Sacerdotes «sin permiso», o de la Iglesia perseguida, amenazados

 


Las autoridades tendrán acceso al número de teléfono móvil de todos los usuarios del sistema. Se escudan en las sospechas de fraude, como denominan a las comunidades clandestinas que no juran por el comunismo.


Mientras se celebra la Jornada de Oración por la Iglesia en China, el Gobierno comunista del gigante asiático ha dado un paso más para controlar a los creyentes. Se trata del lanzamiento, un día antes, de un sistema de verificación y una base de datos online para los clérigos musulmanes, católicos y protestantes. Las autoridades aseguran que su finalidad es afrontar supuestos fraudes por parte de «falsos clérigos».

Según informa UCA News, ya en febrero se puso en marcha un sistema similar para los monjes budistas y taoístas. La base de datos recoge información relevante de los líderes religiosos, desde su nombre y sexo hasta su confesión, su número de registro y fotos. Los ciudadanos pueden consultarla para verificar la identidad y cargo de los clérigos registrados ante las autoridades.

Pero para acceder a ella, los usuarios tienen que identificarse con su número de teléfono, añade AsiaNews, lo que ofrecerá a las autoridades otra vía de control. Los datos los irán actualizando tanto las organizaciones religiosas controladas por el Estado —como la Asociación Católica Patriótica o la Asociación Islámica de China— como la propia Administración Estatal de Asuntos Religiosos, vinculada al Partido Comunista.

Esta medida es similar a la que implantó en marzo la Comisión Provincial para Asuntos Étnicos y Religiosos de la provincia de Henan. Allí, todos los fieles que quieran participar en las celebraciones de su iglesia, mezquita o templo deberán registrarse a través de una aplicación móvil con su nombre, número de teléfono, número de identificación persona, dirección, ocupación y fecha de nacimiento. También están obligados a registrarse los peregrinos católicos que este mes de mayo quieren visitar el santuario de Nuestra Señora de Sheshan, en Shangái, cuya fiesta se celebra precisamente el 24 de mayo.

Según la agencia de noticias pública Xinhua, la base de datos es un instrumento útil para «mantener un orden religioso normal, salvaguardando una transmisión sana» del contenido religioso. También se supone que ayudará a los creyentes a identificar a «falsos» monjes, imanes, sacerdotes, pastores y obispos, «protegiendo el interés público» y los derechos e interés de los ciudadanos.

La agencia afirma que, recientemente, ha habido varios casos de monjes falsos que intentaban lucrarse de forma fraudulenta. Esto ha «desacreditado gravemente la imagen de la comunidad religiosa, perturbando el orden público y perjudicando la salud, los recursos económicos y la propiedad de los ciudadanos, con un impacto social extremadamente negativo».

Esta acusación de fraude, explica AsiaNews, es «una de las herramientas de persecución empleadas contra las iglesias caseras», como se conoce a las congregaciones protestantes no registradas. Es una forma más de limitar toda actividad religiosa fuera de las oficiales. También es una forma de proyectar sospechas sobre las comunidades clandestinas. Por ejemplo, el China Christian Daily informó el lunes del arresto de tres mujeres cristianas en Suining. Se las acusa de aprovechar su trabajo en un banco para ayudar a la gente a hacer transferencias a entidades cristianas.

Grupos en defensa de los derechos humanos como ChinaAid han mostrado su preocupación por la posibilidad de que este movimiento sea otro intento de ejercer un control aún mayor sobre los grupos religiosos reconocidos oficialmente. Estas comunidades están controladas por organismos gubernamentales y exigen que todos sus líderes estén registrados. Las religiones no admitidas, como el Falun Gong y la Iglesia de Dios Todopoderoso, son brutalmente perseguidas.

En los últimos tiempos, se ha agravado la persecución de los grupos no registrados, también de los cristianos. Como recoge UCA News, cientos de iglesias han sido cerradas y las autoridades han arrestado a docenas de cristianos miembros de iglesias caseras. También se han cerrado colegios y orfanatos católicos, acusados de «adoctrinar» a los niños «ilegalmente».

Dong Guanhua ha estado durante mucho tiempo fuera de la ley bajo los ojos de Pekín.

El católico de toda la vida originario de Zhengding, provincia de Hebei, se ha negado a registrarse en la estatal Asociación Católica Patriótica, ya que no reconoce la autoridad del Papa.

