(RV) La iglesia de México renovó su llamamiento a los miembros del Senado de la República para que se apruebe la reforma constitucional del artículo 24 que extiende los términos de la libertad religiosa. Tras reconocer los grandes pasos que ha dado la nación en el “reconocimiento de los derechos y libertades propios de la persona humana, tal como se reconocen en los Acuerdos y Tratados internacionales”, los obispos señalan que entre ellos se encuentra el derecho a “la libertad de opinión, muy unida a la libertad religiosa, porque implica vivir de acuerdo con las propias convicciones, y manifestar en la propia vida los valores que orientan las acciones de cada persona”.
En un editorial del semanario católico “Desde la Fe” se explica que en México se ha “superado la visión totalmente restrictiva y prácticamente persecutoria de la libertad religiosa –que contenía el espíritu de la Constitución del 1917–“ y se ha “transitado hacia una visión de respeto y aceptación de la libertad de cultos en las reformas constitucionales de 1992. Sin embargo -sostiene la iglesia- no se ha dado el paso a la plena normalidad de libertades, reconociendo además el derecho de los ciudadanos a vivir conforme a sus principios religiosos.
La reciente iniciativa para una reforma al artículo 24 de la Constitución, a fin de avanzar hacia una plena libertad religiosa, ha sido ya aprobada en la Cámara de Diputados y debe pasar por la discusión en la Cámara de Senadores. No obstante, la iglesia mexicana manifiesta su preocupación por las dilaciones que bajo la excusa de otras prioridades o la búsqueda de la iglesia católica de privilegios que no le corresponden tienen varada su aprobación. “No hay argumento más falso y tendencioso –reiteran- que pensar que un derecho de todos los ciudadanos deba impedirse porque puede beneficiar a una institución”.
En este sentido la Iglesia mexicana recalca que “las prioridades de una sociedad están en relación a sus libertades: la libertad religiosa es tan prioritaria como la libertad de opinar, la libertad de conciencia, la libertad de expresión, todas ellas bajo la misma exigencia que tienen que ver con creyentes o no creyentes, con el desarrollo de la vida política o las instituciones educativas, con los medios de comunicación o los procesos electorales. De allí su exhortación a los senadores para dar un paso más hacia las autenticas libertades de los ciudadanos y a superar prejuicios del pasado a fin de construir un país moderno con instituciones y leyes sólidas y respetuosas.

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