Los Boy Scouts han sido quienes han impedido que el atentado suicida del domingo, 11 de marzo contra la iglesia de San Finbar, en Jos, capital del estado de Plateau, en Nigeria occidental, tuviese consecuencias aún más graves. “Ayer por la mañana, los Boy Scouts se encontraban en la puerta de la parroquia cuando llegó el coche bomba con el terrorista suicida a bordo. Lo detuvieron y comenzaron a hacerle algunas preguntas. En ese momento se produjo la explosión. Eran las 10.25 y la misa estaba todavía en curso”, dice a la Agencia Fides Su Exc. Mons. Ignatius Ayau Kaigama, Arzobispo de Jos.
Preguntamos al Arzobispo si no hay noticias sobre la identidad de los terroristas. “Tenemos la sospecha que se trate de miembros de Boko Haram, pero nadie por el momento, puede decir si los criminales que cometieron el atentado de ayer son de la zona o vienen de otros lugares”, dice Mons. Kaigama.
Según fuentes de prensa, cuando la noticia del atentado se ha extendido por la ciudad, se han producido casos de represalias por parte de jóvenes cristianos contra algunas áreas pobladas por musulmanes. Los muertos ascienden a una decena. 
El área de Jos vive en un frágil equilibrio étnico y religioso. Desde hace años se producen episodios de violencia entre las comunidades de la población local (en su mayoría cristianas y sedentarias) y las poblaciones provenientes del norte (en su mayoría musulmanes y en algunos casos nómadas). 
Preguntamos a Mons. Kaigama si, en su opinión, existe una estrategia dirigida a romper el frágil equilibrio entre las diferentes comunidades de la zona. “Me pregunto sólo – responde – cuál es el propósito que estas personas pretenden lograr atacando iglesias. Recuerdo que hace sólo dos semanas, también en Jos, fue atacada con una modalidad similar una iglesia protestante”. 

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