Secuelas silenciadas


UN ASESINATO TERRIBLE DE INOCENTES…

DE UN ARTICULO DE CATHOLIC.NET


Además de acabar con la vida del hijo, el aborto pone seriamente en peligro la de la madre

Posibles secuelas físicas del aborto

El notable aumento de embarazos no deseados -sobre todo en adolescentes- con el consecuente incremento de abortos inducidos, así como la más que posible relación entre aborto y cáncer de mama, deberían de ser motivo de seria reflexión. Las consecuencias que se pueden derivar de una interrupción voluntaria del embarazo son muy diversas y muy a tener en cuenta.

De Secuelas físicas del aborto

Hemos extraído algunos datos, revisados por especialistas en ginecología, lo que garantiza la seriedad científica de su contenido. Hay que matizar que los efectos están especialmente asociados a conductas de riesgo como la promiscuidad y determinados hábitos de vida. Por su especial interés los relacionamos a continuación.

Las principales secuelas físicas que se pueden relacionar con el aborto son:

Muerte

Las primeras causas de muerte en relación con el aborto son hemorragia, infección, embolia, anestesia, y embarazos ectópicos sin diagnosticar. El aborto legal constituye la quinta causa de muerte de gestantes en los EE. UU, aunque de hecho se sabe que la mayoría de muertes relacionadas con el aborto no son registradas oficialmente como tales.

Cáncer de mama

El riesgo de cáncer de mama casi se dobla después de un aborto e incluso se incrementa aún más con dos o más abortos.(3) Hay trabajos en este sentido.

Cáncer de ovario, hígado y cervical (cuello uterino)

Las mujeres con un aborto se enfrentan a un riesgo relativo de 2.3 de cáncer cervical, en comparación con las mujeres que no han abortado, y las mujeres con dos o más abortos encaran un riesgo relativo de 4.92. Riesgos igualmente elevados de cáncer de ovario e hígado se ligan con el aborto único o múltiple. Estos porcentajes incrementados de cáncer para el caso de mujeres que han abortado se vinculan aparentemente a la interrupción no natural de los cambios hormonales que acompañan al embarazo, así como a la lesión cervical no tratada. (4) El riesgo es más evidente en los casos de promiscuidad sexual.

Perforación de útero

Entre un 2 y un 3 % de las pacientes de aborto pueden sufrir perforación del útero; es más, la mayoría de estas lesiones quedarán sin ser diagnosticadas ni tratadas a no ser que realice una visualización mediante laparoscopia. (5) Esta clase de examen puede resultar útil cuando se inicia un proceso judicial por negligencia en la práctica del aborto. El riesgo de perforación uterina se incrementa para las mujeres que ya han tenido hijos y para las que reciben anestesia general durante la realización del aborto.(6) El daño en el útero puede complicarse en ulteriores embarazos y eventualmente puede acarrear problemas que requieran una histerectomía, lo que de por sí puede conllevar diversas complicaciones adicionales.

Desgarros cervicales (cuello del útero)

En al menos un uno por ciento de abortos realizados en el primer trimestre se producen importantes desgarros cervicales que requieren sutura. Las laceraciones de menor envergadura, que normalmente no son tratadas, pueden también a la larga perjudicar la función reproductiva. La lesión latente post-aborto puede abocar a una posterior incompetencia cervical [ subsequent cervical incompetence ], parto prematuro y complicaciones durante el parto. El riesgo de lesión cervical es mayor en adolescentes, para abortos realizados en el segundo trimestre, y cuando los facultativos no usan laminaria para dilatar el cuello uterino.(7)

Placenta previa

El aborto incrementa el riesgo de placenta previa en ulteriores embarazos (una circunstancia que pone en peligro tanto la vida de la madre como su embarazo deseado), en una escala de entre siete y quince. El desarrollo anormal de la placenta debido a lesión uterina aumenta el riesgo de muerte perinatal y pérdida excesiva de sangre durante el parto. (8)

Recién nacidos discapacitados en posteriores embarazos

El aborto se asocia con lesiones cervicales y uterinas que pueden incrementar el riesgo de parto prematuro, complicaciones en el parto y desarrollo anormal de la placenta en posteriores embarazos. Estas complicaciones reproductivas constituyen las causas principales de las minusvalías en recién nacidos. (9)

