Juan fue el único apóstol que estuvo presente en la crucifixión de Jesús (Jn. 19, 26) y vio cuando salió del costado de Jesús sangre y agua, luego de que el soldado romano lo traspasara allí con su lanza (Jn. 19, 34).

Orígenes en el Evangelio y en la historia de la Devoción

La devoción al Sagrado Corazón se inspira en la Última Cena, donde el discípulo amado de Jesús, el apóstol San Juan, reposó su cabeza sobre el pecho de nuestro Salvador y le preguntó quién era el que lo iba a entregar (Jn. 13, 25). Él fue quien sintió latir el Corazón del Dios Amor.

Juan fue el único apóstol que estuvo presente en la crucifixión de Jesús (Jn. 19, 26) y vio cuando salió del costado de Jesús sangre y agua, luego de que el soldado romano lo traspasara allí con su lanza (Jn. 19, 34).
Ese mismo apóstol escribe más adelante en sus cartas: “Dios es Amor” (1 Jn. 4, 8).
En el siglo XIII Santa Gertrudis, el día de la fiesta de San Juan, fue conducida por el Apóstol “a la abertura del Corazón Divino” cuyos latidos le hicieron experimentar un gozo inefable.
Sin embargo, la revelación más profunda y completa sobre esta devoción fue reservada a los tiempos modernos. Jesús se le apareció a una humilde religiosa de la Orden de la Visitación de Santa María, en la ciudad de Paray-Le-Monial, en la segunda mitad del siglo XVII: Santa Margarita María de Alacoque (haga clic sobre las próximas palabras en negrita para ver la vida de la Santa y las revelaciones que le hizo el Sagrado Corazón).

Hacia una definición de la Devoción

Cuando preguntamos qué es una cosa, preguntamos cuál es su definición.
Para adentrarnos en qué es la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, primero tenemos que aclarar qué es una devoción. Una devoción es un conjunto de prácticas religiosas para honrar a una persona o una cosa santa.
Ahora bien, para poder dar la definición de una devoción, tenemos que saber primero cuál es su objeto. El objeto de una devoción es la persona o cosa a la que se le da culto religioso.

Definición de la Devoción al Sagrado Corazón

Aclaradas estas cosas, podemos decir que la devoción al Sagrado Corazón es un ejercicio de religión que tiene por objeto el adorable Corazón de Jesucristo abrasado de amor por los hombres y ultrajado por la ingratitud de estos mismos hombres, y que tiene por finalidad honrar a este divino Corazón con todos los homenajes que el amor y el agradecimiento pueda inspirar, reparando sobretodo las injurias que recibe en el Sacramento de su Amor: la Eucaristía.
El Padre Juan Croiset, discípulo de Santa Margarita y autor del primer libro sobre la devoción, dice: “Esta devoción consiste en concebir un ardiente amor a Jesucristo y demostrarle este amor por medio de frecuentes adoraciones, de acciones de gracias y por una sensible pena de verle tan poco amado y honrado”1.

