Dice Santa Teresita del Niño Jesús en cuyo día estamos: “En el Corazón de la Iglesia yo seré el amor”

1 de Octubre 2017

Saludo y agradezco al  Párroco  la generosidad pastoral de permitirme estar con ustedes en esta Misa presidida por nuestro querido Padre Hugo Rios.

Me brota del corazón esta gratitud y reconocimiento hacia el  párroco de esta Parroquia de Maipo, no solo por la convicción que me concede la Fé, sino porque esa ha sido la enseñanza que me ha procurado, como un padre para su hijo, el Padre Hugo Rios. Así formó mi corazón sacerdotal, cuando era yo un nuevo y joven párroco en este Santuario de la Purísima. Fue la predicación del ejemplo, la de un sacerdote que venía de ser entrevistado por la prensa y visitado por autoridades, pero que se acercó a este servidor, en medio de la plaza, con la modestia de Juan el Bautista y el silencio humilde de José, esposo de María. La actitud reverente que yo no merecía, que me otorgaba un sacerdote de ciencia y experiencia me dejó reconocer en él  la coherencia en la fe, la vida y el corazón. 


  Cuando un corazón esta conquistado por Cristo, no teme perder, por que ya se sabe ganador; cuando un alma se hace pobre no duda en dar, por que se enriquece en la caridad de Dios;  cuando un sacerdote se “abaja” y prefiere las sendas de la humildad derriba todas las murallas, por que su fuerza no consiste ni en tesoros y ni riquezas, ni en espadas ni en ejércitos, sino en el Santo Espíritu de Dios.

  El Padre Hugo es probable que nunca tuvo la intensión de dejar su nombre en las cumbres de la buena fama, pero si el de procurar escribir en nuestras almas, con letras de sangre y sacrificio tres principios fundamentales: Ama al Señor, Ama a María y ama a tus hermanos.

   Y ha pesar de los kilómetros de distancias, durante estos años, como un verdadero Padre espiritual nos enseña a ser grandes amando al pequeño y desposeído, a ser poderosos guardando silencio y meditándolo todo en el corazón, a ser fervorosos y piadosos con la elocuencia del ejemplo y  la predicación de la misericordia.

  Que importante es para todos que seamos buenos hijos y recordemos las enseñanzas del querido Padre que Hugo, que , quien tiene a Dios y a María a su lado, lo tiene todo y no debe temer nada. 

    La fuente de sus fuerzas son la Eucaristía y el consuelo de la espera es su Rosario. El frescor de la jornada es la palabra de Dios y la comprensión, la alegría del encuentro con los hermanos. 

Muchas veces son enseñó a reunirnos en familia en torno al calor del brasero para evocar el encuentro fraterno en la Fe, en torno al altar Eucarístico del Señor.

   Estimado Padre Hugo, tiene una gran familia, que usted sostiene con el ejemplo y su constante oración. Muchos de nosotros seguimos siendo causa de su preocupación y sus ruegos, en medio de su abnegada tarea entre los más pobres del mundo. Pero tiene aquí una inmensa familia de hijos, fieles a la tarea de la Iglesia, al esfuerzo continuo y modesto por los necesitados, a la búsqueda y anuncio del Evangelio. Tiene muchos hijos que siempre son puentes entre usted y nosotros, en este lado del mundo, y también muchos hijos que siguen observan, recuerdan y rezan por quien fue su confesor y consejero, desde el humilde anonimato en éste y muchos pueblos. Cada uno de ellos, los que  aun están y los que ya partieron, elevan sus brazos suplicantes al cielo y  unidos en Cristo piden por su amigo sacerdote, que es también su padre y misionero: Hugo Rios.

Gracias Padre Hugo

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