Embarazo ectópico

El aborto está relacionado de forma importante con un riesgo añadido de embarazos ectópicos posteriores. Los embarazos ectópicos, a su vez, amenazan la vida y pueden llevar a un descenso en la fertilidad. (10)

Enfermedad inflamatoria pélvica (EIP)

Se trata de una enfermedad que, excepcionalmente, puede poner en peligro la vida y conllevar un riesgo añadido de embarazo ectópico y reducción de fertilidad. De entre las pacientes que tienen una infección por Clamidia en el momento del aborto, un 23 % desarrollará enfermedad inflamatoria pélvica en cuatro semanas. Algunos estudios han arrojado que entre un 20 y un 27 % de pacientes que abortan sufren una infección por clamidia. Aproximadamente un 5 % de pacientes que no han sido infectados por clamidia desarollan EIP dentro de las 4 semanas posteriores a un aborto realizado durante el primer trimestre. Es por tanto razonable suponer que cuantos practican abortos previenen y tratan tales infecciones antes del aborto, mediante un tratamiento antibiótico preventivo. (11)

Endometritis

La endometritis, como parte de la EIP, representa un riesgo post-aborto para todas las mujeres, pero en especial para las adolescentes, las cuales tienen una probabilidad 2.5 veces mayor de contraer endometritis después de un aborto que las mujeres con edades entre 20 y 29 años. (12)

Complicaciones inmediatas

Existe un riesgo significativo (se llega a hablar de casi un 10 %) para las mujeres que se someten a un aborto provocado de sufrir complicaciones inmediatas. En algunos casos la consideración es de riesgo mortal. Las nueve grandes complicaciones más comunes que pueden darse durante la práctica del aborto son: infección, pérdida excesiva de sangre, embolia, desgarro o perforación del útero, complicaciones de la anestesia, convulsiones, hemorragia, lesión cervical y ´´shock´´ endotóxico. Las complicaciones ´menores´ más comunes incluyen: infeccion, hemorragia de sangre, fiebre, quemaduras de segundo grado , dolor abdominal crónico, vómitos, problemas gastro-intestinales, y sensibilización o inmunización del Rh. (13)

Riesgos añadidos para las mujeres con múltiples abortos

En general, la mayoría de los estudios arriba citados reflejan factores de riesgo para mujeres que se han sometido a un solo aborto. Estos mismos estudios muestran que las mujeres que tienen abortos múltiples encaran un riesgo mucho mayor de sufrir tales complicaciones. Este punto es especialmente digno de ser mencionado desde el punto y hora en que alrededor de un 45 % de todos los abortos se practican en mujeres que ya habían abortado antes.

Riesgos añadidos para las adolescentes

Las adolescentes, que suponen aproximadamente un 30 por ciento de las mujeres que abortan, se exponen a un riesgo mucho más alto de sufrir numerosas complicaciones relacionadas con el aborto. Esto reza tanto para las complicaciones inmediatas como para los perjuicios reproductivos a largo plazo. (14)

Peor estado de salud general

En un estudio realizado sobre 1.428 mujeres, los investigadores descubrieron que los embarazos malogrados y en particular los debidos a aborto provocado se asociaban de manera significativa a una salud general más deficiente. Los abortos múltiples correspondían a una valoración todavía peor de la salud presente. Mientras que la interrupción del embarazo por causas naturales iba en detrimento de la salud, el aborto provocado resultó estar más estrechamente relacionado con una salud deficiente. Tales hallazgos confirman investigaciones anteriores que arrojaban que durante el año siguiente a un aborto las mujeres visitaban a su médico de cabecera un 80 % más por toda clase de razones y un 180 % más por razones psico-sociales. Los autores también se encontraron con que si hay un compañero presente y que no presta apoyo [not supportive], el porcentaje de aborto natural se eleva a más del doble y el de aborto provocado es cuatro veces mayor que si él está presente y apoyando. Si el compañero está ausente, el porcentaje de aborto provocado es seis veces mayor. (15)

Riesgo añadido por factores que hacen peligrar la salud

El aborto está en buena medida ligado a cambios de conducta tales como promiscuidad, tabaquismo, abuso de las drogas y desórdenes alimenticios que en conjunto contribuyen a incrementar los riesgos de padecer problemas de salud. Por ejemplo, la promiscuidad y el aborto están ambos relacionados con un aumento de las tasas de EIP y embarazos ectópicos. Cuál de los dos contribuye más es algo todavía incierto, pero deslindarlo puede ser irrelevante si la promiscuidad es de por sí una reacción al trauma post-aborto o a la pérdida de autoestima.


