Roma.- «Te damos gracias, Padre, porque en la plenitud de los tiempos, nos mandaste a tu Hijo (Cf. Gálatas 4, 4) para juzgar al mundo, sino para salvarlo con inmenso amor.» Con estás palabras el Santo Padre nos convocó para recibir y comenzar el nuevo año, aunque se encontraba tremendamente conmovido y preocupado por los sufrientes de la catastrofe en el sudoeste asiático. Con una plaza de San Pedro repleta, luego de celebrar la Misa en el día de Santa María Madre de Dios, se dirigió a los asistentes y peregrinos, con motivo de la Jornada Mundial de Oración por la Paz.»La paz es el resultado de una larga y dura batalla, que se gana cuando el bien derrota al mal. Ante el dramático panorama de los violentos enfrentamientos fratricidas que se dan en varias partes del mundo, ante los sufrimientos indecibles e injusticias que producen, la única opción realmente constructiva es detestar el mal con horror y adherirse al bien (cf. Rm 12,9), como sugiere también San Pablo. » dijo el Santo Padre.

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