La existencia comprobada de un segundo milagro podría ser eliminada de las exigencias vaticanas para la canonización de un beato. Esa sería la idea del Papa Juan Pablo II, con lo cual el proceso para el nombramiento de nuevos santos se agilizaría y algunos candidatos, como la Madre Teresa de Calcuta, quien fue beatificada el año pasado, tendrían el camino libre para «alcanzar los altares». Así lo afirmó el cardenal Tarcisio Bertone, arzobispo de Génova, quien aseguró que el cardenal Joseph Ratzinger, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el ideólogo del actual papado, le habría presentando una fórmula al Pontífice para abolir la «cláusula del milagro». En caso de concretarse la reforma, Juan Pablo II pondría término a una regla centenaria según la cual los candidatos a la canonización debían haber realizado milagros post-mortem «médicamente inexplicables». La información fue dada a conocer por el diario británico The Times, que a su vez citó el periódico de Génova El Siglo XIX. La eliminación de la necesidad de un segundo milagro aceleraría la canonización de algunos candidatos favoritos del Pontífice. Ello al punto que la Madre Teresa de Calcuta podría convertirse en la persona que más rápido llega a ser declarada santa tras su muerte, acaecida en 1997. Además, reviviría los planes de beatificar al francés Robert Schuman, uno de los padres de la actual Unión Europea, cuyo proceso fue descartado este año debido a que no existía evidencia de que una persona hubiese sido sanada después de encomendarse a él. El actual Papa ha sido calificado críticamente por algunos sectores de la Iglesia Católica por haber puesto en marcha una «fábrica de santos» debido a que desde el inicio de su gestión, en 1978, se han consagrado 483 santos, más que todos los nombrados por sus predecesores, y ha beatificado a 1.345 personas, frente a los 1.605 que existían antes de su coronación. Karol Wojtyla es un firme defensor de los «santos del último día», ya que ofrecen un ejemplo muy necesario en un momento en que el cristianismo está bajo la amenaza del secularismo y de otras religiones. En 1983, Juan Pablo II dinamizó los procesos de beatificación y canonización y determinó que los mártires -las personas que murieron defendiendo o divulgando la fe católica- podían ser beatificados sin la necesidad de un milagro certificable. El cardenal Bertone aseguró que en los círculos vaticanos hay un fuerte sentimiento de que la necesidad de los milagros para la beatificación y la necesidad es un «anacronismo». Según el arzobispo de Génova no importa si los santos realizaron milagros o no, siempre y cuando hayan exhibido «virtudes heroicas» y llevado una vida cristiana ejemplar. Curaciones milagrosas Actualmente, a los candidatos a la beatificación, a los que se les confiere el título de «bendecidos» -el penúltimo paso antes de la santidad- debe demostrárseles al menos un milagro tras su muerte, en el que haya curado una enfermedad terminal en respuesta a los rezos por su intercesión. Para la santidad se necesitan al menos dos milagros. Las curaciones milagrosas son examinadas detenidamente por un panel de cinco médicos expertos de la Congregación para las Causas de los Santos. El panel -para determinar que se trata de un milagro- debe concluir que la curación en cuestión fue «repentina, completa y permanente», y que no tiene explicación científica. La prensa italiana aseguró que la propuesta golpeará a los sectores tradicionalistas que consideran los milagros como «una de las piedras angulares de la fe católica».

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