El doble objeto de la Devoción

El objeto de esta devoción es el Corazón de Jesucristo.
En todas las devociones que conciernen a la santa divinidad y humanidad de Jesucristo hay un doble objeto: uno, sensible y corporal, y otro, invisible y espiritual.
El objeto sensible o material de esta devoción es el Corazón mismo de Nuestro Señor Jesucristo. Es el Corazón de carne; es el Corazón en su significación propia y natural, no en sentido simbólico. Así lo afirmó Santa Margarita: “Mi Divino Salvador me ha asegurado que tiene singular placer en ser honrado bajo la figura de su Corazón de carne, a fin de ablandar por este objeto el corazón insensible de los hombres”2.
¿Por qué se ha elegido el Corazón como objeto sensible de la devoción? Porque el Corazón es, por excelencia, el símbolo del amor.
Lo que hace que el corazón sea emblema del amor es la conexión sensible de los movimientos del corazón con los movimientos del amor; correspondencia tan estrecha que de estas dos cosas los hombres no hacen más que una sola en el lenguaje común.
De este objeto sensible toma su nombre de “devoción al Sagrado Corazón de Jesús”.
El objeto invisible o espiritual, y también principal, es el amor inmenso que Jesucristo nos tiene.
La Hermana Joly, discípula de Santa Margarita, escribió: “El objeto espiritual de esta devoción es el amor inmenso del Corazón del Hijo de Dios; amor que le llevó a entregarse por nosotros a la muerte y darse entero en el Santísimo Sacramento del altar.3”
Así también lo dijo Pío VI: “La sustancia de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús consiste en venerar, bajo la imagen simbólica del Corazón, el inmenso amor del divino Redentor”.
Este objeto queda bien manifestado en esta afirmación de Jesús a Santa Margarita: “He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha escatimado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor.”
El amor del Sagrado Corazón comprende el Amor Divino de Nuestro Señor Jesucristo y su amor humano.
El Corazón de Jesús tiene que ser considerado aquí bajo dos aspectos: primero, como abrasado de amor por los hombres, y, segundo, como ofendido cruelmente por la ingratitud de estos mismos hombres. Estos dos motivos deben producir en nosotros dos sentimientos: amor que responda al suyo, y dolor que nos lleve a reparar las injurias que sufre.

Desde el Corazón a la Persona de Jesús

El amor de este Corazón no es el único objeto espiritual de la devoción. Escribió la Hermana Joly: “El Corazón adorable de Jesucristo es un abismo de tesoros, de gracias y de gloria”4. Estas son las maravillas que, junto con el amor, constituyen el objeto de la devoción al Sagrado Corazón:
1) La vida interior de nuestro Divino Salvador: la adoración, el amor, las alabanzas infinitas que Jesucristo rinde a su Divino Padre y su ternura, sus deseos, su celo por la gloria de Dios y por la salvación de las almas.
2) Las virtudes admirables del Sagrado Corazón que debemos imitar: su humildad, su dulzura, su obediencia, su sencillez, su pureza, su paciencia, su pobreza, etc.
3) Los favores y gracias que el Corazón de Jesús reserva a sus servidores: Este Divino Corazón es la fuente de la vida y de la gracia. Vayamos a Él en nuestras necesidades, ofrezcámosle nuestros corazones. Presentemos a menudo este Corazón adorable del Hijo único de Dios a su Padre, como suplemento de nuestra impotencia.
Siendo el Sagrado Corazón de Jesús la fuente del amor, produce en aquellos que le honran caridad, paz y unión.
Aunque el objeto material y espiritual de la devoción son distintos, tenemos que unirlos en nuestros homenajes. Por lo que podemos decir que la devoción al Sagrado Corazón no tiene más que un solo objeto: El Corazón de carne, recordando el amor de Jesús; o, si se prefiere, el amor de Jesús representado bajo el símbolo de un Corazón de carne.
“Debemos contemplar el Corazón de Jesús, el alma y la Divinidad que le están unidas, los dones y gracias que encierra, las virtudes y afectos de que es principio y trono, los dolores interiores de que es centro, la llaga que recibió sobre la cruz; he aquí el objeto completo, objeto el más santo, el más grande, el más sublime, el más divino, el más dulce, el más amable, el más tierno que es posible imaginar”5.
Siendo Nuestro Señor Jesucristo el hombre perfecto, en Él, mejor que en ningún otro hombre, el Corazón y los sentimientos están en completa armonía.
Dijo el Padre Gallifet6: “Muchos se engañan sobre el objeto de la devoción al Sagrado Corazón. Al oír pronunciar el nombre sagrado de Corazón de Jesús limitan todos sus pensamientos al Corazón divino poco más o menos como mirarían una reliquia santa. ¡Ah, qué diferente y magnífica es la idea que se debe tener de este Corazón Sagrado! Todos los honores que se tributan a este Corazón adorable no se terminan, por consiguiente, en el Corazón material, sino que se dirigen indivisiblemente a toda la persona.”
También dijo el Padre Terrien7: “Adoramos el Corazón de carne que vive en el pecho del Hijo de Dios. Adoramos el Corazón en la persona y la persona en el Corazón; con esta diferencia, no obstante, que adoramos la persona por sí misma, y el Corazón por la excelencia infinita de la persona.”
Todas las devociones y todas las fiestas establecidas en honor de Nuestro Señor tienen por objeto formal general la excelencia de la persona de Jesucristo; y por objeto formal especial un misterio, una prerrogativa de esta adorable persona. Esto último es lo que distingue a las devociones. Impotentes para glorificar a la vez aquí en la tierra todas las excelencias del Salvador, le honramos separadamente con devociones y fiestas particulares. En el culto tributado al Sagrado Corazón, tenemos especialmente a la vista el Amor de Dios.
“Todas las demás fiestas o devociones en honra del Salvador, dijo el Padre Terrien8, tienen, sin duda, en cierta medida, la caridad de Cristo por objeto; pero ninguna honra la caridad total; más, ninguna la honra directamente en sí misma y por sí misma. Todas tienen por objeto tal o cual misterio que, sin duda, procede del amor; pero que no es explícitamente el amor mismo. Por el contrario, la fiesta y la devoción en honor del Sagrado Corazón no representa una gracia especial, un misterio particular, sino el origen mismo de todos los misterios (que es el Amor Divino)”.

