El paganismo, especialmente en países como China y la India donde la evangelización es todavía incipiente, genera el desprecio por la vida de manera concreta con el aborto y el asesinato de recién nacidos, señala el vaticanista italiano Sandro Magister, en un artículo y un libro sobre la política abortista que en China exige que las familias tengan un solo hijo.

En su habitual columna, Magister se refiere a un libro escrito por el chino Harry Wu, que actualmente vive en Estados Unidos y preside la “Laogai Research Foundation”, que acaba de aparecer en Italia, «precisamente cuando el parlamento aprobó una moción que comprometía al gobierno italiano a presentar a la asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas una resolución contra el aborto como instrumento de control demográfico y para confirmar el derecho de toda mujer a no ser obligada a abortar».

El libro, «Matanza de inocentes: La política del hijo único en China», hace un balance de esta política anti-vida que se instauró en el país asiático en 1979, es decir hace 30 años.

Seguidamente Magister explica que «se hicieron eco del libro en Italia sobre todo dos diarios: Avvenire, de propiedad de la Conferencia Episcopal Italiana, y el diario Il Foglio, dirigido por Giuliano Ferrara, un intelectual no católico, muy comprometido en la defensa de la vida del niño por nacer y en promover una moratoria internacional contra el aborto».

Magister comenta luego que el interesante artículo «muestra que la matanza de los niños por nacer y de los infantes no es prerrogativa sólo de la China de las últimas décadas, sino que la acompañan muchas civilizaciones en el lapso de milenios. Existía en la antigua Roma pagana. Existía en la China de los siglos pasados. Existe en la India de hoy. Las misiones cristianas frecuentemente lo encontraron en su propio camino».

Hoy, prosigue, «el aborto y el infanticidio vuelven a ganar terreno también en Occidente. Son moneda corriente del ‘nuevo mundo’ propugnado por especialistas en bioética como Peter Singer. Asoman en leyes como la de la eutanasia para niños hasta los doce años en Holanda».

«Los éxitos y los fracasos de la expansión del cristianismo frecuentemente tienen su revés precisamente en la práctica de esta matanza», concluye.

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