En cambio es parte de la llamada «iglesia clandestina»: la comunidad que solo reconoce la legitimidad espiritual de Roma.

«Hay gente que dice que Jesús estaba loco también. A veces, el gobierno da recompensas a las personas que ceden. No ambiciono esas recompensas. Yo no tengo miedo de nada porque mi conciencia está limpia».

Dong Guanhua predica en casa, con familias de agricultores en chaquetas acolchadas que se acurrucan en frente de su casa.

Por qué al Partido Comunista de China no le gustan las películas de fantasmas.

A cielo abierto canta los responsos de la misa, mientras un pálido sol se filtra a través de la neblina tóxica y las líneas eléctricas iluminan sus rostros.

A pesar de las temperaturas de congelación y el temor de acoso policial, hay muchos más fieles aquí que en la gran iglesia del gobierno local que está cruzando el camino. La congregación de Dong Guanhua no está dispuesta a dejar que el Estado se interponga entre ellos y su Dios.

A unos 320 kilómetros de distancia se celebra una misa de domingo muy diferente.

La magnífica Catedral del Sur de Pekín no es una iglesia fuera de la ley, sino que es parte de la fe católica en parte aprobada por el Estado.

Allí cada banco y cada pasillo están llenos de viejos y jóvenes que contemplan entre nubes de incienso una cruz de Cristo flanqueada por jarrones de bambú de tallos verdes.

Generación tras generación, estos «fieles aprobados» se han aferrado a su fe católica, aceptando al mismo tiempo la supervisión del Estado.

Una mujer declara desafiante que si una Iglesia en China dirigida por el papa sin la participación del gobierno haría a la fe «más pura».

De vuelta en el patio del obispo clandestino, con su servicio al aire libre, Dong Guanhua pone una cortina roja alrededor de su altar para protegerlo de los elementos.

El padre Xie Tianming, de la diócesis china de Baoding, lleva desaparecido desde la tarde del 10 de abril, según han informado a AsiaNews fuentes católicas chinas. El sacerdote pertenece a la llamada comunidad clandestina, no oficial y fiel a la Santa Sede, de la Iglesia católica en el país asiático. Su desaparición se produce mientras, según la agencia, circulan noticias sobre la liberación de otros sacerdotes clandestinos locales tras haber sido sometidos a sesiones de adoctrinamiento.

Según las informaciones de AsiaNews, el padre Xie desapareció porque decidió unirse a la Iglesia oficial, sometida al Partido Comunista Chino. En tales situaciones, las autoridades se llevan al clérigo, lo encierran en un lugar secreto y lo someten a sesiones de lavado de cerebro para su reeducación política. El sacerdote corre así el riesgo de permanecer detenido durante mucho tiempo, hasta que dé «pruebas ciertas» de un cambio de mentalidad.

La forma de detención que sufren los clérigos se denomina guanzhi, que no consiste en un encarcelamiento en sí, sino en una restricción de movimientos y actividades acompañada de sesiones políticas y coacciones para adherirse a la Iglesia oficial: un acto que implica adhesión y servilismo al Partido Comunista Chino (PCC).

La comunidad clandestina de Baoding es una de las más numerosas de la Iglesia china. Su obispo, monseñor James Su Zhimin, lleva más de 25 años en manos de la Policía, tras haber pasado más de 40 años de trabajos forzados bajo el régimen de Mao Zedong.

Un católico informó que, el 2 de abril, funcionarios gubernamentales detuvieron al padre Huang, un sacerdote de la parroquia del poblado de Saiqi, administrado por la ciudad de Fuan de Fujian. Durante cuatro días, el sacerdote fue sometido a un método de tortura conocido como “agotar un águila”, mediante el cual se priva a las personas del sueño durante períodos prolongados.

“La residencia del padre Huang estaba siendo vigilada y ese día, aproximadamente a las 4 de la tarde, la policía forzó la puerta y se lo llevó a la fuerza”, afirmó el feligrés. “En la operación participaron más de una docena de personas”.

Esa noche, los oficiales de seguridad nacional escoltaron al padre Huang hasta un remoto centro de interrogación secreto y lo confinaron en una pequeña habitación equipada con una cámara de vigilancia. El sacerdote fue cegado con fuertes luces durante las 24 horas del día, mientras los oficiales se turnaban para vigilarlo, amenazándolo con mantenerlo detenido mientras se negara a unirse a la APCC. Fuente: The Epoch Times en español