Las definiciones simbólicas o místicas del Sagrado Corazón

La definición que hemos dado sobre la devoción al Sagrado Corazón no nos basta para conocer plenamente qué es ese Corazón Sagrado. Nos hace falta una mayor profundización.
No podemos conocer lo que es el Sagrado Corazón de Jesús, más que por las revelaciones que Nuestro Señor nos ha hecho, o por las obras que su amor ha producido. Sin embargo, jamás ninguna revelación, ninguna obra divina, nos harán comprender perfectamente todas las maravillas de este Corazón, porque exceden toda inteligencia creada; son infinitas como el Amor de Dios.
Santa Margarita ha definido simbólicamente al Sagrado Corazón de Jesús como un “tesoro colmado de riquezas infinitas”, como “horno de caridad”, entre otras muchas definiciones. Nos referiremos a ellas en otras ocasiones.
Como corolario, podemos citar las dos principales definiciones místicas que nos dejó la Santa:
1)El Sagrado Corazón es sólo Santidad y Amor: Si así es el Corazón de Jesús, sus devotos no deben más que reproducir en sí mismos esta Santidad y este Amor.

La Santidad rechaza el mal. El Amor lleva hacia el bien.

Margarita siempre ha remarcado que en Dios hay dos santidades: la Santidad de Amor y la Santidad de Justicia. La Santidad de Amor abrasa al Corazón de Jesús en celo infinito por la gloria de su Padre y por la santificación de las almas. Ella inspiró a Nuestro Señor aquel vivo deseo de ofrecerse como víctima sobre el Calvario y le inclina a ejercer santas correcciones con sus mejores amigos, a fin de purificarlos de las menores faltas y aumentar así su perfección.
La Santidad de Justicia es terrible y espantosa. Ella envuelve a los pecadores impenitentes que han despreciado todos los medios de salvación que Dios les ha presentado. Esta Santidad de Justicia los arroja del Corazón de Jesús para abandonarlos a sí mismos y hacerlos hasta insensibles a su propia desgracia. Santa Margarita dice, a propósito de varias veces en las cuales Nuestro Señor le hizo sentir el peso de su Justicia para no aplicarla a las almas infieles: “Esta Santidad de Justicia es tan terrible al pecador, que confieso que si la santidad de amor y la infinita y amorosa misericordia de mi Dios no me hubiera sostenido a medida que su Justicia me hacía sentir el peso de sus rigores, me hubiera sido imposible sufrirlos un instante”9.
2)El Sagrado Corazón es todo Amor y Misericordia: ¡CARIDAD! ¡AMOR! Amor de Jesús hacia nosotros. Así, las primeras imágenes del Sagrado Corazón, trazadas bajo la inspiración de Santa Margarita, llevaban en la abertura hecha por la lanza la palabra: “Caridad”.
Así lo ha dicho Jesús: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! (Lc. 12, 49): El fuego del amor.
Amor de Jesús hacia nosotros y amor de los hombres a Jesús. ¿Quién será tan duro e insensible que no se sienta movido a devolver amor por amor a este Corazón tan dulce, que quiso ser herido y traspasado por la lanza?
Veamos algunas palabras que le reveló Jesús a Santa Margarita acerca de este Amor: “Mi Divino Corazón está tan apasionado de amor por los hombres y por ti en particular, que no pudiendo contener en él las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti, y se manifieste a ellos para enriquecerlos con sus preciosos tesoros” 10.
Con respecto a las ingratitudes que recibe de la mayor parte de los hombres, dijo: “Esto me es mucho más sensible que cuanto sufrí en mi Pasión; tanto, que si me correspondieran con algún amor, tendría en poco todo lo que por ellos hice, y querría hacer aún más si fuese posible” 11.
“Mira la llaga de mi Sagrado Costado, que es un abismo sin fondo, abierto por una flecha inmensa: la del amor” 12.

