En Nicaragua, confinan a la Inmaculada y a sus hijos…

 

 

 

El presidente Daniel Ortega y su esposa prohibieron las procesiones en honor a la Inmaculada Concepción, que tradicionalmente se realizan en todo el país entre el 28 de noviembre y el 8 de diciembre. Esta es la última vejación de la dictadura contra la Iglesia católica que empeora semana tras semana.

En la parroquia San José de Tipitapa, ubicada en la arquidiócesis de Managua, a 20 km de la capital, la noticia fue recibida con estupefacción por el párroco: «El 28 de noviembre de 2022, al mediodía, recibimos una llamada telefónica de la policía en la que se nos prohibió realizar cualquier tipo de procesión, y esto en el mismo instante en que la imagen de la Virgen estaba a punto de recorrer la ciudad. (…) Expresamos nuestra profunda tristeza por una prohibición que nos impide manifestar nuestra fe en público».

Una prohibición que afecta a todo el país: en la parroquia San Pedro y Santa Lucía, en Ciudad Darío, al norte de Managua, el Padre Patricio Tijerino anunció a su rebaño que «la imagen de Nuestra Señora no saldrá en procesión como normalmente se ha hecho. No habrá procesión en la madrugada ni por la noche».

Testimonios similares de sacerdotes llegaron de Masaya, la cuarta ciudad más poblada del país.

Del 28 de noviembre al 8 de diciembre, los católicos nicaragüenses tienen la costumbre inmemorial de celebrar la «Purísima» o la «Gritería»: durante estos diez días, los fieles levantan altares a la Virgen en sus casas y barrios, y hacen procesiones. Familias y amigos se reúnen para orar y cantar en honor a María en un ambiente festivo: en cada altar también se intercambian regalos.

Finalmente, en la noche del 7 al 8 de diciembre, tiene lugar la «Gritería Mayor»: al pasar frente a un altar, un hombre exclama «¿Qué causa tanta alegría?» y la multitud responde a coro: «¡La concepción de María!» Entonces, en las calles resuenan los petardos y el cielo se ilumina con fuegos artificiales.

No obstante, los católicos de Nicaragua celebrarán a la Virgen a puerta cerrada: las parroquias tienen prevista una novena de misas, sermones, cantos y procesiones al interior de las iglesias.

El Padre Dulio Calero, párroco de San José de Tipitapa, invitó a los fieles a «celebrar con fervor y devoción a la Virgen y a participar en cada una de las actividades de estos días, poniendo todo bajo su protección y su maternal intercesión por nuestro país y la Iglesia».

La prohibición de las procesiones es la última de una larga serie de vejaciones contra la Iglesia, acusada de querer desestabilizar al exsandinista (en referencia al revolucionario marxista Augusto Sandino, fallecido en 1938), polémicamente reelegido en noviembre de 2021.

Cabe señalar que en marzo pasado la dictadura del matrimonio Ortega decidió expulsar al nuncio apostólico, Monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag. Varios sacerdotes han sido detenidos y se encuentran recluidos en el penal El Chipote; el obispo de Matagalpa, Monseñor Rolando Álvarez, fue puesto bajo arresto domiciliario y los medios de comunicación católicos han sido amordazados en gran medida.

En un país fuera de control, donde «se ha criminalizado a toda la sociedad civil», en palabras del periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro, director del medio Confidencial, la Iglesia contiene la respiración y espera la hora del derrumbe del régimen, con los embates de la crisis económica o la desaparición de los dos dictadores.

Se avecinan días oscuros, pero no hay duda de que la Inmaculada intercederá por sus hijos en Nicaragua.

Fuentes: Tempi/Le Monde/Catholic News Agency