amarte y hacerte amar. Tú eres la zarza ardiente, que debe abrasar al mundo para purificarlo. Sí, que esta casa sea para Ti un asilo tan dulce como el de Betania, donde puedas encontrar descanso cerca de quienes te aman, que han elegido la mejor parte en la felicidad íntima de tu Corazón. Que esta casa sea, amado Salvador, durante el exilio que te infligen tus enemigos, un humilde pero hospitalario refugio, semejante a aquel de Egipto. Ven, Señor Jesús, ven, pues aquí, como en Nazaret, se ama con un tierno amor a la Virgen María, esta dulce Madre que Tú mismo nos has dado. Ven a ocupar con tu dulce presencia los vacíos que la desgracia y la muerte han dejado entre nosotros. Amigo fiel, si Tú hubieses estado aquí en las horas tristes de dolor y de duelo, nuestras lágrimas habrían sido menos amargas, habríamos sentido el bálsamo saludable sobre estas secretas heridas que solo Tú conoces… Ven, pues ya se acerca para nosotros la tarde angustiosa de los pesares y declina el día fugitivo de nuestra juventud y de nuestras ilusiones. Quédate con nosotros, pues ya se hace tarde y el mundo perverso nos quiere envolver con la sombra de sus negaciones, mientras que nosotros queremos estar junto a Ti, porque solo Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida.

Permíteme escuchar, Jesús, estas palabras de otros tiempos: “porque es necesario que hoy me quede en tu casa” (Lc 19, 5).

Sí, Señor, establece aquí tu morada para que vivamos de tu amor y con tu compañía, nosotros que te proclamamos nuestro Rey, pues no queremos a ningún otro mas que a Ti.

Amado, bendito, glorificado, sea para siempre en este hogar, el Corazón triunfante de Jesús. Venga a nosotros tu reino. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, venga a nosotros tu reino (tres veces).

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación del alma mía.

San José, ruega por nosotros.

San Pío X, ruega por nosotros.

Santa Margarita María, ruega por nosotros.

Viva el Sagrado Corazón de Jesús, por los siglos de los siglos. Amén.

Homenaje al Corazón Inmaculado de María

Para agradecer al Corazón de María la gracia de la entronización que Jesús concede por Ella a la familia y para proclamar a esta buena Madre Reina del hogar, se reza o se canta la Salve Regina:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia…

V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.

R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Bendición final del sacerdote

El sacerdote bendice a los asistentes con la fórmula siguiente:

Que la Bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y permanezca para siempre. Amén.

El sacerdote y la familia firman el Documento de la Entronización. Este hermoso diploma se conserva con los recuerdos de familia, o enmarcado se coloca cerca del Sagrado Corazón.

Renovación de la consagración de la familia al Sagrado Corazón

Rezar cada día en común, si fuese posible, la consagración breve que sigue a continuación

Dulcísimo Salvador, humildemente postrado a vuestros pies, renovamos la consagración de nuestra familia a vuestro divino Corazón. Sed siempre nuestro Rey; confiamos enteramente en Vos, vuestro Espíritu penetre en nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras palabras y nuestras obras; bendecid nuestros proyectos y compartid nuestras alegrías, nuestras dificultades, nuestros trabajos. Haced que os conozcamos mejor, os amemos más y os sirvamos sin flaqueza.

Que de un extremo al otro de la Tierra resuene esa exclamación: amado, bendito y glorificado sea siempre y en todas partes el Corazón triunfante de Jesús. Así sea

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