Roma, 27 (NE – eclesiales.org) “Te adoramos, Señor, presente realmente en el Sacramento del altar, Pan vivo que das vida al hombre. Te reconocemos como nuestro único Dios, frágil Niño que estás indefenso en el pesebre” dijo el Papa Juan Pablo II durante la Misa de Nochebuena en la Basílica de San Pedro. El Papa, superando su cansancio, concelebró junto a 30 cardenales, la Misa de Navidad y subrayó durante su homilía la relación entre el Nacimiento del Señor y la Eucaristía. “En el Hijo de la Virgen —dijo el Papa en el contexto de este Año de la Eucaristía (octubre 2004-octubre 2005)—, «envuelto en pañales» y «acostado en un pesebre», reconocemos y adoramos «el pan bajado del cielo», el Redentor venido a la tierra para dar la vida al mundo”. Asimismo, explicó a los fieles que Belén la ciudad donde nació Jesús, significa en lengua hebrea, «casa del pan». “Allí, pues, debía nacer el Mesías, que más tarde diría de sí mismo: «Yo soy el pan de vida»”. “En Belén —continuó el Santo Padre—nació Aquél que, bajo el signo del pan partido, dejaría el memorial de la Pascua. Por esto, la adoración del Niño Jesús, en esta Noche Santa, se convierte en adoración eucarística”.

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