Jesús es nuestro mejor amigo

Jesús, en la medida que nos ama, es nuestro amigo. Dice la Santa:“Miren a Nuestro Señor como verdadero y perfecto amigo”13. En el amor de nuestro divino Salvador a nosotros se encuentran todas las cualidades de la verdadera amistad.
La amistad supone cierta igualdad entre los amigos, reciprocidad de afecto y cambio mutuo de bienes. Nuestro Señor se hizo semejante a nosotros en su Encarnación; pide amor por amor, y después de habernos dado con su Corazón todo lo que tiene y todo lo que es, nos invita a consagrarnos enteramente a Él.

El amor de Jesús hacia nosotros tiene todas las cualidades de la perfecta amistad:
1) Es sincero: La sinceridad hace que uno no se contente con amar de palabra, sino que pruebe este afecto con obras. Tal es el amor de Jesús para con nosotros. Nos amó, más que con palabras, con hechos, dando su propia vida en la cruz para nuestra salvación.
2) Es misericordioso: Nos dice Santa Margarita: “Su amor está lleno de Misericordia”14. De Misericordia infinita.
3) Es perpetuo e irrevocable: Nuestras amistades son temporales y siempre están sujetas a condiciones. La de Jesús no: es eterna.
4)Es universal: El círculo de nuestros amigos siempre es muy reducido. Pero Nuestro Señor nos ama a todos por igual.

Conclusión

Después de todo lo que hemos dicho, ¿podemos decir que conocemos qué es el Sagrado Corazón? No. Ningún libro, ningún texto, ningún maestro humano puede enseñárnoslo plenamente. Almas fieles y devotas, que desean conocerlo, entren en este Corazón Divino mediante la recepción de los sacramentos (especialmente la Eucaristía y la Confesión) y la oración (adoración y meditación de la Pasión de Jesús…). Ésta es la escuela de la ciencia del Sagrado Corazón; es el libro donde está contenida. Él es el único maestro que nos lo puede enseñar.

——————-
Notas:
1- Padre Juan Croiset S.J.: “La Devoción al Sagrado Corazón de Jesús”, Prólogo.
2- Carta 126.
3- Librito de la Hermana Joly, 1689.
4- Idem.
5- Padre Gallifet, “Excelencia de la Devoción al Sagrado Corazón”, Lib. I, Cáp. 4.
6- Idem.
7- Padre Terrien S.J.: “Devoción al Sagrado Corazón”, Lib. I, Cáp. 2.
8- Idem.
9- Carta al Padre Croiset, 14 de abril de 1687-1689.
10- Primera revelación del Sagrado Corazón, 27 de diciembre de 1673.
11- Vida por ella misma, pág. 327.
12- Vida por sus contemporáneas, pág. 51.
13- Diversos escritos, Vol. II, pág. 461.
14- Carta 54; Carta 66, a la Madre de Saumaise.
Síntesis del libro «El Reinado del Corazón de Jesús», del P. Yenveux, O.M.I., Editorial Razón y Fe, Madrid, 1910, Vol. I, Lib. 1, pp. 35-87.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *