Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía


Hemos celebrado el Domingo de Ramos con el llamativo signo de la Bendición de los Ramos y la lectura Santa de la Pasión del Señor, que nos introducen de un modo singular en la realidad de la acción Redentora de Cristo. El valor de su Sacrificio por quienes lo habían traicionado, negado o vendido.

En diversas ocasiones el Señor había puesto en evidencia la doblez y vaguedad de los corazones envenenados por el pecado:

 

Los interesados:

San Juan 6, 26-27: Jesús les respondió y dijo: “En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.”

No desconoce el Señor el corazón interesado, que se acerca a Él solo por el beneficio que se obtiene. Tantos hay aun hoy que de aproximan a la fe solo movidos por un bien temporal pero viven y procurarán vivir siempre al margen de su Divina Voluntad. O quienes se acercan a la Iglesia y su poder espiritual, por la situación beneficiosa que ese ambiente puede generar y no para ser verdaderos discípulos, que anhelan dar la vida por Él.

 

Los incrédulos o débiles en la fe:

Sam Mateo 17,17: “¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar?”

La soberbia del corazón no solo les hacia estériles para el apostolado y los milagros, sino que también, gobernados por la vanidad, llegaban a pensar que eran ellos los artífices de las obras sobrenaturales, apagando la fuerza de la caridad en sus corazones.

 

La hipocresía y la intriga de quienes por envidia le ponían trampas para poder acusarlo:

San Juan 8, 1-11: “Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle.”

 

El Papa Francisco dice que la hipocresía no tiene un color concreto, sino que seduce en “claroscuro”, con “la fascinación de la mentira”.

 

Jesús dirigiéndose primero a sus discípulos dijo: “Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse”.

El Pontífice también afirmó que la levadura “es una cosa pequeñísima” y de la forma que habla Jesús es como si quisiera decir que es un “virus”. Como si fuese “un médico” que dice “a sus colaboradores” que tengan cuidado porque hay riesgo de “contagio”.

“La hipocresía es ese modo de vivir, de actuar, de hablar que no es claro. Quizás sonríe, quizás está serio… no es luz, no es tiniebla… se mueve de una manera que parece no amenazar a ninguno, como la serpiente, pero se fascina por el claroscuro”.

“Tiene esa fascinación de no tener las cosas claras, de no decir las cosas claramente; la fascinación de la mentira, de las apariencias… A los fariseos hipócritas Jesús les decía también que estaban llenos de sí mismos, de vanidad, que a ellos les gustaba pasear en las plazas haciendo ver que eran importantes, gente culta…”, explica el Papa Francisco.

¿Como enfrentar la realidad de tantos que se acercan a la Iglesia pero no con recta intención, y que por sus intereses y egoísmos procurarán destruirla, aplastando el plan de Cristo, para la misma Iglesia y la humanidad? ¿Como evitar contaminarse con la actitud de cobardía, doblez y ambición manipuladora que contamina y fácilmente?

Jesús dice a la gente: “No tengan miedo” porque “nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse”.

Esto significa que esconderse “no ayuda” aunque “la levadura de los fariseos” llevase entonces y lleve ahora “a la gente a amar más las tinieblas que la luz”.

“Esta levadura es un virus que enferma y te hace morir. ¡Mírenlo! Esta levadura te lleva a las tinieblas”, “pero hay uno que es más grande que esto: el Padre que está en el Cielo”, aseguró el Papa.

Y al final Jesús les dice: “¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados”. “¡No tengan miedo!”, porque “ustedes valen más que muchos pajarillos”.

“Ante todos estos miedos que se nos meten de aquí y de allí, y que nos mete el virus, la levadura de la hipocresía farisaica, Jesús dice: ‘Hay un Padre. Hay un Padre que les ama a ustedes. Hay un Padre que tiene cuidado de ustedes”.

Francisco señaló que existe sólo un modo de evitar el contagio: la oración. “La actitud farisaica que no es ni luz ni tinieblas”, está “a mitad” de un camino que “nunca llegará a la luz de Dios”.

“Oremos, oremos mucho. ‘Señor, custodia a tu Iglesia, que somos todos nosotros: custodia a tu pueblo, aquél que se había reunido y en el que se pisoteaban unos a otros. Custodia a tu pueblo, para que ame la luz, la luz que viene del Padre, que viene de Tu Padre, que te ha enviado a Ti para salvarnos”.

“Custodia a tu pueblo para que no sea hipócrita, para que no caiga en el  calor de la vida. Custodia a tu pueblo para que tenga la alegría de saber que hay un Padre que nos ama mucho”, implora el Papa Francisco.

  Jesús ha entrado a Jerusalén, y con ello ya entró al atrio del altar del sacrificio. La asamblea esta convocada para el holocausto del Cordero sin mancha, que viene sobre el burro. La asamblea le aclama con palmas y alabanzas. Pero gran parte de la misma, el Viernes, pedirá la muerte del Hijo de Dios. “¡Crucifícale!”, “¡Queremos a Barrabás!”.

Necesitamos con urgencia de la oración…,ella nos da la garantía de transformar nuestros corazones y que la gracia de Dios forje nuestra alma en la humildad y la fidelidad al Señor.

El Papa Francisco enfatiza que “la oración nos cambia el corazón” y “nos hace comprender mejor cómo es Dios”, por lo que debe hacerse con libertad e insistencia, como se le habla a un amigo. Pero para esto es importante hablar con el Señor, no con palabras vacías, ‘Como hacen los paganos’.

«Que el Señor nos dé a todos nosotros la gracia, porque rezar es una gracia”.

“En toda oración está el Espíritu Santo”, recordó el Papa, señalando que “no se puede rezar sin el Espíritu Santo. Es Él quien reza en nosotros, es Él quien nos cambia el corazón, es Él quien nos enseña a llamar a Dios ‘Padre’”.

 

Que el mismo Espíritu de Cristo nos lleve a vivir intensamente esta Semana Santa, para poder morir y resucitar en Cristo en la Pascua del Señor.


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