Síndrome post-aborto

 

Es una de las secuelas más frecuentes y se diagnostica con mucha asiduidad en Estados Unidos. El síndrome post-aborto tiene carácter psicológico y viene derivado del conflicto que provoca en la mujer el sentimiento maternal con el papel de co-destructora de su hijo. Las alteraciones en la conducta más comunes son: aumento del consumo de alcohol, ideación suicida, trastornos sexuales, llanto frecuente y depresiones.

Además de acabar con la vida del hijo, como hemos visto el aborto puede acabar también con la de la madre. Por eso, antes de practicarlo se puede acudir a diversos centros específicos que ayudan desinteresadamente a las mujeres que se encuentran en esta circunstancia.

Entre los médicos, psicólogos, psiquiatras e incluso sacerdotes, es bien conocido el llamado “Síndrome post aborto” (“P.A.S”: “Post-Abortion-Syndrom”). Designa el cuadro patológico que comprende un complejo de síntomas fisiológicos, psicológicos y espirituales, desencadenados tras la realización de un aborto procurado (voluntario). Afecta fundamentalmente a las mujeres que han abortado, pero también se verifica (en distintos grados) en todos los demás que han intervenido en el hecho: el padre de la criatura, los médicos y el personal abortista 1.

Los síntomas que se manifiestan están en relación directa con las razones por las cuales se abortó, el tiempo del embarazo, la relación entre los padres de la criatura, los pasos que se dieron en la decisión y las influencias que se padecieron durante el período traumático de la decisión.

1. El proceso psicológico de la decisión abortista

En una mujer con convicciones normales (con fe o sin ella) la decisión de abortar es un proceso complicado y doloroso. Algunos de los pasos regulares por los que suele pasar a partir del momento de su embarazo son los siguientes:

1º Desde el momento en que queda embarazada, el organismo suscita en la mujer madre un sentimiento maternal instintivo. Éste es observable incluso en los animales y es debido por un lado a los procesos fisiológicos que acompañan los cambios propios de la maternidad (la naturaleza prepara a la mujer para relación maternidad-filiación) y además por otros factores de orden sociológico, psicológico y espiritual como las costumbres de la sociedad en que vive, su madurez personal, su fe, etc.

2º La tendencia natural a continuar la maternidad comenzada con la concepción del nuevo ser puede entrar en crisis por diversos factores externos o internos que bombardean la psicología de la mujer, como por ejemplo (para indicar algunos de los más frecuentes):

a) La opinión adversa de los padres de la mujer embarazada (especialmente si se trata de una adolescente) ya sea por el miedo a difamación si es soltera o por muchos otros factores diversamente clasificables.

b) El peso que la mujer ve en la crianza del hijo (especialmente si ya tiene otros).

c) Conflictos psicológicos no solucionados: en el caso de mujeres que han tenido una mala experiencia de filiación con sus propias madres surge el miedo a enfrentar su propia experiencia de maternidad.

d) Condicionamientos puestos por el padre de la criatura: por lo general, son amenazas de abandono en caso de continuar la gestación.

e) La presión de la retórica social contra la natalidad: la propaganda de la superpoblación, la elección del aborto como derecho de la mujer, la afirmación de que el feto es sólo un conjunto de células, etc.

f) La ideología del materialismo : cuando el nuevo hijo es visto como un obstáculo para el progreso económico, el confort.

g) El egoísmo: cuando el hijo es visto como una cadena a la libertad (“primero terminar la carrera, luego conseguir trabajo y recién entonces pensar en los hijos”).

h) La presión legal: hay sociedades que presionan para imponer la regulación de la natalidad; ya se da un cierto tipo de presión en la misma “legalización” y “subvención estatal” de determinados abortos.

3º Estas presiones pueden desembocar en un auténtico conflicto interior enfrentando a la mujer con la necesidad de tomar una decisión. Si necesita consejo el que le darán, en gran parte de los casos, la empujará al aborto, especialmente si en su caso la ley civil lo ampara, la medicina lo garantiza y para la sociedad es indiferente.

4º Una vez tomada la decisión suele sentirse cierto alivio (natural al terminar temporalmente el estado conflictivo), lo cual a veces es tomado como signo de que la decisión ha sido correcta. Cuando deciden abortar por lo general se cierran a todo otro tipo de consejo contrario, ya que volver a replantear la cuestión significa abrir nuevamente la situación traumática del proceso deliberativo.

