Roma, 1 (NE – eclesiales.org) La Santa Sede destacó la importancia de defender los derechos humanos fundamentales, entre los cuales el derecho a la vida y a la libertad religiosa, durante la 59 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas. En su intervención, el Arzobispo Giovanni Lajolo, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, centró su discurso en la posición de la Santa Sede sobre diversos temas del programa de la Asamblea General. Al respecto del tema de los conflictos armados regionales, el secretario para las Relaciones con los Estados habló del conflicto entre israelíes y palestinos, la guerra de Irak y la situación en diversas naciones africanas. «La Iglesia Católica presente en Palestina desde hace dos mil años -dijo respecto al primer argumento- invita a todos a dejar de lado, en primer lugar, cualquier acción encaminada a destruir la confianza y a pronunciar palabras generosas de paz, a efectuar gestos valientes de paz. Y si la paz es fruto de la justicia no hay que olvidar (…) que no hay justicia sin perdón. Si, sin perdón recíproco. Efectivamente, para ello hace falta un coraje moral más grande que el necesario para empuñar las armas». Sobre Irak, el Arzobispo afirmó: «La Santa Sede cree que ahora hay que apoyar al gobierno actual en su esfuerzo de llevar al país a una condición de vida normal y a un sistema político substancialmente democrático y conforme a los valores de sus tradiciones históricas». Los párrafos finales estuvieron dedicados al tema de los derechos humanos fundamentales, entre los cuales el derecho a la vida y a la libertad religiosa. «En realidad esos derechos fundamentales -concluyó el Arzobispo- están y caen juntos. Y el hombre se mantiene o cae con ellos. Por eso -según la Santa Sede- es necesario tutelarlos con todos los esfuerzos y en todos los ámbitos. Para que sea así hay que evitar, en particular, un peligro que en nuestros días se manifiesta en ambientes diversos de países diversos. Es la idea de que los derechos fundamentales del ser humano, los sancionados en la Declaración Universal, sean expresión de una cultura determinada y por tanto muy relativos”.

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