La decisión de las autoridades se debió a las protestas de diversos grupos que ven en ese festival una ocasión para generar tensiones y romper el orden social.
El subinspector de la policía, Khalid Abu Bakar, dijo que «la policía ha recibido muchas protestas de organizaciones religiosas que temen que el programa puede crear tensiones y romper el orden social». Son evidentes las burlas y agresiones verbales hacia religiones que no comparten los conceptos que el mundo gay quiere imponer la sociedad. Quienes se quejaban de ser segregados resultan ser los más grandes discriminadores por conceptos religiosos.
«No nos oponemos a la libertad de expresión o los derechos humanos, pero si el festival crea malestar entre la gran mayoría de la población, puede poner en peligro el orden público», añadió.