5º Sigue el sometimiento, es decir una especie de resignación por la cual se ponen en manos de un médico con un cierto sentimiento de fatalidad.

6º El shock de los últimos momentos: para abortar una mujer tiene que eliminar sus propios instintos maternales que son de orden natural ; para esto tiene que autoconcientizarse de que el ser que va a abortar no es un ser humano ; con este intento de autoconvencimiento comienza el proceso de racionalización en contra de la propia conciencia moral y contra el mismo instinto natural. La mujer se enfrenta con un caos de conciencia ; muchas veces, detrás de su aparente resignación, hay un angustioso pedido de que alguien pare todo el proceso que se presenta como superior a sus fuerzas.

7º El endurecimiento interior. Luego del aborto hay un tiempo en que la mujer quiere ser dejada sola, se vuelve apática, desinteresada de las cosas; hay una interior negación a asumir lo que se ha hecho. Debe también luchar contra los sentimientos de agresión, desesperación y miedo que emergen con el aborto. Por un lado querrían desahogarse con alguien, pero por otro lado temen volver a vivenciar el proceso por el que han pasado.

8º Comienza el trabajo de reconstrucción patológica : se quiere volver a la normalidad cuanto antes, por lo que busca llenarse de actividades para no pensar en nada.

9º Pero normalmente en algún momento tiene lugar la ruptura del sistema de defensa que la persona implicada en el aborto construye en torno a sí. Una reconstrucción tal de la vida fracasa por lo general cuando tienen lugar alguna de estas situaciones :

–La persona que ha abortado queda demasiado sola.

–Cuando recuerda el aborto o recuerda la fecha del aborto o la que correspondería al nacimiento del niño abortado o alguno de sus aniversarios (cumpleaños).

–En estados de cansancio o enfermedad.

–Cuando ven a otros niños (especialmente bebes) en la edad de que deberían tener su o sus hijos abortados.

–Cuando quedan nuevamente embarazadas.

En este caso tiene lugar propiamente el llamado “síndrome post aborto”.

2. Síntomas del síndrome post aborto

A pesar de que muchos médicos y psicólogos (pro abortistas) señalan que los trastornos que presentan las mujeres después del aborto son algo meramente “emocional y psicológico”, una sana psiquiatría demuestra que se trata de algo mucho más serio, de orden patológico y que puede agruparse en tres tipos de problemas : ante todo, de depresión y sentimiento de culpa ; en segundo lugar, de agresión contra el padre del niño y contra la sociedad en general ; finalmente, alteraciones en la personalidad en forma crónica, parecidas a las enfermedades cerebrales.

Especificando más detenidamente podemos enumerar los siguientes síntomas:

1) Síntomas de pesar y dolor. Toda pérdida genera un estado de duelo ; y es mucho más difícil superar el dolor de un aborto provocado que el de un aborto espontáneo producido por la misma naturaleza, y esto por varias razones : la persona se sabe culpable de la pérdida, no tiene posibilidades de visitar el cuerpo del niño, ha habido un trabajo de autoconvencimiento de que no se trataba de un ser humano (curiosamente este trabajo de autoconvencerse deja en la persona un mayor sentimiento de culpa porque sabe que ha tenido que buscar argumentos para justificar un acto al que no la inclinaba espontáneamente su conciencia). Cuando los dolores no se superan conducen a la depresión. La depresión puede alterar el sistema inmunológico y con esto se aumenta el riesgo de contraer infecciones e incluso en casos extremos se ha constatado el inicio de procesos cancerígenos. También ha ocurrido que personas que han caído en estados depresivos agudos, se han transformado luego en personalidades psicóticas.

2) Sentimiento de culpabilidad. En muchos estudios se ha observado que cuando no hay sentimiento de culpa se suele dar una tendencia al alcohol o a la drogadicción ; en cambio cuando hay sentimiento de culpabilidad se suele caer en estados depresivos, que se manifiestan en grandes tristezas, llantos, visión negativa y pesimista del mundo circundante. Cuando el sentimiento de culpa es muy grande lleva a sentimientos de pánico y autodestrucción.

3) La agresividad. Un efecto del conflicto desatado por el aborto es la agresividad de la mujer hacia los que han intervenido en el aborto: el médico, el novio o esposo, los parientes o amigos que la empujaron al acto e incluso contra sí misma. De alguna manera descarga así el sentimiento de culpabilidad contra sí misma y el sentimiento de victimación respecto de los demás.

