El arzobispo de Rosario, Argentina, monseñor José Luis Mollaghan, presidió en la catedral una celebración eucarística por la fiesta de la Sagrada Familia, en la que recordó la misión que tienen los laicos y las familias para salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana.

La misa fue concelebrada por el presbítero José María Lamas, asesor del Secretariado de la Familia, y otros sacerdotes, y contó con la participación de miembros del Secretariado de la Familia, integrado por los movimientos y asociaciones arquidiocesanas dedicados a la familia y las organizaciones pro vida.

Las lecturas y la procesión de ofrendas estuvieron a cargo de matrimonios con sus hijos, como también el coro que cantó villancicos al terminar de la Eucaristía.

Al concluir la celebración, un gran número de matrimonios se acercaron con sus hijos al altar para dar gracias a Dios por sus familias, y pedir a Dios por el don del matrimonio y renovar las promesas matrimoniales. “Esta fiesta dedicada a la familia tiene un estrecho vínculo con la Navidad, y al mismo tiempo nos ayuda a ahondar en su significado. El hecho de que consideremos tan importante reunirnos en familia, compartir la cena, intercambiarnos saludos, pone de relieve el hondo aprecio entre quienes forman una familia, que en estos días se pone especialmente más de manifiesto. En realidad, podemos decir que la Navidad entre nosotros es también una fiesta de la familia”, observó.

El prelado rosarino destacó la convicción de los cristianos de que “necesitamos a las familias”, y subrayó: “Más aún, la familia es fundamental para considerar la importancia del ‘ambiente humano’, al que, siempre debemos prestar una especial atención”.

“Así como necesitamos preocuparnos justamente, de preservar los espacios naturales de nuestro planeta, como los ecosistemas, la fuente vital del agua, el calentamiento global y tantos otros aspectos, porque ofrecen su contribución al equilibrio general de la tierra; así también debemos salvaguardar por medio de la familia las condiciones morales de una auténtica ‘ecología humana’”, recordó citando la encíclica Centessimus annus, de Juan Pablo II.

Por esto, aseguró, cuando tratamos temas que tocan el profundo valor de la vida humana y de la familia, fundada en el matrimonio indisoluble entre el varón y la mujer ordenado a la vida; “lo hacemos con convicción y pasión, no solo para alcanzar el bien de la familia cristiana, sino también de la sociedad”.

El arzobispo sostuvo que “nunca es intolerancia preocuparnos profundamente por leyes que van contra la vida, a la que defendemos contra el aborto como una práctica injusta y gravísima violación; o si alteran el sentido del matrimonio, y queremos proteger su raíz originaria, como la unión estable del varón y de la mujer para toda la vida, y su relación a la procreación”.

Tras indicar que corresponde a los laicos, las instituciones eclesiásticas y a la Universidad Católica, “estudiar, profundizar y hacer propia la defensa de la vida y del matrimonio, como una garantía para la vida en familia”, puntualizó que “a ustedes como laicos, les corresponde colaborar en esta misión; a fin de clarificar que no se puede hablar de verdadero matrimonio, si consideramos como tal  las uniones de hecho de parejas del mismo sexo, aunque se ofrezca la imagen de un matrimonio legal, o de una legítima convivencia matrimonial”.

Finalmente, monseñor Mollaghan agradeció a los matrimonios y familias por “enriquecer espiritualmente la identidad y misión de la Iglesia doméstica, que es cada familia, y que ocupa un puesto privilegiado en la vida de la familia diocesana de Rosario, particularmente en este Año jubilar arquidiocesano”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *