«El cristiano -no solamente él, pero sea como fuere él antes que los otros-, tiene el deber de protestar».

Fuentes: Propias, Avvenire On line, (15-9-00).

Trad. Elena Brañas

«En el siglo XIX, la fe en el progreso, era de un optimismo tal que esperaba, en la marcha triunfal de la ciencia, un mejoramiento progresivo de la condición del mundo y el devenir, cada vez más urgente, de una especie de paraíso; en el siglo XX, esta misma fe, ha asumido una connotación política».

«Por una parte, estaban los sistemas de orientación marxista que prometían al hombre que alcanzaría el reino deseado por el camino de la política propuesta por su ideología: un intento que ha fallado de manera ruidosa. Por otra parte, estaba la tentativa de construir el futuro sumergiéndose, de manera más o menos profunda, en las fuentes de las tradiciones liberales».

«Estas tentativas asumen una configuración siempre más definida, bajo el nombre de Nuevo Orden Mundial; encontramos expresiones siempre más evidentes en la ONU y en sus Conferencias Internacionales, en particular en las de El Cairo y Pekin, que en sus propuestas de caminos para arribar a condiciones de vida distintas de las actuales, dejan traslucir una filosofía propia y verdadera del hombre nuevo y del mundo nuevo».

«Una filosofía de este tipo no tiene más la carga utópica que caracterizaba al sueño marxista, por el contrario, es mucho más real, en cuanto que fija los límites del bienestar, a partir de los limitación de los medios disponibles, y recomienda, por ejemplo, sin que por esto se disculpe, que no hace falta preocuparse del cuidado de aquellos que no son productivos o que no pueden esperar más una determinada calidad de vida».

«Esta filosofía, no espera más que los hombres, habituados a la riqueza y al bienestar, estén dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para conseguir un bienestar general, sino que propone la estrategia de reducir los comensales a la mesa de la humanidad, a fin de que no se vea afectada la pretendida felicidad que han conseguido».

«La peculiaridad de esta nueva antropología, que constituye la base del Nuevo Orden Mundial, es evidente sobre todo en la imagen de la mujer, en la ideología del Women’s empowerment, nacida de la conferencia de Pekin. El objeto de esta ideología es la autorrealización de la mujer, sin embargo, los principales obstáculos que se oponen a ella y a su realización son, la familia y la maternidad».

«Por esto la mujer debe ser liberada, en modo particular, de aquello que la caracteriza, vale decir, de su especificidad femenina».

«Ésta última se anula, en efecto, a través de una Gender equity and equality, ante un ser humano indistinto y uniforme, en cuya vida, la sexualidad no tiene otro sentido que el de una droga voluptuosa, de la cual se puede hacer uso sin ningún criterio».

«En el miedo a la maternidad, que se ha apoderado de una gran parte de nuestros contemporáneos, entra seguramente en juego algo más profundo: el otro es siempre, al fin de cuentas, un antagonista que nos priva de una parte de la vida, una amenaza para nuestro yo y para nuestro libre desarrollo».

«Hoy en día, no existe más la»filosofía del amor», sino solamente la «filosofía del egoísmo». Es justamente en esto en lo que el hombre está engañado. En efecto, en el momento en el que se le desconseja de amar, se le desaconseja, en última instancia, ser hombre. Por este motivo, por el desarrollo de esta nueva imagen de un mundo nuevo, el cristiano -no solamente él, pero sea como fuere él antes que los otros-, tiene el deber de protestar».

Cardenal Joseph Ratzinger

15 de Septiembre de 2000


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