4) Incertidumbre afectiva. Parte de las dubitaciones en la decisión abortista gira en torno al amor o deseo natural del niño del que está embarazada la mujer. Sabe intuitivamente, aunque no lo quiera hacer reflejo, que su acto abortivo contradice su amor natural: su hijo exige ser amado principalmente por su madre y la naturaleza la predispone para amarlo y protegerlo incluso a riesgo de su propia vida, pero para abortarlo debe rechazarlo. El mismo sentimiento de desamor y desamparo que la mujer supone que ha padecido su hijo por parte de ella, comienza a atormentarla a ella misma: se siente no querida, rechazada y abandonada afectivamente por los demás. Es uno de los efectos “bumerán” del aborto.

5) La interrupción abrupta del ciclo hormonal. En las mujeres hay ciclos y ritmos naturales relacionados con el embarazo y caracterizados por modificaciones en los procesos hormonales que terminan de modo natural al culminar todo el proceso de la maternidad ; es decir, que van desde el momento de la ovulación hasta la finalización del tiempo de amamantamiento del bebe. Los cambios hormonales dictaminan alteraciones de orden físico, psicológico y emotivo. Cuando se interrumpe el proceso de modo abrupto, como ocurre en el aborto, tiene lugar en la mujer un trastorno notable con efectos en todos esos órdenes: físico, afectivo, psicológico y relacional; estas perturbaciones pueden ir desde las depresiones en el orden emotivo, hasta la constatación médica de mayores tendencias a adquirir cáncer de mama, pasando por problemas de integración social y familiar.

6) La “conciencia biológica”. Es una constatación de muchos psiquiatras. Cito el testimonio del psiquiatra Karl Stern: “No pocas veces vemos que en los casos en que una mujer comete un aborto artificial, digamos en el tercer mes de la gestación, este acto parece no tener consecuencias psicológicas. Sin embargo, seis meses después, precisamente cuando el bebé habría debido venir al mundo, el sujeto cae víctima de grave depresión o incluso de psicosis. Ahora bien, acerca de esto se observan dos circunstancias curiosas. La depresión se produce aun sin que la mujer se dé cuenta conscientemente de que ‘ahora es el momento en que habría debido nacer mi bebé’. Además, la filosofía de la paciente no es necesariamente tal que ella desapruebe el acto de interrupción del embarazo. Sin embargo, su profunda reacción de pérdida (que no va necesariamente unida con una preocupación consciente por el parto fallido) coincide con el tiempo en que éste hubiera tenido lugar… La mujer, en su íntimo ser, está profundamente vinculada al bios, a la naturaleza misma” 2.

7) El sentimiento de fracaso como madre y problemas relacionados. A veces, para llenar el vacío, tiene lugar un deseo vehemente de querer reemplazar al niño perdido; pero este deseo se mezcla con la sospecha y el temor de no saber desempeñarse como madre, o de no poder relacionarse con el bebé de manera correcta o de no saber criarlo. También ocasiona miedo respecto de los hijos futuros, por ejemplo: miedo a maltratarlos; a veces esto ocasiona la decisión de no tener más hijos. Algunos estudios muestran también que algunas mujeres que han abortado tienen problemas reales para llevar adelante posteriores maternidades: tienen problemas para amamantar a sus hijos, reaccionan con miedo o agresividad ante el llanto de sus bebés e incluso una especie de rechazo (ocasionada por el miedo), y como éste es percibido instintivamente por el bebé, le genera sentimientos de abandono. A veces como no quieren dañar al niño y tienen conciencia de no saber tratarlo, terminan mandándolo desde muy pequeño, y sin ninguna necesidad, a guarderías infantiles.

8) Otros problemas. Los estudios a los que hacemos referencia indican también otros síntomas propios de este “síndrome”, como por ejemplo : alteraciones de diversa índole en el sueño (pesadillas persistentes), crisis de identidad, desconfianza, sentimiento de cinismo (conciencia de la inocencia perdida), e incluso enfermedades psicosomáticas como anorexia y bulimia.

Por todo esto, hay que decir que los problemas ocasionados por el aborto no son de ninguna manera puramente emotivos y pasajeros sino que tienen un fundamento real en la pérdida voluntaria y culpable de un ser humano indefenso sobre el que se tenía la responsabilidad de la maternidad/paternidad.