El testimonio de caridad pastoral, que es parte integrante de la evangelización, supone relación personal con Cristo, seguimiento e imitación de sus actitudes de Buen Pastor.
Signo del Buen Pastor
El testimonio de caridad pastoral, que es parte integrante de la evangelización, supone relación personal con Cristo, seguimiento e imitación de sus actitudes de Buen Pastor.
Cristo eligió a los Apóstoles para prolongar en ellos de modo peculiar su realidad sacerdotal: «He sido glorificado en ellos» (Jn 17,10), su olor (2Cor 2,15), su testigo (Jn 15,27; Act 1,8).
Bajo esta idea y realidad de signo y en relación a la sacramentalidad de la Iglesia, se podría resumir el decreto conciliar Presbyterorum Ordinis diciendo que el sacerdote ministro es:
-Signo de Cristo Sacerdote, Cabeza y Buen Pastor, en cuanto que participa de su misma consagración y misión para actuar en su nombre (PO 1-3).
-Signo de su palabra, sacrificio, acción salvífica y pastoreo, en equilibrio de funciones (PO 4-6).
-Signo de comunión eclesial con el obispo (PO 7), con los otros sacerdotes (PO 8), con todo el Pueblo de Dios (PO 9).
-Signo de caridad universal y «máximo testimonio del amor» (PO 10-11).
-Signo viviente de sintonía con los sentimientos y actitudes del Buen Pastor, como su «instrumento vivo» (PO 12-14).
-Signo de sus virtudes (obediencia, castidad, pobreza) como concretización de la caridad pastoral (PO 15-17).
-Signo potenciado constantemente por los medios comunes y peculiares de santificación y de acción pastoral (PO 18-21).
Esta realidad de signo es ontológica (como participación en el ser de Cristo), relacional y vivencial (como trato personal, seguimiento e imitación). Ser «instrumento vivo de Cristo» (PO 12) indica una eficacia y una transparencia, de modo parecido a cómo toda la Iglesia es sacramento, es decir, signo transparente y portador de Crito.
La caridad pastoral


La caridad del Buen Pastor (+cap. 2,2) es el punto de referencia de toda la espiritualidad sacerdotal (+LG 41). Es caridad que mira a los intereses o gloria de Dios (línea vertical o ascendente) y a los problemas de los hombres (línea horizontal). El equilibrio de estas dos líneas se encuentra en la misión y en la actitud de dar la vida (línea misionera). Para el sacerdote ministro esta caridad es un don de Dios (línea descendente).

Son líneas que abarcan tanto la vida como el ministerio sacerdotal:

-Línea esponsal de compartir la vida con Cristo.
-Línea pascual: pasar con Cristo a la hora del Padre o a sus designios de salvación a través del ofrecimiento de sí mismo.
-Línea totalizante de generosidad evangélica: seguimiento radical.
-Línea de misión universal: disponibilidad misionera.
-Línea de audacia y perseverancia, de cruz y martirio, «aunque amando más, sea menos amado» (2Cor 12,15).
Ejercer los ministerios «en el Espíritu de Cristo» (PO 13) equivale a vivirlos en sintonía con la caridad del Buen Pastor:
-En el ministerio de la Palabra: predicar el mensaje tal como es, todo entero, a todos los hombres, al hombre en su situación concreta, sin buscarse a sí mismo.
-En la celebración eucarística: vivir la realidad de ser signo de Cristo en cuanto a Sacerdote y Víctima por la redención de todos.
-En el ministerio de los signos sacramentales: celebrarlos en sintonía con la presencia activa y salvífica de Cristo, que se hace encontradizo con los creyentes en él.
-En toda la acción apostólica: haciendo realidad en la propia vida la sed y el celo pastoral de Cristo.

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