Vengan ustedes solos a un lugar desierto

San Marcos 6, 30-34


Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

El les dijo: «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco». Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.

Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto.

Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.

Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.


En el Evangelio el uso del concepto “apartado” o “retirado” tiene una significación más amplia y profunda que solo una relación geográfica o “local”.

Es iluminador recordar que el concepto de “sueño” referido a San José, esposo de La Santísima Virgen, o “José” del Antiguo Testamento, según gran parte de los Santos, es la descripción del estado de vida contemplativa en la que se encuentran aquellos cuya interioridad es inundada por la acción del Espíritu Santo. La Vida “Unitiva”, que es el tercer grado de la vida sobrenatural, donde las potencias humanas ceden y descansan en la Potencia operativa de Dios, que es quien reina, gobierna y plenifica el alma.

Por lo mismo, “vengan solos a un lugar desierto”, se refiere en parte  al desasimiento o desapego del propio yo, el mundo y la carne; al apartarse de los criterios, conductas y mentalidades mundanas, para que en el silencio de la oración y la meditación el alma encuentre su refrigerio, ya que no hay mayor descanso y consuelo para el ser humano que el bien adecuado y supremo de su entendimiento y voluntad que son el Bien y la verdad plena. En la Verdad de Cristo y en su gracia, el descanso es “ïntegro”. Pero también consiste en cortar los lazos de todo aquello que con su ruido, su conversación inoportuna, sus palabras distractoras, su intervención invasiva, procure evitar que se escuche la voz de la conciencia, el juicio de la razón, la ponderación de las virtudes, el examen del discernimiento de los espíritus.

Así es: tantas veces ese proceso que ocurre en “lo profundo”, como dice el Maestro en el Evangelio, es vulnerado por irrupciones de terceros, personas o sistemas que procuran evitar que el “fiel” vea hacia el interior, iluminado por la verdad y la gracia, elaborando un examen y una sentencia de su conciencia y estado, que aunque muchas veces, no esta marginado de la Comunión Eclesial, si se encuentra en la distancia de la voluntad Divina para su realidad personal. Con afán honesto y hasta religioso, los creyentes muchas veces se sirven a sí mismos, su propia realización o exaltación, su círculo de influencia o su posición privilegiada, donde aseguran su pequeño Reino, o hacienda, que en definitiva, están arrebatando al Señor que dicen servir. Es conocida la experiencia que narra de sí, Santa Margarita Mª Alacoque, cuando  superando la disciplina y penitencia, determinada por las reglas que le dieron, continuó movida por un entusiasmo, sorprendiéndola el Demonio, que le afirmaba satisfecho que con ese exceso, que le estaba dando culto al principe de las tinieblas. Con ello la santa aprendió la importancia de rectificar la intención, de purificar la motivación de las conductas y empresas.

Son mencionadas por la Escuela francesa,  las distintas conductas viciosas en las que tiende caer el cristiano, por no ir a un “Lugar retirado, en la barca de Pedro” para examinar sus motivaciones. V.gr.:

Los “Peregrinos Monacales” que se hacían huéspedes de los Monasterios. no por gloria de Dios sino por encontrar ambientes agradables y sustanciosos, lejos de las alteraciones de la sociedad, pero también de las del deber; sin trabajar, buscaban el silencio para comer y dialogar consigo mismos, no con el Señor, que sentenciaría en sus conciencias la pereza capital y el aprovechamiento de la limosna y albergue para los pobres.

La “Depredación apostólica” consistente en aquellos ávidos de conocer las ultimas metodología pastorales, modas espirituales, iniciativas piadosas, etc. con el fin de ser pioneros, en sus ambientes, de una copia barata, de los carísimas que el cielo esparció en otras comarcas. Más se buscan a si mismos que al celo santo por las almas.

El “afan de la novedad eclesial”, que es la búsqueda de las noticias de última linea, de las realidades de Iglesia, en las que aprenden a manejar lenguajes, estilos y estructuras, solo hasta que se las desarman. Sin la armadura, desaparece su mundo. Es el Fariseismo descrito por el Señor como “Campanas huecas”.

En fin, en el silencio del “lugar retirado”, el alma aprende a discernir, pero, siempre que sea en la barca del Señor. De lo contrario, puede sucedernos lo de Judas, que se apartó, pero con el ruido en la conciencia, la sugestión pecaminosa en el corazón, y termino vendiendo a quien había escuchado y con quien había vivido por tres años, siendo su apóstol y siervo.

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