
Según el arzobispo Aguer, «el celibato es el signo por excelencia de aquella disposición, que requiere normalidad natural, serena autoposesión de sí, vigor sobrenatural de las virtudes». Asimismo señaló que el celibato es el fruto de una «capacidad conquistada de amar con el Corazón del Señor». Este don, debe motivar al sacerdote a entregar cada vez más su corazón a Cristo: «Reclínense desde ahora, cada vez más, en su Corazón».Monseñor Aguer instó a contemplar a Jesús resucitado y, ante El, orar y trabajar para que «surjan en nuestra arquidiócesis numerosas vocaciones al sacerdocio, al diaconado y a otras formas de especial consagración».Concluyó su catequesis con las palabras con que Benedicto XVI cierra su mensaje para la presente jornada de las vocaciones: «La capacidad de cultivar las vocaciones es un signo característico de la vitalidad de una Iglesia local. Invocamos con confianza e insistencia la ayuda de la Virgen María, para que, con el ejemplo de su acogida al plan divino de la salvación y con su eficaz intercesión, se pueda difundir en el interior de cada comunidad la disponibilidad a decir Sí al Señor, que llama siempre a nuevos trabajadores para su mies».Con información de Aica