En el Día de la Madre recordamos al autor de las elocuentes palabras que ensalzan la Maternidad

 

 

«…De esa mujer, no me exijáis el
nombre si no queréis que empape
con lágrimas vuestro álbum.
porque ya la vi pasar en mi camino…»

 

Ramón Ángel Jara Ruz nació en Santiago el 2 de agosto de 1852. Murió en La Serena el 9 de marzo de 1917.

Estudió en el Colegio de los Padres Franceses de Valparaíso. Se recibió de abogado en la U. de Chile. Amigo de Benjamín Vicuña Mackenna, pronunció un brillante discurso en la inauguración del Cerro Santa Lucía (1874).

Fue ordenado sacerdote el 16 de septiembre de 1876. Se dedicó a la enseñanza, organizó los primeros círculos obreros. Con motivo de la Guerra del Pacífico, fundó el Asilo de la Patria, para los huérfanos de guerra, erigió el Templo de la Gratitud Nacional (1883), y creó la Casa de Purísima para la atención de las niñas. Fundó dos pensionados universitarios.

En 1887 viajó a Europa para tratar de la erección de la Universidad Católica, de la cual fue secretario general y profesor de Derecho Canónico. Allí conoció a San Juan Bosco y trabó amistad con él. En la inauguración del Templo del Sagrado Corazón en Roma, Don Bosco le encargó el discurso en castellano sobre la obra salesiana y lo nombró “Director General de los Cooperadores Salesianos en Chile”.

Monseñor Jara pidió a Don Bosco que los salesianos tomaran la dirección del Asilo de la Patria y del Templo de La Gratitud Nacional. Don Bosco prometió hacerlo; esto se realizó después de su muerte en 1891.

El 28 de abril de 1888 se hizo un funeral solemne con motivo de la muerte de Don Bosco en la Catedral de Santiago. En esta ocasión Monseñor Jara tuvo la oración fúnebre. Al referirse a la madre de Don Bosco tejió un homenaje a la madre que encierra en gran parte la ideas de su Poema en Prosa a la Madre que es tan popular en nuestros ambientes. (versión completa)

Monseñor Jara fue nombrado Gobernador Eclesiastico de Valparaíso y en 1898 Obispo de de la diócesis de San Carlos de Ancud que en la época comprendía las provincias de Valdivia, Osorno y Puerto Montt, Chiloé y Magallanes. En 1909 fue nombrado Obispo de la Serena.

 

 

«…Una mujer que
si es ignorante, descubre los
secretos de la vida con más acierto
que un sabio, y si es instruida se
acomoda a la simplicidad de los niños.
Una mujer que siendo pobre, se satisface
con la felicidad de los que ama,
y siendo rica, daría con gusto
su tesoro por no sufrir en su corazón
la herida de la ingratitud…»

 

 

Por su iniciativa se levantó un monumento a la Virgen del Carmen, patrona de Chile en Israel, sobre el Monte Carmelo.

«El Almirante Don Jorge Montt, como Presidente de Chile, hizo fundir una imagen de la Virgen con el bronce de los cañones del Ejército chileno, la que fue puesta en 1894 sobre una columna de mármol que permanece hasta hoy en el Monte Carmelo en Haifa, Israel.

«En su pedestal está el escudo de Chile y una leyenda en castellano que expresa: “La República de Chile consagra este monumento a la Madre de Dios, Virgen del Carmelo Patrona jurada de sus ejércitos Protectora especial de sus hogares. En testimonio de gratitud y del amor que deben a Ella la nación y sus hijos. Ave María, gracia plena da a los chilenos que te Veneran, amor de Patria y amor de Dios.” Esta fue la primera representación de la virgen hecha por Chile en Israel, en el puerto de Haifa.” (1)

Como orador brillante se dio a conocer en Chile y en Roma, donde con ocasión del Concilio Plenario Latino Americano pronunció un discurso en latín en la Basílica del Sagrado Corazón, en Zaragoza en la Basílica del Pilar, pero sobre todo en Buenos Aires donde puso su palabra al servicio de la paz y de la fraternidad de Chile y Argentina.

Al inaugurarse el Cristo de Los Andes en 1904, pronunció un elocuente discurso que terminó con la leyenda del monumento: “Se desplomaran primero estas montañas antes que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor”.

También tuvo éxito en su misión de fraternidad y paz en Lima, realizada por encargo del gobierno de Chile.

Por su influencia los salesianos tomaron la dirección del Colegio de Valdivia, se volvió a abrir la Escuela Taller de La Serena.

Se distinguió por su gran elocuencia, lo cual le valió los títulos de “primer orador eclesiástico de Chile”, “primer orador católico del siglo”, “cisne de la elocuencia sagrada” y “el Crisóstomo chileno”. .

De entre los múltiples discursos, ensayos, poemas y homilías, econocidos mundialmente, el más recordado es el «Boceto de mi Madre»

Entre sus discursos sagrados se encuentran el de la Inauguración de la Gratitud Nacional, el de la coronación de María Auxiliadora en la Gratitud Nacional en 1903; en el VI congreso de los Cooperadores Salesianos en 1909, en el centenario del nacimiento de Don Bosco en 1915.

Falleció en la ciudad de Serena el 9 de marzo de 1917 siendo sepultado en la catedral diocesana.

 


Fuente del texto: Boletín Salesiano Nº 6 Santiago, Agosto de 1979.

 

 

UN BOCETO DE MI MADRE

Hay una madre que tiene algo de Dios
por la inmensidad de su amor,
y mucho de ángel, por la incansable
solicitud de sus cuidados,
una mujer que siendo joven, tiene la
reflexión de una anciana y
en la vejez trabaja con el vigor
de la juventud. Una mujer que
si es ignorante, descubre los
secretos de la vida con más acierto
que un sabio, y si es instruida se
acomoda a la simplicidad de los niños.
Una mujer que siendo pobre, se satisface
con la felicidad de los que ama,
y siendo rica, daría con gusto
su tesoro por no sufrir en su corazón
la herida de la ingratitud.
Una mujer que siendo vigorosa
se estremece con el lamento
de un niño, y siendo débil se reviste
a veces con la bravura del león.
Una mujer que mientras vive,
no la sabemos estimar porque
a su lado todos los dolores
se olvidan pero después de muerta,
daríamos todo lo que tenemos por
mirarla de nuevo un solo instante,
por recibir de ella un solo abrazo,
por escuchar un solo acento
de sus labios…
De esa mujer, no me exijáis el
nombre si no queréis que empape
con lágrimas vuestro álbum.
porque ya la vi pasar en mi camino.
Cuando crezcan vuestros hijos,
leedles está página y ellos
cubriendo de besos vuestra frente
os dirán que un humilde viajero,
en pago del suntuoso hospedaje recibido
ha dejado aquí para ustedes, y
para ellos, un boceto del
retrato de su madre.

 

Por: Mons. Ramón Ángel Jara
Obispo Chileno